La decisión sobre qué estudiar no solo pasa por la carrera sino también por cuál universidad elegir. ¿Será mejor ingresar a una institución pública o a una privada? ¿En cuál se garantiza una más rápida inserción al mundo laboral? ¿Cuál representa mayores posibilidades de obtener un salario más alto?
Y es que, al tratarse de una decisión tan importante, que puede marcar toda una vida laboral, sin duda un elemento a tener en cuenta es el factor económico. Es decir, cuál es la opción que representa mejores probabilidades de percibir mayores ingresos.
Esto puede saberse gracias a los más recientes datos del Observatorio Laboral para la Educación (OLE), del Ministerio de Educación. Este centro de estudios que pertenece al Gobierno, analiza año a año qué pasa con las personas una vez se gradúan de la universidad, haciendo un seguimiento a cómo es su inserción en el mercado laboral un año después de terminar sus estudios.
De esta forma, los últimos datos del OLE muestran un dato revelador: los graduados de las universidades privadas consiguen trabajo más rápido que los graduados de las universidades públicas.
Concretamente, el 73,9 por ciento de todos los recién graduados de pregrado del país consigue un trabajo formal en el primer año tras terminar sus estudios. Cabe recordar que estos números corresponden a los cotizantes del año 2022, los cuáles fueron recientemente revelados (estos reportes se conocen siempre con más de un año de retraso, por la trazabilidad en el tiempo que requieren los datos).
Pero los datos varían al analizar los escenarios por sector. Así, el 81,7 por ciento de los egresados de pregrado de Instituciones de Educación Superior (IES) privadas consiguen un empleo formal en el primer año. Esto contrasta con el 72,7 por ciento de los egresados de las públicas.
Y no es algo nuevo. Se trata de una tendencia que se ha mantenido invariable al menos desde el 2008, con algunos años con la brecha más grande o más pequeña, pero siempre privilegiando a quienes realizaron sus estudios en el sector no oficial.
Pero más relevante resulta no solo lo rápido que los jóvenes pueden encontrar trabajo dependiendo el sector en el que estudiaron, sino cómo la universidad influye directamente en la base salarial que reciben en su empleo.
Así las cosas, mientras los egresados de las públicas que reciben apenas un salario mínimo son el 14,9 por ciento, en el caso de las privadas este porcentaje es de apenas el 9,6 por ciento. De igual manera, quienes reciben entre 1,5 y 2 salarios mínimos son el 44,2 por ciento en las públicas y el 28,6 por ciento en las privadas.
Por el contrario, los graduados del sector no oficial muestran percibir ingresos más altos que los del sector oficial. Por ejemplo, el 31,5 por ciento de egresados de privadas reciben entre 1,5 y 2,5 salarios mínimos, mientras que estos montos los recibe solo el 25,6 por ciento de exestudiantes de públicas. Así mismo, el 20,5 por ciento de los graduados de privadas ganan entre 2,5 y 4 salarios mínimos, mientras que este número en las públicas es apenas del 11,2 por ciento.
En lo que respecta a los niveles de formación que permiten a las personas entrar más rápido al mercado laboral, es importante señalar que para los empleadores sigue siendo muy importante el título profesional universitario, ya que el 76,5 por ciento de los egresados con esta titulación logra vincularse a un trabajo en el primer año. Esto contrasta con el 70 por ciento de quienes estudiaron un programa tecnológico y el 59,4 por ciento de quienes solo tienen un técnico.
¿Y qué pasa con los posgrados?
Todos los datos anteriores se refieren específicamente a pregrado, es decir, carreras técnicas, tecnológicas y profesionales. Pero, ¿qué pasa con la formación posgradual, es decir, con especializaciones, maestrías y doctorados?
En esto, vale la pena decir que se trata de personas que por lo general ya vienen vinculadas al mundo laboral desde antes de iniciar sus posgrados, por lo que su tasa de empleabilidad es mucho más alta (por encima del 90 por ciento). De esta forma, los datos que sí terminan siendo muy dicientes son aquellos relacionados con los ingresos según el sector en el que se realizaron los estudios.
Así las cosas, llama mucho la atención que las enormes brechas en los ingresos salariales de los graduados de posgrado son mucho más bajos que los de pregrado. Para Ana María Restrepo, aspirante a Ph.D. en Educación Superior de la Universidad de Palermo “esto se debe en gran medida a que en el sistema educativo colombiano existen grandes diferencias económicas, sociales y culturales entre quienes ingresan a un pregrado, pero en el caso de los posgrados, independientemente de si se cursa en el sector oficial o no oficial, los perfiles son un poco más homogéneos. Mientras que una carrera profesional es para cualquiera que consiga el cupo o pueda pagar, para un programa posgradual hacen falta requisitos que son muy similares para cualquier universidad”.
De cualquier forma, los datos del OLE si muestran diferencias salariales entre quienes estudiaron un posgrado en instituciones públicas o privadas, a favor de estos últimos.
Y muestra de ello es el porcentaje de graduados que reciben el rango salarial más alto, es decir, más de 9 salarios mínimos. Para el caso de egresados de privadas este número es del 7,7 por ciento, mientras que en públicas es del 4,9 por ciento.
No obstante, el rango salarial más común para todos los recién egresados de posgrados es de entre 2,5 y 4 salarios mínimos (31,5 por ciento para privadas y 32,4 por ciento para públicas).
Ahora bien, independientemente del sector en el que se estudió, entre más alto el posgrado, mayores ingresos, Por ejemplo: el 64,1 por ciento de los graduados de doctorado obtiene, en su primer año, un salario superior a los 6 salarios mínimos mensuales, mientras que con una maestría este porcentaje es de apenas el 24,1 por ciento, y con un pregrado solo el 2 por ciento alcanza estos niveles de ingresos.
Sin embargo, los que registran los ingresos más altos son los profesionales de la salud que obtienen una especialización médico quirúrgica, ya que el 44,9 por ciento de ellos recibe más de 9 salarios mínimos al mes.
¿Un problema de pertinencia?
Los resultados del informe del OLE muestran que el sector en el que se estudia sí impacta de manera significativa en los ingresos, y que así viene ocurriendo al menos en los últimos 15 años. Pero, ¿a qué se debe este fenómeno?
Expertos consultados por EL TIEMPO consideran que pueden ser muchas las causas, siendo la primera la capacidad de innovación de un sector privado que, a diferencia del público, depende casi exclusivamente de las matrículas para subsistir, lo que lo lleva a replantearse más a menudo sus modelos de enseñanza.
Esto se evidencia en muchas universidades como Los Andes, Javeriana o Eafit, por poner unos ejemplos, cuyos rectores llevan años hablando de transformaciones curriculares para responder mejor a las necesidades del mercado laboral.
Por ejemplo, en diálogo con EL TIEMPO, Claudia Restrepo, rectora de Eafit, dijo: “Debemos pensar si es necesario dejar de enseñar por disciplinas. Hoy todos los programas universitarios están migrando a trabajar por competencias”.
Y agregó: “Tenemos que ajustarnos a un fenómeno general que no se veía en la época mía, y es el cambio entre carreras. Muchos jóvenes terminan estudiando dos carreras, estudian biología e ingeniería matemática, o estudian literatura y biología. Y eso se da porque están buscando rutas más personalizadas. Cada vez eso es más común. Ya salen con énfasis o micro certificación. La educación del futuro ya está pasando. La capacidad nuestra es la que está siendo lenta”.
Y mientras el discurso de las instituciones no oficiales es este, a la vez que se caracterizan por un trabajo constante con el sector productivo, el discurso de las públicas sigue siendo el de ampliar su cobertura y llevar educación a quienes no tienen .
“Esto no está mal -explica el consultor educativo Leonardo Benavidez- porque va acorde a la misionalidad de las públicas, que no solo es brindar educación de calidad, sino que esta llegue a todos (prueba de ello políticas como la gratuidad en la matrícula)”.
Para el analista educativo, Ricardo Rodríguez, no se pueden perder de vista otros factores, como la reputación en las empresas y los indicadores demográficos: “Para empezar, la oferta privada se concentra en las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali, donde a su vez hay mayor oferta de empleo y empleo mejor remunerado”.
Y agregó: “En cambio, las instituciones públicas no solo se concentran en estas cuatro ciudades, también tienen importante presencia en ciudades intermedias y en regiones más apartadas, donde no está el trabajo mejor pago. Esto deja a muchos egresados de este sector ante un escenario menos favorable económicamente a menos que se muden a una gran ciudad”.
MATEO CHACÓN
Periodista de Educación