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Violencia, niños, pobreza: secuelas de la pandemia

Crónica sobre algunos de los efectos de la educación virtual. Hablan expertos.

Kestelman destaca que hablar de una sola pandemia universal es incorrecto, pues “hay muchas pandemias y cuarentenas que son distintas según los estratos económico-sociales y el grado de disfunción familiar”.

Kestelman destaca que hablar de una sola pandemia universal es incorrecto, pues “hay muchas pandemias y cuarentenas que son distintas según los estratos económico-sociales y el grado de disfunción familiar”. Foto: iStock

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Hace unas cuantas semanas apareció, en estas mismas páginas, una crónica mía sobre lo que será la salud mental de los colombianos, y de la humanidad en general, cuando haya pasado la pandemia.
Allí dediqué un par de párrafos al caso de los niños, su situación en particular y su salud mental. El tema me quedó sonando porque mucha gente me dijo que valdría la pena ampliarlo y averiguar, por ejemplo, otros aspectos que no estuvieran relacionados solamente con la familia o la educación infantil sino, además, con la indisciplina social o la violencia.
Fue entonces cuando pedí la valiosa ayuda profesional de tres experimentados maestros que han dedicado todo su tiempo y sus esfuerzos a estudiar los asuntos sociales, éticos, infantiles, juveniles, hogareños y los alcances de la violencia en Colombia durante esta emergencia.
A mis inquietudes y preguntas, los tres caballeros respondieron con sus aportes incomparables. Aquí van.

Aprendizaje y juegos

El doctor Roberto Chaskel Chaskel es profesor en la Universidad de los Andes y coordinador de psiquiatría infantil en la prestigiosa Fundación Santa Fe de Bogotá. Descendiente de alemanes, ha ganado varios galardones nacionales e internacionales, entre ellos, en el año 2018, el Premio Vida y Obra que otorga la Sociedad Colombiana de Psiquiatría.
En los niños más pequeños –comienza él– se advierte hoy un impacto en el desarrollo de su lenguaje y en su motricidad. La pandemia los ha afectado en la destreza y la coordinación de los movimientos musculares, pero también en otros actos permanentes, como correr y saltar o atrapar un objeto.
Hemos comenzado a ver retrasos en su desarrollo académico y del conocimiento porque la mayor parte del tiempo han estado ausentes del colegio
En ese momento le pregunto si, durante la pandemia, los niños, además, se retrasan en el aprendizaje escolar.
En muchos escolares y preescolares –me responde el doctor Chaskel– hemos comenzado a ver retrasos en su desarrollo académico y del conocimiento porque la mayor parte del tiempo han estado ausentes del colegio. Ni los maestros ni los padres estaban listos para cambiar la educación presencial por virtual.

Del Caribe a la disciplina

Jair Vega Casanova se ha pasado la vida estudiando. Profesor de la Universidad del Norte, en Barranquilla, es sociólogo y magíster en comunicaciones, doctor en estudios políticos y sociales.
En consecuencia, es la persona indicada para hacerle una pregunta que a lo largo de estos meses no ha dejado de acosarme: ¿la pandemia ha demostrado, sí o no, que los pobladores del norte de Colombia, es decir, de la región Caribe, son los más indisciplinados del país?
–Desde el comienzo de la pandemia se está hablando de eso –me contesta el doctor Vega–. Creo que es prematuro y aventurado hacer ese tipo de afirmaciones. La verdad es que en la mayoría de las grandes ciudades del país los gobernantes invocan esa indisciplina social solo como un argumento para explicar los grandes picos de contagios.
–¿Y la pobreza? –le pregunto a renglón seguido–. ¿Tiene algo que ver con los contagios?
–Lo que ha pasado a lo largo de la pandemia es que sus orígenes económicos y sociales han sido muy variables. Por ejemplo: en Barranquilla y Cartagena, el virus empezó en los barrios de estratos más altos, pero rápidamente se propagó hacia los sectores populares y allí ha causado el mayor número de contagios y de muertes.
Le pido al doctor Jair Vega que me diga si la pandemia ha incrementado la violencia en Colombia. “Varios factores indican que sí”, me responde. “Y no solo en Colombia, ya que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, en todo el mundo han crecido la violencia intrafamiliar y la de género, que no son propias de la pandemia, pero que se intensifican durante el encierro”.

Los principios morales

Lo cierto es que a ustedes, como a mí, nos inquietan no solo los problemas de la salud física o mental de la gente, sino, además, los asuntos del alma, de los sentimientos humanos, la ética social, los principios morales.
Es por eso que acudo a buscar la ayuda del doctor Jorge Alberto Aldás, presidente del Comité de Ética de la Clínica Shaio, psiquiatra infantil, experto en temas sociales como la violencia.
Los efectos de la pandemia en los seres humanos –empieza explicándome– son integrales, totales, no solo afectan nuestro organismo sino también nuestra mente, nuestro entorno, nuestra vida cotidiana, nuestra visión del futuro.
Y, a continuación, Aldás me dice que por eso la pandemia genera un profundo dilema entre los intereses individuales versus el bien común. Cada uno lucha por su propia conveniencia, o, como dicen los campesinos del Caribe, cada quien jala para su propio catabre.
Otro problema ético que la pandemia ha ocasionado en Colombia, según el análisis del doctor Aldás, “es el hecho de no aceptar que la vacunación tiene un orden o un protocolo, y entonces hay gente que usa todos los recursos económicos, las influencias políticas y hasta alegatos jurídicos para alterar ese orden en la vacunación y tratar de evitar que se destinen recursos para los más pobres y vulnerables”.

Más sobre la violencia

En este punto me parece que es conveniente ampliar lo que ya dijimos atrás sobre la violencia en Colombia durante estos tiempos de la pandemia. El doctor Jair Vega, que en sus estudios sociológicos se ha ocupado de ese tema, y ha dictado seminarios y conferencias sobre el particular en diferentes escenarios, me hace una cuidadosa reflexión.
–Sabemos muy bien –me dice– que, desde antes de la pandemia, en Colombia ha sido muy común la violencia de los hombres contra sus propias mujeres, así como la de los adultos contra niños, niñas y adolescentes, incluyendo maltratos y abusos sexuales.
Pues, para que sepan ustedes, esa situación ha empeorado con la pandemia. Ello no solo se debe a que el encierro ha incrementado la cantidad de tiempo que pasan juntos en casa, “lo cual conduce a que los conflictos y las agresiones se intensifiquen, sino que el confinamiento implica mayor control por parte de los agresores, lo cual reduce la posibilidad de denunciarlos”, concluye el doctor Vega.

Suicidio juvenil

Retomo la conversación con el doctor Roberto Chaskel, y él me dice que sus colegas, los psiquiatras infantiles, están observando en los niños un aumento inquietante de la irritabilidad, las angustias, las depresiones y los trastornos de la alimentación y del sueño.
–En varios hospitales colombianos –añade Chaskel– hemos visto un aumento de los intentos de suicidio y de los suicidios consumados pormenores de dieciocho años. Ese incremento es tan alarmante que ha llegado a ser, en algunos casos, hasta diez veces más alto que en el 2019.
El psiquiatra se detiene un momento y luego prosigue diciéndome que “la otra preocupación que nos aqueja es el aumento entre los jóvenes del consumo de alcohol y de sustancias psicoactivas, como la marihuana y el bazuco”.
Antes de la pandemia, y según lo revela el Estudio Nacional de Salud Mental, en nuestro país más del diez por ciento de niños y adolescentes ya tenían dificultades mentales.
–Ahora –concluye el doctor Chaskel–, si les agregamos los efectos de la pandemia, podríamos ver esas secuelas de por vida, ya que ahora se les añade que los padres no tienen a las citas médicas, o no asisten a ellas por los impedimentos que les impone el encierro. Esa es una de las razones por las que el Estado ha venido haciendo todo lo posible para evitar la deserción escolar y lograr que los niños vuelvan a la escuela de manera presencial. Es que se ha demostrado que el colegio está incluido en la terapia de los niños.

Sin computador

Mientras vamos conversando de estos temas tan fundamentales para comprender los alcances de la pandemia, tales como la escuela presencial, el cierre de los colegios y sus consecuencias en el alma y la mente de los pequeños, el psiquiatra Jorge Aldás hace también nuevos aportes sobre las alteraciones que la zozobra y la angustia les generan a los niños.
–Los efectos de esta emergencia –explica él– se podrían dividir en varios términos de tiempo: en primer lugar están los efectos de corto plazo, que se producen desde que comienza la emergencia o en sus primeros meses; luego vienen los de mediano plazo, que son los del año siguiente, y por último los de largo plazo, que pueden durar hasta años después de que termine la pandemia.
Los muchachos pobres, los que no tienen recursos para comprar computadores y equipos, quedaron excluidos de inmediato de su propio colegio, de su grupo de amigos,
En este punto específico, y en el caso concreto de Colombia, el doctor Aldás comenta que “a los niños y adolescentes se les presentó la oportunidad de mantener su escolarización ‘normal’, asistiendo a clases desde la casa, pero bajo condiciones virtuales, con tecnologías modernas. De modo que, entonces, los muchachos pobres, los que no tienen recursos para comprar computadores y equipos, quedaron excluidos de inmediato de su propio colegio, de su grupo de amigos, sin volver a compartir con sus iguales”.
El doctor Chaskel coincide en esas apreciaciones de su colega Aldás y entrambos comparten tales observaciones.
“A los niños los está afectando en gran medida, desde hace un año, el hecho de ver a sus compañeros y amigos cotidianos solo por redes electrónicas – comenta Chaskel–. Cómo será, entonces, para aquellos que no tienen a tales tecnologías. Eso y la alteración en sus horarios de comida y sueño son factores que contribuyen enormemente al malestar mental de la población más joven”.

Epílogo

El doctor Roberto Chaskel cierra nuestra conversación diciendo que, para los lectores de esta crónica, es bueno conocer la tarea que en Colombia han venido cumpliendo las mesas de trabajo organizadas por los ministerios de Educación y de Salud con la participación de expertos en salud pública, pediatría, educación, y con la ayuda de la Asociación Colombiana de Salud Mental y centenares de psiquiatras infantiles y psicólogos.
Y, el mismo día en que me dice eso, entre una gran expectativa nacional llegan al país las primeras vacunas. Ojalá que sean una solución y no solo una coincidencia.
JUAN GOSSAÍN
Especial para EL TIEMPO

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