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En 38 años, Colombia perdió 4.4 millones de hectáreas de bosques y 55% de sus glaciares
Una nueva herramienta presentó alarmantes datos de la transformación del país desde 1985.
Entre 1985 y 2022, Colombia perdió 4.4 millones de hectáreas de bosques, una extensión similar a 27 veces la ciudad de Bogotá. En el mismo espacio de tiempo, el área cubierta por glaciares disminuyó 55,3 por ciento, mientras que la minería aumentó 245,6 por ciento y el cultivo de palma de aceite (uno de los más cuestionados monocultivos por su impacto ambiental) aumentó en más de 349.000 hectáreas. Esos son tan solo algunos de los datos revelados por la herramienta MapBiomas Colombia, que esta semana fue presentada en la ciudad de Bogotá.
Este instrumento, de uso libre y gratuito, funciona como una plataforma de recopilación, almacenamiento, visualización y análisis de datos a través de 38 mapas de cobertura y uso del suelo en todo el país, desde 1985 hasta 2022. La iniciativa, que ya existe en Brasil, Bolivia y Perú, y que se espera llegue a final de este año a Venezuela y Ecuador, es liderada en Colombia por la Fundación Gaia Amazonas, como parte de RAISG y MapBiomas Network.
Según explica Silvia Gómez, directora ejecutiva de Gaia Amazonas, lo que buscan con esto es mostrar datos técnicos sobre cómo está cambiando el territorio en cuanto a bosques, minería, agricultura, glaciares, manglares, entre otros temas, pero de una manera sencilla, para que así tomadores de decisión, expertos, científicos o cualquiera pueda conocer lo que está pasando. En Brasil, por ejemplo, MapBiomas es citada al menos 20 veces por semana en documentos estatales o artículos científicos.
En 38 años, Colombia perdió 7,5 % de su vegetación natural. Foto:CEET
Entre las cifras que muestran los 38 mapas que hacen parte de la base de datos de MapBiomas Colombia, algunos de los datos alarmantes, según Gómez, es cómo ha venido cambiando la cobertura boscosa de Colombia para transformarse en zonas de agricultura o ganadería extensiva (uno de los factores que impulsa la deforestación) o bien cómo se han perdido más de la mitad de las áreas cubiertas por las denominadas ‘nieves perpetuas’, que debido al calentamiento global han visto una acelerada disminución. En estas casi cuatro décadas Colombia perdió 7,5 por ciento de su vegetación natural.
Al desagregar los datos por región, se evidencia que la magnitud de transformaciones no está igualmente distribuida. La región Caribe ha experimentado los cambios más notables, con una pérdida de 12,1 por ciento de su vegetación natural, un aumento del 632,2 por ciento en el cultivo de palma aceitera, que la ha llevado a concentrar un 42,1 por ciento de dichas plantaciones en el país, y un incremento del 581,4 por ciento de la minería respecto a 1985.
Por otro lado, la región amazónica perdió la mayor parte de bosques naturales (2,6 millones de hectáreas; es decir 16 veces Bogotá), siendo los departamentos de Caquetá (20,3 por ciento), Meta (15,5 por ciento) y Guaviare (11,5 por ciento) los que sufrieron la mayor pérdida. Estos han sido reemplazados principalmente por coberturas asociadas al uso agropecuario.
Es clave señalar que, de acuerdo con expertos, los bosques son claves para mitigar y enfrentar el cambio climático. Eso, por su capacidad para absorber carbono pero también por su trabajo como reguladores climáticos e hídricos. Básicamente de que haya bosques en la Amazonia depende que llueva o no en los páramos de donde surge el agua que se toma en Bogotá.
Pérdida de bosque amazónico entre 1985 y 2020. Foto:Mapbiomas
Además, según las cifras de MapBiomas, las zonas agropecuarias pasaron de 20,7 a 26,1 por ciento en el territorio colombiano. Es decir que tuvieron un aumento de 6.2 millones de hectáreas mientras que los bosques inundables decrecieron 26,7 miles de hectáreas, esto equivale al área de la ciudad de Manizales.
Otro dato que llama la atención es el incremento de cuerpos de agua en el país pasando de 1.5 millones de hectáreas inundadas a 1.8 millones, que aunque en teoría se vería como algo positivo pero que en realidad refleja el aumento del nivel del mar y la deglaciación de cumbres nevadas.
“Los datos son alarmantes y me sorprenden tres: el primero es la pérdida en hectáreas de bosques, el otro es la disminución de glaciares, un dato que prende todas las alarmas, y el otro es el aumento de la minería, donde los lugares más amenazados son Chocó y la región amazónica. Información que debe llevarnos a la acción”, advierte Gómez.