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En estas zonas de Colombia están perdiendo sus hábitats jaguares y pumas
Expertos indican que en los próximos años será más común ver pumas en zonas residenciales.
El jaguar es una especie "casi amenazada" según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Foto: Ricardo Ortiz / Panthera
En Colombia hay seis especies de felinos salvajes, de las 36 que existen en el mundo. El jaguar, el puma, el jaguarundí, el ocelote, el margay y la oncilla viven en las selvas, bosques, páramos, manglares y llanuras del país, que han sido siempre su hogar.
Hoy, varios de esos ecosistemas atraviesan graves amenazas debido a los cambios en el uso del suelo por actividades como la deforestación para prácticas de ganadería extensiva, como pasa en la región de los Llanos Orientales; la extracción de recursos maderables, como pasa en la Amazonia; la minería legal e ilegal, como pasa en el Chocó biogeográfico, o el crecimiento de las zonas urbanas hacia zonas denominadas ‘campestres’, como pasa en algunas partes de Cali y el Eje Cafetero.
El jaguar y el puma, los dos felinos salvajes de mayor tamaño en el país, son de los más afectados.
En varias de esas zonas, los animales empiezan a aparecer, como sucedió hace unos días, cuando durante la noche un puma se adentró en un conjunto residencial en Manizales. Según explica el director regional de la organización Panthera Suramérica, el doctor Esteban Payán, una de las voces con más conocimiento sobre felinos salvajes en Colombia, lo más probable es que cada vez más empecemos a ver grandes felinos en áreas residenciales.
El puma de Manizales es algo a lo que debemos irnos acostumbrando
Payán, quien tiene un doctorado en biología y antropología del University College London, cuenta que, sobre todo, empezarán a verse pumas que viven en la zona de los páramos andinos y que, a pesar de ser el segundo felino más grande del país, después del jaguar, son animales con un tamaño que les permite adaptarse a la interacción con los humanos.
Por eso, ya se ven en zonas residenciales campestres, en cercanías a los que tradicionalmente han sido sus hábitats, como en la zona de la Sierra Nevada de Santa Marta y la zona suroeste del país, en cercanías a ciudades como Popayán, Cali, Armenia, Manizales, entre otras.
El animal ingresó a través de un árbol. Foto:Twitter: @Adriau
“El puma de Manizales es algo a lo que debemos irnos acostumbrando. Los pumas han existido siempre en la zona del parque de Los Nevados, del Eje Cafetero, sobre todo en zona de nivel medio de altura andina hacia arriba. Y muchos pumas en la medida en que se acerca la gente, pues hay cada vez más de estos condominios rurales, pues nosotros estamos metiéndonos a la casa del puma”, señala.
Para él, la noticia no es que un puma se haya metido a la casa de las personas, sino que las personas se están metiendo en la casa de los pumas. “En la medida en la que ya les colonizamos la casa, y hay cada vez menos de comer, esos pumas tienen que empezar a adaptarse, y van a empezar a comer ratas, van a empezar a comer basura, y eso lo hemos visto en todo el oeste de los Estados Unidos, como la gente convive en sus vecindarios suburbanos con pumas y los reconocen, los valoran y los celebran”, añade Payán.
Un ejemplo, asegura, es el caso del P-22, un puma que vive en las colinas de Hollywood, en California (EE. UU.) y al que los residentes de la zona le crearon una cuenta de Twitter, llamada @P22ofHollywood, donde las personas suben tuits e información cada vez que hay avistamientos del animal, que se ha convertido en toda una celebridad de la zona.
En ese sentido, según Payán, lo mismo empezará a pasar en Colombia en la medida en que cada vez más las ciudades crecen hacia las afueras, a zonas boscosas que tradicionalmente han estado habitadas por estos animales, que empiezan a perder sus ecosistemas y, por ende, parte de sus cadenas alimenticias.
“No nos van a hacer nada, solo van a merodear por allí y hay que aprender a vivir con ellos”, asegura el experto.
Jaguar, otro panorama
Señala Payán que la situación con el jaguar es distinta y mucho más compleja. “Hay una diferenciación entre las especies y su capacidad de adaptación a ambientes o hábitats perturbados. Los jaguares no son muy adaptables porque son muy grandes, requieren presas muy grandes, y si en su condominio no hay venados o saínos salvajes, el jaguar no tiene nada que hacer allí. Pero los pumas sí son mucho más adaptables, salen de día o de noche, se adaptan, como hemos visto en los Estados Unidos, a ver cuando nadie está cerca para entrar y llevarse algo de comer”, puntualiza.
El jaguar es una especie clave en el equilibrio de los ecosistemas y del agua. Foto:
Además, según explica Payán, los jaguares, que habitan en 18 países de América Latina, desde México hasta Argentina, están hoy en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), bajo la categoría de ‘casi amenazados’.
Según explica Panthera Colombia, dicho estatus está en revisión y podría ser elevado a ‘vulnerable’ próximamente.
Una situación muy distinta a la del puma, que a pesar de haber perdido el 40 por ciento de su área de distribución en Latinoamérica y ser desplazado de la mitad oriental de Estados Unidos tras los doscientos años de la colonización Europea, hoy se mantiene, sin embargo, en la clasificación de ‘preocupación menor’, en la lista de la UICN.
“En este momento está empeorando la condición de conservación del jaguar a nivel colombiano. Principalmente por la deforestación galopante del Amazonas en el país y en toda la región amazónica en general. Eso está destruyendo no solo la gran población de jaguares sino que también está afectando nuestra capacidad de adaptarnos al cambio climático; en la medida que tengamos más bosque conectado, estaremos más capacitados para enfrentar el clima cambiante”, destaca.
Además, la minería legal e ilegal está empezando a llegar a espacios donde existe el llamado corredor del jaguar, una zona que comprende las áreas donde el jaguar se mueve, come y se reproduce en el país, y además donde se da una mezcla reproductiva que les entrega la integridad genética que requieren para sobrevivir como especie.
Básicamente la ganadería, la creación de centros urbanos o rurales y la tala de bosques han intervenido esta ruta y han impedido que las diferentes poblaciones de jaguar que viven en América y que tienen distintas cargas genéticas se encuentren y se reproduzcan generando jaguares con cargas genéticas más fuertes, que les permite adaptarse de mejor manera a sus entornos.
Ante eso, explica Payán, la solución es zonificar, y crear zonas donde se puedan hacer distintas actividades que no corten la ruta que atraviesan las poblaciones de jaguar en Colombia y que hoy se ven cortadas en algunos lugares por el avance de las actividades humanas, para eso la protección de la serranía de San Lucas, un tema en el que, asegura Payán, vienen trabajando desde hace 13 años, será esencial.
Al respecto, explica Angélica Díaz, investigadora adjunta de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto Alexander von Humboldt, y quien ha participado en los programas de avistamiento e investigación del jaguar y otros felinos en el país, hoy lo que se ve es que todos los corredores del jaguar en el país están siendo intervenidos, por lo que se necesitan acciones que ayuden a permitir la coexistencia felino-humano y que aseguren el bienestar para unos y otros.
“Cualquier área protegida aporta significativamente a la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, para el caso del jaguar en Colombia se ha identificado el área correspondiente a la serranía de San Lucas como un bastión fundamental para la conservación de la especie, ya que geográficamente se encuentra ubicada en el centro de uno de los corredores de conectividad más estratégico entre las poblaciones de Centro y Sudamérica”, destaca la experta.
Para ella, “el gran reto es la coexistencia”, pues es necesario reconocer que humanos y grandes felinos, como los jaguares, convivimos en el mismo espacio, y que las decisiones que realizan las personas generan impactos sobre los ecosistemas que naturalmente han ocupado los animales.
“Este nivel de conciencia podría llevarnos a tomar mejores decisiones en cualquier escala, tanto a nivel individual (personal) como en los sectores empresariales o bien para definir políticas estatales”, finaliza.