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Mompox comparte su alma con quienes la visitan
Sumérjase en la cultura y las tradiciones que han sobrevivido por siglos.
Decir que Mompox es un escenario de película es bastante preciso, tanto en el sentido literal como en el figurado. El Distrito Especial, Turístico, Histórico y Cultural de Santa Cruz de Mompox, ubicado en el departamento de Bolívar, ha servido de locación para películas, series de televisión, novelas, documentales, videos musicales y hasta comerciales, con Crónica de una muerte anunciada, Los viajes del viento y Escalona como algunas de las producciones más recordadas que encontraron en sus calles el telón de fondo para recrear algún pueblo del Caribe colombiano.
Callejón de La Sierpe (Mompox). Foto:Alejandra López
Y es que al caminar por esta población, que fue fundada en el siglo XVI y creció al borde del río Magdalena con la opulencia que traía por sus aguas esta ruta fluvial, es imposible dejar de pensar que es una experiencia macondiana. Mucho más cuando en callejones como el de La Sierpe, una placa les recuerda a los visitantes que el realismo mágico de García Márquez es una realidad en estos pueblos del norte del país, porque precisamente este pasadizo fue el que inspiró el nombre de una pequeña población cercana al municipio de Sucre (Sucre), que fue escenario de uno de los cuentos del nobel: La marquesita de La Sierpe.
Mitad infortunio, mitad bendición, el Magdalena se alejó de Mompox a mediados del siglo XIX. El río se dividió en dos y las aguas del brazo de menor caudal quedaron como el recuerdo del paso de los barcos de vapor que bajaban hacia el centro del país, pero los lugareños se preguntan qué hubiera pasado si la dirección del río hubiera sido otra, quizá el centro histórico, declarado monumento nacional en 1959 y patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1995, ya no estaría allí para el deleite de los turistas.
Por mucho tiempo llegar hasta allí para ver la arquitectura andaluza que heredaron los momposinos de la colonización española implicaba cruzar en algún tramo del camino en ferri el Magdalena. Una historia que cambió drásticamente este año con la entrada en funcionamiento del puente El Roncador, que comunica Magangué con Cicuco y es el más largo del país, un evento que coincidió con la reactivación del turismo gracias a la tregua que dio la pandemia con el avance de la vacunación, sorprendiendo a los momposinos con la llegada de nuevos visitantes.
El puente El Roncador comunica Magangué con Cicuco. Foto:Héctor Fabio Zamora
Llegar a esta población y pasear por sus calles llenas de historia, cultura y tradiciones ahora también es más fácil gracias a rutas aéreas como las de la aerolínea Easy Fly, que recientemente estrenó sus vuelos desde Medellín, una de las ciudades desde donde reciben mayor número de visitantes, al aeropuerto San Bernardo en Mompox. Esta compañía está próxima a lanzar también vuelos desde Bogotá.
Mompox, tierra de Dios...
Los recorridos por el río Magdalena también hacen parte de los planes que se pueden realizar en Mompox. Foto:Héctor Fabio Zamora
Betty Sinning, secretaria de Cultura y Turismo de Mompox, define a esta ciudad como una tierra llena de magia. “La atmósfera que la rodea la convierte en algo muy especial porque está edificada prácticamente sobre el agua, esta es una región de mucha agua con caños, ríos, riachuelos, lo que llamamos la depresión momposina, eso hace que la naturaleza tenga muchas especialidades como sus atardeceres, la noche y la música”, lo que la funcionaria llama la parte del alma de esta población.
Pero entre sus atractivos más tangibles que no se pueden dejar de visitar están sus seis iglesias de arquitectura colonial, que también puede apreciarse en las casas tradicionales, en las estructuras que se transformaron de bodegas donde se almacenaban mercancías que llegaban por el Magdalena en viviendas, cafés y restaurantes que hoy recorren la albarrada y en el edificio que algún día hizo parte del mercado de Mompox y que en la actualidad alberga al restaurante Crónicas y un mercado artesanal. Y aunque a primera vista puede parecerse a Cartagena, las construcciones momposinas tienen particularidades que las hacen únicas, gracias a la forja con la que se elaboraron ventanas en hierro, un lujo de la época colonial que ellos sí pudieron darse porque no estaban expuestos a la corrosión de la sal del mar.
Las coloridas e históricas calles de Mompox. Foto:Héctor Fabio Zamora
La filigrana de Mompox incluye diseños tradicionales con influencia árabe. Foto:Héctor Fabio Zamora
Conocer de primera mano el proceso de elaboración de la filigrana momposina y aprovechar la oportunidad para comprar un detalle verdaderamente único para un ser querido, si no se le mide a elaborarlo usted mismo en los talleres que ofrecen las joyerías a los turistas, también debe hacer parte de su itinerario si visita esta tierra.
Un recorrido que también debe tener espacio para probar la gastronomía que ofrecen desde restaurantes de comida tradicional hasta nuevas propuestas que han surgido con el impulso al turismo y que aprovechan también los productos del río para ofrecer platos innovadores, además de otras ofertas de comida internacional.
Un menú en el que no puede faltar ni el jugo ni el vino de corozo, un producto en el que se ha especializado Abad Sosa, a quien bautizaron como el alquimista del vino por convertir en esta bebida hasta las frutas más desconocidas. Desde Vino Mompox les ofrece a los visitantes la oportunidad de disfrutar esa tradición que en los hogares momposinos se mantenía de atender a las visitas con esta particular bebida o amenizar con ella los días de fiesta.
Bien sea para apreciar su famosa Semana Santa, para asistir al Festival del Jazz o simplemente para conocer su historia, Mompox hoy cuenta con 70 hoteles registrados listos para recibir a los colombianos.