La vida nueva del año nuevo puede ser muy relativa. Siempre hay planes: bajar de peso, dejar un mal hábito, ahorrar un poco.
También puede ser un momento de revisión interna. De decir, bueno, esto y aquello lo estamos haciendo mal y si no cambiamos ya, en febrero nos va a dar pereza.
Pero hay palabras, como las de
Diego Fernando García Rubio, boyacense, seminarista en Tunja, joven de 21 años, que nos llevan a mirar más allá.
Él es el invitado del blog Paz y desarrollo del 9 de enero en eltiempo.com (http://blogs.eltiempo.com/pazydesarrollo) y nos invita a analizar uno de los flagelos del humano de hoy: la soledad.
“Esta
soledad es producto del mal que recibimos, que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos, a no confiar en el otro por miedo a sufrir, y es allí donde se fabrica el rencor, el estar prevenidos ante los demás, y tantos otros sentimientos que van destruyendo a quien los alimenta”, escribe.
La pandemia nos ha traído formas de soledad (no abrazar, no besar, quedarnos en casa…) y eso no se puede negar. Y duelos y dolores por tantos muertos. Pero, como agrega García en su escrito: “Si tenemos que luchar contra un mal, hagámoslo, pero siempre digamos ‘no’ a la violencia interior” (Amoris Laetitia, No. 104).
El joven, que a los 17 años descubrió su vocación sacerdotal, pide que la humanidad no se consuma, sino que busque opciones, que siempre las hay.
No en vano uno de los memes de inicios de este 2022 mostraba el 1 final del 2021 con la imagen de una persona, y el último dos de este año, con dos personas. Ese pude ser un indicio para que busquemos compañía, buenas personas que caminen con nosotros en calidad de lo que lleguen: amigos, compañeros de viaje, personas con las que compartamos algún gusto.