Incendios en Chile vuelven cenizas el sueño de un sommelier bogotano / Una copa
El fuego arrasó la bodega donde Beto Fernández elaboraba sus Leoncio Wines, en el Valle de Itata.
Víctor Manuel Vargas Silva es editor jefe de la edición del Domingo de EL TIEMPO y escribe, por placer, sobre vinos y destilados desde varios años. Foto: Michelle Morales
La idea que tenemos del vino está muy asociada con el placer. Pero en el mundo del vino también se sufre. Una helada, una plaga, un ataque de hongos, un incendio y hasta un terremoto pueden echar por el suelo años de trabajo y esfuerzos.
Los feroces incendios forestales que golpean el centro-sur de Chile desde inicios de este mes, y que han arrasado más de 400.000 hectáreas, destruido más de 1.500 viviendas y causado 25 muertos y 7.000 damnificados, han afectado al sector vitivinícola chileno en varios puntos, pero sobre todo en el valle del Itata: una zona de pequeños productores y tradición centenaria que se ha venido posicionando como una de las regiones de vino más interesantes del país austral.
Pronto nos vimos rodeados por el fuego, la bodega empezó a arder y tuvimos que salir corriendo… Es como un tsunami de fuego, algo imparable, una ola que lo arrasa todo”.
La Asociación Gremial de Viñateros del valle del Itata habla de un 80 por ciento de los viñedos dañados, pues los que no fueron arrasados por el fuego están afectados por el humo, las cenizas y las altas temperaturas. “El daño es muy severo”, confirmó Aurelio Montes, presidente de Vinos de Chile.
Un colombiano sufrió esta tragedia en carne propia. Se trata de Beto Fernández, un sommelier bogotano que se embarcó en el sueño de hacer sus propios vinos y eligió la zona de Guarilihue, en Itata (480 kilómetros al sur de Santiago), para hacerlo. En el 2021 sacó los primeros tres vinos de su marca, Leoncio Wines (un moscatel, un país y un cinsault), y ya había empezado a exportar en pequeñas cantidades. Pero el 2 de febrero su sueño se hizo cenizas.
Panorámica exterior de cómo la bodega donde Beto Fernández elaboraba sus vinos en la zona de Guarilihue, Valle de Itata, 480 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Foto:Beto Fernández.
“Cuando llegué a la bodega donde hacía mis vinos, todavía no se estaba quemando. Llegué con Jorge, un amigo viñatero con quien compartimos ese espacio, e hicimos todo lo que pudimos, pero pronto nos vimos rodeados por el fuego, la bodega empezó a arder y tuvimos que salir corriendo… Es como un tsunami de fuego, algo imparable, una ola que lo arrasa todo”.
Adentro de la bodega todo quedó destruido. Solo los muros quedaron en pie. Foto:Beto Fernández
“Perdí 9.000 litros de vino, 12.000 botellas, 12.000 corchos, las etiquetas, los tanques, los fermentadores, lo perdí todo. Y, además, el 70 % de los viñedos con los que trabajo están afectados”.
“Perdí 9.000 litros de vino, que era mi producción del 2022, 12.000 botellas, 12.000 corchos, las etiquetas, los tanques, los fermentadores, lo perdí todo. Y, además, el 70 por ciento de los viñedos con los que trabajo están afectados”.
Lo único que le quedó a este sommelier bogotano y hoy productor de vinos fueron 1.800 botellas de la cosecha
2021, botellas que tenía en su casa
para una posible exportación a
Estados Unidos.
Él calcula que solo para el 2024 podrá recuperar su producción. “Serán un par de años duros, pero me voy a quedar en Itata, voy a persistir en mi sueño de ser productor y exportador de vinos orgánicos”, dice Fernández, quien resalta que la solidaridad y sentido de comunidad que experimentó durante este episodio lo unieron aún más al valle del Itata.
Beto Fernández, que sacó su primera producción de vinos con su marca Leoncio Wines en el 2021, no piensa rendirse. Dice que se quedará en el Valle de Itata y volverá a empezar. Foto:Beto Fernández
“El viernes –cuenta– el fuego estaba muy cerca de la bodega de unos amigos y nos juntamos varias personas con camionetas, bidones de agua, palas y estuvimos allí hasta que logramos salvar la bodega. Luego vinieron amigos a ayudarnos a sacar lo poco que quedó de la nuestra y a despejar el lugar. Llegaron con comida, con sonrisas y nos dieron un gran apoyo. La gente ha sido muy especial, hay que seguir”.
El temple está, Itata renacerá de sus cenizas y un colombiano pondrá su granito de arena. ¡Salud por ello!
Víctor Manuel Vargas Silva
Editor de la Edición Domingo de EL TIEMPO y periodista de vinos
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