Opinión

‘Si no sabes, confúndelos’

Aunque algunos temas son intrínsecamente complejos, es factible simplificarlos sin perder su esencia. 

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Las palabras tienen un poder transformador en nuestras vidas porque nos ayudan a organizar y dar sentido a nuestros pensamientos y emociones, creando narrativas que moldean nuestra percepción del mundo.
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Cuando estamos expuestos a palabras claras y razonamientos bien fundamentados, fortalecemos nuestra capacidad para entender la realidad. Por el contrario, cuando escuchamos palabras vacías, razonamientos falsos y “hechos alternativos”, podemos llegar a creerlos, lo que dificulta el pensamiento lógico y crítico.
En el libro ¿Por qué los empresarios hablan como idiotas? se dice que el uso de términos complicados, expresiones en otros idiomas y acrónimos se debe a la inseguridad, al deseo de parecer más inteligentes o a la intención de hacer creer a los demás que se está diciendo algo novedoso cuando no es así. Sus autores, Fugere, Hardaway, y Warshawsky, proporcionan algunas reglas para dominar los discursos vacíos.
Primero, dicen, siempre que sea posible, use palabras adicionales. Por ejemplo, en lugar de decir simplemente “conocimiento”, diga “base de conocimientos”. Esto hace que suene más importante. Segundo, use tantos acrónimos como sea posible. Por ejemplo, diga algo como “BPO se utilizará para reducir gastos en nuestro sistema CRM en la sede durante el 3T”. Esto confunde a la gente y les hace pensar que usted es un genio. Por último, intente dominar el uso de frases de negocios importantes como “nuevo paradigma”, “inteligencia empresarial” y “propuesta de valor”. Estas frases suenan sofisticadas, aunque no signifiquen mucho.
Pienso que algo similar ocurre con algunos politólogos. Argumentando que trabajan con cuestiones abstractas que solo se pueden expresar con un lenguaje técnico, hablan de realpolitik, endogeneidad, ecosistema político, lienzo electoral o interseccionalidad. No me sorprende que muchas personas dejen de cumplir los acuerdos a los que llegan con ellos, simplemente porque no los entienden.
La falta de claridad en el lenguaje es a menudo el origen de muchas discusiones, ya que todos hemos interactuado con personas que aplican la táctica del “si no sabes, confúndelos”. Aunque algunos temas son intrínsecamente complejos, es factible simplificarlos sin perder su esencia. Jorge Orlando Melo es un ejemplo de cómo, con humildad, conocimiento y lucidez mental, se puede explicar de manera coherente un tema tan complicado como la historia de nuestro país.

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