Las vías aledañas a las universidades se han convertido en las zonas preferidas de diferentes delincuentes en Bogotá. Días atrás, Josue Rodríguez, estudiante de la Universidad Javeriana, fue atracado en la calle 39 cuando se dirigía a la estación de TransMileno.
“Me robaron mi celular, la billetera y la maleta. Eran las 6:00 p. m., salí de clase y en el centro comercial Plaza 39 un hombre con una cámara se me acercó, me dijo que estaba perdido, que si yo vendía marihuana; le respondí que no, empecé a caminar y más adelante me interceptó para robarme”, comentó Rodríguez.
Aunque día a día se reportan más casos donde los estudiantes universitarios son las principales víctimas de la delincuencia en este sector, lo cierto es que las cifras entregadas por la Policía Metropolitana de Bogotá (Mebog) señalan que, mientras en febrero del 2022 hubo 41 hurtos a personas, en lo corrido de este año llegan a 31 los casos reportados.
A veces cuando nadie va tomar transporte público es preferible coger taxi o un Uber, pues ir a TransMilenio resulta más peligroso
Ahora, los datos de la Mebog, con corte de febrero de este año, también permitieron conocer que el hurto a personas se ha reducido en un 10 por ciento en el cuadrante primero de Chapinero que limita con la localidad de Santa Fe, de la carrera 1.ª hasta la avenida Caracas, entre la diagonal 40a y la calle 46, que abarca las inmediaciones de la Universidad Javeriana, el parque Nacional y los sectores de Cataluña y el Sagrado Corazón.
Allí también están localizadas las universidades Piloto, Militar Nueva Granada y la Manuela Beltrán.
A pesar de los resultados positivos que las autoridades señalan haber tenido en materia de hurto a estudiantes, EL TIEMPO habló con varios de ellos, quienes siguen denunciando que ese corredor universitario, ubicado entre las localidades de Teusaquillo, Chapinero, Santa Fe y La Candelaria, se ha convertido en uno de los más inseguros sobre todo en horas de la noche o de la tarde, en la franja que va desde las 12:00 del mediodía y las 2:00 p. m.
Según Cristián Paéz*, de 21 años y estudiante de la Javeriana, “ya no se puede caminar tranquilo a coger transporte. Muchos de ellos (delincuentes) aparentan ser estudiantes, pero no falta el ladrón que finge para poder robar a los que estamos distraídos”.
Con esa versión también coincidió Tatiana Estupiñan*, de 22 años, quien comentó que “a veces cuando nadie va tomar transporte público es preferible coger taxi o un Uber, pues ir a TransMilenio resulta más peligroso, sea a la estación de la Calle 45 o la avenida 39”. Según ella, se vuelve “estresante y triste” tener que buscar compañía para poder salir de la universidad.
Sin embargo, el tema de la inseguridad para los estudiantes de las universidades del oriente de la ciudad no es nuevo, de hecho, el año pasado las autoridades dieron un golpe en el que cayó alias Frozen, uno de los delincuentes que más atemorizaba a los estudiantes y que había logrado evadir la ley en varias oportunidades.
Este hombre de solo 26 años era uno de los mayores criminales del sector y quien, además de ser ladrón, se caracterizaba por manejar psicológicamente a sus víctimas para hurtarlas.
‘Modus Operandi’
Según afirma Andrés Nieto, exsubsecretario de Seguridad de Bogotá, estas bandas delincuenciales no buscan robar un elemento en particular, sino que, van en búsqueda de un perfil de víctima especifico, y es el del estudiante. Por esa razón, dice Nieto, se enfocan en entender sus comportamientos, los sitios y personas que frecuentan y se especializan en predecir sus posibles reacciones ante los robos.
Ahora, mientras los datos revelan que en el cuadrante primero de Chapinero los hurtos se han reducido, en el 32 la situación parece no mejorar. En la zona que abarca desde la carrera 7.ª hasta la Caracas, entre las calles 59 y 64, es donde más estudiantes han denunciado ser víctimas.
Siempre hay grupos de dos o tres personas esperando a que uno pase y, después se abalanzan para poder amenazar con arma blanca o llevarse sus cosas con el famoso raponazo
En este caso las cifras han incrementado un 175 por ciento durante enero y febrero de este año, en comparación con el mismo periodo de 2023. Es decir que, a corte del segundo mes de 2022, 56 personas habían denunciado ser víctimas de hurto. Sin embargo, este 2023, la cuenta ya alcanza las 154 denuncias en ese cuadrante.
Una de las universidades más azotada por el delito ha sido el Politécnico Grancolombiano.
Los jóvenes que tienen clase en la tarde son los que más han reportado estos hurtos. Uno de ellos, Felipe Jiménez*, de 19 años, le comentó a este diario que los casos se presentan frecuentemente en la calle 63 llegando a la carrera 13.
“Siempre hay grupos de dos o tres personas esperando a que uno pase y, después se abalanzan para poder amenazar con arma blanca o llevarse sus cosas con el famoso raponazo”, comentó Jiménez.
Ante la situación de inseguridad, la universidad señaló que ellos solo pueden responder cuando estos actos suceden dentro de los buses que llevan a los jóvenes al campus o estando dentro de las instalaciones. Pese a esto, la Policía de la localidad señaló que se desarrollan operativos de control y vigilancia para poder asegurar a los estudiantes durante las horas más críticas de la jornada.
La crisis del centro
En el cuadrante que abarca desde la carrera 10 hasta la carrera 1.ª, entre las calles 7 y 26, el hurto a personas han incrementado en un 92 por ciento. Del año anterior a este, pasaron de 25 a 13 las víctimas en los dos primeros meses. Una de ellas es Luis Galindo*, quien en el regreso a su universidad fue hurtado a plena luz del día.
Hacía las 3:00 de la tarde dos hombres empezaron a caminar detrás mío cerca a la estación de Universidades. Estando a una cuadra, uno de ellos me hace zancadilla y el otro agarra mi maleta y se va corriendo”, aseguró Galindo.
Según el joven, se volvió algo normal que sus compañeros lleguen a clases sin sus pertenencias porque los hurtaron cerca de la universidad a pocas cuadras de los paraderos de Sitp o TransMilenio.
Esto, según Nieto, es porque los delincuentes aprendieron la técnica para atacar. “Los ladrones tienen en cuenta las condiciones de infraestructura, como las vías oscuras o la cantidad de personas que transitan por determinado sector. También, que no tenga por donde escapar y, además, está el factor de oportunidad, que incluye que el estudiante este distraído o no esté atento de lo que va pasando y sea víctima de raponazo”.
Además, dice Hugo Acero, analistas y exsecretario de Seguridad, que para los delincuentes cada estudiante representa entre siete y ocho millones de pesos por las pertenencias que llevan en sus bolsos y señala que es necesario una integración entre universidades y autoridades para frenar el delito.
*Nombres cambiados por seguridad.
NICOLÁS MACÍAS ROJAS
REDACCIÓN BOGOTÁ.