El último ‘Informe mundial sobre las drogas’ de Naciones Unidas registró que alrededor de 284 millones de personas entre 15 y 64 años (el 5,6 por ciento de la población) consumieron drogas en el mundo en 2020. Otro estudio de Global Burden Disease encontró que en el 2019, se presentaron 494.000 muertes relacionadas con las drogas en el mundo, muchas de ellas prevenibles.
En Colombia, el proyecto Échele Cabeza asegura que en el 2022 previno a más de 3.700 personas de consumir sustancias psicoactivas (SPA) sospechosas y las protegió de intoxicaciones graves y, en algunos casos, de una muerte segura.
Convencidos de que el prohibicionismo no va a impedir que mucha gente siga consumiendo drogas, los integrantes del proyecto llevan 13 años trabajando por un uso responsable e informado de estas sustancias y en la reducción de riesgos y daños en el marco del uso de psicoactivos.
En los raves –fiestas de música electrónica–, festivales y conciertos, los consumidores ya identifican los estands de Échele Cabeza y los buscan para saber si lo que van a ingerir corresponde a la SPA que compraron.
La organización cuenta con un permiso del Fondo Nacional de Estupefacientes que les permite hacer análisis en festivales y trabajan con el Ministerio de Justicia para identificar sustancias que ponen en riesgo la vida de las personas.
El enfoque de Échele Cabeza consiste en disminuir los efectos negativos y prevenir sobredosis a través de información y pedagogía del autocuidado.
Los inicios
La idea de un proyecto enfocado en el uso de drogas informado y consciente nació con Julián Quintero, director de Acción Técnica Social (ATS) y uno de los fundadores de ‘Échele cabeza para que no se dé en la cabeza’. Como consumidor y durante la universidad, leyó sobre el concepto de ‘reducción de riesgos y daños’ como estrategia para el consumo no problemático de SPA. Abordó más el tema cuando se fue a España a hacer su maestría y junto con Energy Control (programa español con este enfoque) aprendió al respecto.
Cuando volvió a Colombia, en el segundo semestre de 2009, con un grupo de amigos iban a fiestas a repartir agua, frutas y a explicar cuáles eran las dosis adecuadas y las mezclas peligrosas. Con ese antecedente de pedagogía, Échele Cabeza nació formalmente en abril de 2010 para hacer su primera intervención de campo (asesorar en fiestas sobre el consumo de SPA) con financiación del Ministerio de Salud.
Además de proyectos con el Estado, Échele Cabeza ha trabajado con grandes eventos como el Festival Estéreo Pícnic (FEP) y Baum para ser el lugar seguro de quienes consumen en estas fiestas. “Con el paso del tiempo, los organizadores se han dado cuenta de que tenernos disminuye y evita la cantidad de personas ‘malviajadas’, enfermas e incluso muertas. Y eso se traduce en reputación”, dice Quintero.
No obstante, su accionar no ha estado libre de críticas por parte de quienes piensan que con sus acciones de alguna forma normalizan, trivializan y promueven el consumo de drogas entre los jóvenes. “El consumo de drogas puede ser una elección personal, pero no significa que sea una elección conveniente”, escribió uno de sus detractores en Twitter. Mientras que otros subrayan que no se puede olvidar que el tráfico y consumo de drogas alimenta buena parte de la violencia que golpea al país.
La evolución
El director de ATS explica que desde que están en raves y festivales musicales han observado una transición. “Hace 10 años, en los eventos solo estaba la Policía prohibiendo. Hoy, esta institución está en las entradas haciendo requisas para buscar armas o distribuidores ilegales, y nosotros estamos adentro, educando a los s de SPA”. Ocasionalmente, Échele Cabeza le provee muestras a la Policía para analizar las sustancias psicoactivas que circulan en las fiestas y, en caso de ser necesario, lanzar alertas.
Además de los eventos, en Bogotá, cuentan con puntos fijos de análisis de sustancias (con un costo de 20.000 pesos) y asesoría en Teusaquillo, donde queda su sede principal, y en Kaputt Club, que es gratuito. “Es el único bar de la ciudad que paga para que estemos allí todos los fines de semana”, recalca Quintero. También ampliaron su cobertura a Medellín y Cali por las ayudas económicas que reciben de los mismos eventos.
La organización hace cuatro tipos de análisis. El primero es el de colorimetría, con el que les dicen a las personas si la sustancia corresponde a la que compraron. Después pasa a otro llamado cromatografía en capa fina o TLC, con el que se conocen los componentes de las SPA. “Estamos usando mucho el TLC por el consumo de tusibi, que es un coctel de sustancias ”, explica Quintero.
El tercer análisis se realiza con una máquina FTIR que, con el método de espectroscopía infrarroja, muestra los componentes y sus porcentajes. Por último, cuando hay sustancias “muy raras” o intoxicaciones por una misma SPA, las analizan con cromatografía de gases con detector selectivo de masas, que se hace con máquinas de la Universidad Industrial de Santander o directamente con la Policía. “Cuando sale el resultado de ese último análisis, que puede tardar de 10 días a un mes, la sustancia puede aparecer en el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) del Ministerio de Justicia”.
Aparte del servicio de análisis de sustancias, David Moreno, voluntario de Échele Cabeza desde hace 9 años, sostiene que el equipo da recomendaciones como vías de istración, tipo de sustancia, dosis, tiempo de subida, duración del efecto, interacciones que las SPA tienen con otras sustancias a partir de cuatro categorías: precaución, riesgo, alto riesgo y muy peligroso, así como posibles alimentos que pueden ayudar a la recuperación tras una fiesta.
“Basados en la ciencia, les brindamos información necesaria a los muchachos que son s de SPA, pues no todo el mundo tiene a esta información. En resumen, ayudamos a un consumo de forma responsable”, dice Moreno.
En el caso del Estereo Picnic, además del análisis de las muestras, Échele Cabeza cuenta con Oasis, un espacio de recuperación dentro del evento que busca reducir situaciones de riesgo como estados de deshidratación, crisis físicas o psicológicas y desequilibrios por falta de alimentos y mezclas de sustancias.
El panorama actual
Según el último informe de análisis de sustancias de 2022, Échele Cabeza brindó atención en 292 eventos, en su mayoría en Bogotá (241), Cali (27) y Medellín (21); y a 3.712 personas.
La mayoría de las sustancias analizadas fueron comprimidos de MDMA (éxtasis) con un 52 %, de las que un 86 % fueron muestras positivas y un 13 % negativas; cristales de MDMA –otra presentación del MDMA– con un 20 % (95 % positivos y 5 % negativos); LSD con un 11 % (75 % positivos y 25 % negativos), y tusibi con un 10 %.
“En los últimos años hemos presenciado una transición de sustancias psicoactivas de mala calidad a unas mejor preparadas, y esto se debe a que mucha gente en la ilegalidad se está alistando para un mercado de drogas legales”, dice Quintero. Por ejemplo, según el citado informe, los cristales de MDMA aumentaron su calidad en un 12 %. Del total de muestras analizadas en 2021 de esta SPA, el 83 % correspondió a la sustancia, mientras que en 2022 este porcentaje aumentó a 95 %.
Por otro lado, Quintero menciona que, en los últimos años, los psicoestimulantes “le están ganando” un lugar importante a la cocaína en los espacios en los que ellos están presentes. También asegura que hay una exploración por los psicodélicos como los hongos y el LSD, y una preocupación sobre el crecimiento en el consumo del tusibi.
“Este preparado es muy peligroso porque nunca sabemos realmente qué sustancias contiene. Hemos detectado la presencia de oxicodona, benzodiacepinas, cocaína, catinonas y metanfetamina, que pueden llegar a ser altamente riesgosas”, explica Quintero. Durante 2022 lograron que un 38 % de las personas no consumiera el producto y que un 15 % lo dejara con los integrantes de la organización para un análisis detallado.
Para Échele Cabeza, los riesgos a la hora de consumir en Colombia no solo están relacionados con el abuso, la calidad de sustancias psicoactivas y las mezclas, sino también con las fallas logísticas de algunos lugares que no proveen el mínimo vital de agua, sobrevenden las boletas y no tienen buena ventilación. Al identificar estos problemas, la organización también hace pedagogía con los organizadores de las fiestas para que entiendan que es indispensable asegurar el bienestar de los asistentes.
El futuro
En Colombia se están dando discusiones alrededor de las SPA. De hecho, la Comisión Primera del Senado aprobó esta semana en séptimo debate (de ocho) el proyecto que busca regular la venta de cannabis recreativo de uso adulto. Y en opinión de algunos expertos, esto sería un gran paso para las discusiones futuras sobre la regulación de otras sustancias.
Al respecto, Quintero enfatiza una vez más en la pedagogía que se tiene que dar alrededor del consumo de cannabis. “Debemos prepararnos como sociedad para la entrada de la marihuana legal. Es necesario que antes de que suceda, la entendamos para que no nos atropelle y eso se hace a través de la educación”.
“El camino es poder vivir en paz con las drogas. Nuestro futuro está en acompañar todo el proceso de cambio de paradigma porque nacimos en un contexto de prohibición y vamos a morir en uno de legalización, donde desapareceremos como proyecto y nos convirtamos en una política pública, en una estrategia de gobierno”, concluye el director de ATS.
ANGIE TATIANA RODRÍGUEZ BERNAL
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
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