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El macondiano librero de Bogotá que completa este año 30 lecturas consecutivas de 'Cien años de soledad'

Álvaro Castillo Granada fue librero y amigo de Gabriel García Márquez.

El librero Álvaro Castillo Granada con Gabriel García Márquez en La Habana. El escritor lo bautizó como 'Librovejero'

El librero Álvaro Castillo Granada con Gabriel García Márquez en La Habana. El escritor lo bautizó como 'Librovejero' Foto: Archivo particular

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Si Gabriel García Márquez hubiera conocido a Álvaro Castillo Granada, su amigo y librero de confianza, antes de escribir 'Cien años de soledad', por su perfil macondiano de obsesivo lector y rastreador de libros de anticuario, probablemente lo habría incluido en su novela culmen. Solo, que el primer encuentro de los dos se produjo en Cartagena, en 1996, y el punto final de la monumental saga de los Buendía lo puso el escritor de Aracataca treinta años antes: septiembre de 1966.
Castillo Granada se inauguró como librero en Enviado Especial Libros, propiedad de la periodista Gloria Moreno, esposa del célebre reportero y cronista Germán Castro Caycedo

Castillo Granada se inauguró como librero en Enviado Especial Libros. Foto:Archivo particular

Alienta imaginar a Castillo, el librero, en su arca de incunables, vecino de la tienda de Catarino, armado de un plumero de tiernos gansos, sacudiendo el polvo que todo lo cubre, de cientos de libros y pergaminos apolillados, mientras las bataclanas sentadas en una banca de cuentería se esfuerzan por matar el tedio y el sofoco de ardorosas tardes leyendo novelas folletinescas de buscadores de oro, salteadores de diligencias y cursilerías de amores no correspondidos.
Álvaro Castillo Granada todavía era adolescente cuando su padre le regaló su primer ejemplar de 'Cien años de soledad', de tantos que han pasado por sus manos de consagrado oficio de 'Librovejero', como lo bautizó García Márquez.
Por su apetito de lector insaciable, Castillo Granada tenía claro lo que quería para su vida: ser librero. Pasó hojas de vida por doquier, pero nadie le paraba bolas al muchachito flaco, de mirada precisa y anteojos redondos, hasta que, en unas vacaciones de universidad, cuando cursaba Literatura en La Javeriana, la periodista Gloría Moreno, esposa del sagaz reportero y cronista Germán Castro Caycedo, le abrió las puertas de Enviado Especial Libros, ubicada por esa época en los bajos del Centro Comercial Granahorrar, hoy Avenida Chile.
Facsimil de una dedicatoria de García Márquez a una edición de 'Cien años de soledad', del hombre de San Librario

Facsimil de una dedicatoria de García Márquez a una edición de 'Cien años de soledad'. Foto:Archivo particular

"Yo entré a trabajar en Enviado Especial Libros, el 30 de noviembre de 1988. Allí estuve siete años, hasta que cerraron, y en ese local abrieron otra librería, Norma Ramos Libros, donde continué laborando. En 1998 inauguramos San Librario con María Luisa Ortega, Claudia Cadena y Camilo Delgado. Y, de ahí, hasta la fecha, ya son 36 años como librero y 26 al frente de San Librario”, sostiene Castillo Granada inmerso entre pilas de libros.
-En ese viaje a la semilla como lector, ¿cuáles fueron sus primeras lecturas?
"Mis padres eran buenos lectores, y en la niñez navegaba entre 'Viaje al centro de la tierra' y 'La vuelta al mundo en 80 días', de Julio Verne', y 'Las Mil y Una Noches'. Pero el libro clave en mi vida de lector fue 'Confieso que he vivido', que leí a los 12 años. Me fue muy familiar porque mi mamá pasó parte de su adolescencia y juventud en Chile. Por eso el libro de Neruda me deslumbró y se convirtió en una especie de bitácora".

La serie

-Cómo es la historia de su ritual con 'Cien años de soledad', libro con el que este fin de año (2024), dice usted, completa treinta lecturas consecutivas.
Un blanco y negro de la nostalgia habanera. Aparecen, de izquierda a derecha: el poeta y escritor José Luis Díaz-Granados, Gabriel García Márquez y el 'Librovejero'

El poeta y escritor José Luis Díaz-Granados, Gabriel García Márquez y el 'Librovejero'. Foto:Archivo particular

"El ritual empezó cuando lo entendí, porque las dos lecturas anteriores no fueron suficientes. Entonces me di cuenta de que el libro envejecía con uno, y esa experiencia solo sucede con las grandes obras. Así voy viendo cómo el tiempo va pasando sobre mí y sobre la lectura. Con 'Cien años de soledad', en cada leída, descubro cosas que no había visto, y otras que transmutan. Es un libro que aspiro a leer hasta el final de mis días. Comienzo el 28 de diciembre y termino el 31, o a veces con las primeras luces del nuevo año".
-Una lectura maratónica, inagotable, de una novela de 490 páginas, ¿sin parar?
"Yo leo rápido, esa es la ventaja. Leo dos libros por semana. Me he pasado la vida leyendo. Es lo que más me hace feliz".
-A propósito de la publicitada y comentada (para bien y para mal) serie de Netflix, basada en 'Cien años de soledad', preguntaría su amigo Gabriel García Márquez:
-Librovejero, ¡aja!, ¿qué te pareció la vaina?
"A mí la vaina realmente me sorprendió. Yo tenía una imagen preconcebida de que la serie no iba a salir bien. Y creo que salió bien, al menos en esta primera temporada. No quiero caer en el mismo error en el que caemos todos, el de estar comparándola con el libro, porque sale perdiendo, es una pelea injusta. La historia está bien armada y contada. Se ha respetado el texto original. Los actores lo hacen bastante bien.
Por San Librario, en 26 años, han pasado amigos del librero, hijos de sus amigos, estudiantes, académicos, lectores insaciables, amas de casa, reconocidos escritores, gente del común.

Por San Librario, en 26 años, han pasado amigos del librero, hijos de sus amigos y estudiantes. Foto:Archivo particular

No me convenció el Melquiades, y también creo que sobraron los efectos hollywoodenses de niños volando en alfombras, porque el realismo mágico sucede en la cotidianidad de la obra. No es un hecho extraordinario. Algo importante: la serie hace que la gente se estimule por leer la obra. Y puede darse el caso, de que, quien la leyó y vio la serie, quiera volver a leerla. Lo preocupante sería que, quien vio la serie, sin leer la obra, termine diciendo: 'si ya vi la serie, para que voy a leer la novela'. Muy triste, por lo que del libro se estaría perdiendo".

Librero y amigo 

-¿En qué circunstancias conoció y se hizo amigo y librero de Gabriel García Márquez?
"El primer encuentro fue en 1996, en un Festival de Cine de Cartagena. Yo llevaba un ejemplar de 'Cien años de soledad' en mi mochila. Había leído la novela dos veces, pero no me había conectado con el libro. Tenía 27 años cuando lo leí de verdad. Cuando lo abordé me dijo; 'para quién'. Le dije que para una compañera y para mí. Ese fue todo el o.
Al año siguiente, fue por una petición de un cliente, de que García Márquez le firmara la novela, pero para acceder a él, conté con la ayuda de su hermano Eligio, a quien presté mis servicios como facilitador de artículos y libros para su investigación de 'Tras las claves de Melquiades'.
Eso fue en la sede de la revista Cambio. Y allí, en su oficina, estaba 'García' -como le decían en Cuba y acostumbré llamarlo-. Cuando me vio, me dijo: 'Ajá, y qué hay de la vaina, cómo está la vaina'. Me puse muy nervioso y le dije: 'no, mire, es que yo le vendí este libro a un cliente, y es a ver si usted se lo puede dedicar’.
Hace tiempo que Castillo Granada perdió la cuenta de los libros que ha leído en todos estos años, de dos libros semanales que lee. "La ventaja es que me acostumbré a leer rápido", puntualiza

Hace tiempo que Castillo Granada perdió la cuenta de los libros que ha leído en todos estos años. Foto:Archivo particular

Y, 'García', con la genialidad con que escribía dedicatorias, firmó: '(Para tal), de la generosidad con la cual tantos vivimos de taquito'. '¿Le puedo dar un abrazo?', pregunté. 'Claro que sí', respondió. Le conté que todos los años leía 'Cien años de soledad'. Él dijo: 'ese no es el libro que va a quedar. El libro que va a quedar es El amor en los tiempos del cólera'. Insistí en el primero.
Me despedí y salí sudoroso, me dio taquicardia, me senté en la silla auxiliar de su secretaria, Margarita Márquez, y me acercaron una aromática. Bueno, los siguientes encuentros fueron en La Habana, donde empezó a encargarme libros y yo a conseguirlos. Mis encuentros con él fueron entrañables, de largas conversaciones magníficas.
Hubo un momento en el que él dejó de llamarme Álvaro, y un día me saluda: 'Ajá', libroviejero...', y en seguida dijo: 'No. 'librovejero', como ropavejero'. Y, así me quedé. Jamás pasó por mi mente que yo llegara a tener una amistad con Gabriel García Márquez. Por eso escribí un cuento que se llama 'Un sueño no soñado', publicado en la revista 'Violas', de Cuba.
-Cómo fue el cuento de que el Nobel le pidió a usted el favor de asesorar a su vieja amiga, Alba Lucía Ruiz, la primera top model colombiana, que quería abrir una librería de usados.
-Fue en su casa del sector de Bosque Izquierdo. Ya era una mujer mayor, pero se notaba que había sido hermosa. Tenía en su casa unas fotos espectaculares como modelo, tomadas por Hernán Díaz. Hablamos de libros y autores. Me puse a examinar su biblioteca y encontré varias obras de García Márquez. Saqué un libro y observé una dedicatoria larguísima. No quise leerla. Cerré el libro y lo dejé donde estaba...
-¿No leyó la dedicatoria por pudor?
-Por respeto. Y hasta ahí hablo. El resto lo olvidé.
-Dicen que Alba Lucía también fue amante de Joan Manuel Serrat. Así lo atestigua en una columna el escritor Julio César Londoño, y que su exitosa canción, 'Lucía', fue inspirada en ella...
-Sí, yo le pregunté a Alba Lucía, pero ella ni lo afirmó ni lo desmintió.

Macondiano

Escritor y columnista, autor de los libros 'Un librero' (2018), 'Con los libreros en Cuba' (2020), y más reciente 'Librovejero' (2021), Álvaro Castillo Granada (Bucaramanga, 1969) no deja de ser un librero atípico, macondiano: obsesivo lector y librero de domingo a domingo; tiene por mantra una frase que reza: "Un libro más cumpliendo con su destino", cuando de su anticuario de libros la gente sale satisfecha de lo que ha adquirido, bien por iniciativa propia, o por sugerencias y recomendaciones del 'librovejero'.
En mayo de 2015, a raíz del robo de su ejemplar de 'Cien años de soledad', que se produjo en la Feria del Libro de Bogotá, en el stand que rendía homenaje a Gabriel García Márquez, y que ocho días después fue recuperado por la policía, Castillo donó su novela y su colección particular del Nobel de Literatura a la Biblioteca Nacional de Colombia, y este año, empezó a entregar su biblioteca personal al Instituto Caro y Cuervo. A la fecha van 4.090 libros y revistas.
-Así como goza del agudo olfato para rastrear libros, lo tiene afilado para detectar ladrones de libros.
-Hacer una tipología del ladrón es muy difícil, pero uno por intuición va desarrollando el sentido para detectarlos.
-Cómo es la soledad del librero.
-Como diría el escritor checo Bohumil Hrabal: "Es una soledad demasiado ruidosa".
RICARDO RONDÓN 
Especial para EL TIEMPO 
En X: BogotaET

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