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Entrevista
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Emberás retornaron a sus tierras de origen entre la alegría y la incertidumbre
El domingo se inició el retorno de unos 700 indígenas. Queda el rastro del drama que padecieron en la ciudad. Culmina un proceso social en donde gobiernos Nacional y Distrital trabajaron de la mano. Denuncias por delitos cometidos en la zona siguen su curso.
“Estamos felices de volver a la tierra. Aquí sufrimos, sentimos frío. Allá el miedo son los grupos armados. Pero ya, ya volvemos con nuestras familias. Vamos a creer, vamos a creer”. Esta frase de una mujer que presentaba a los niños de su familia encierra el sentir de muchos de los 844 indígenas emberás que ayer cargaban sus pocas pertenencias en lonas. 684 personas regresan a Pueblo Rico (Risaralda), Bagadó y Tadó (Chocó). Además, 140 serán reubicadas, y 30 serán integradas localmente en Bogotá.
Retornan porque el Gobierno Nacional y Distrital trabajaron de la mano para ganarse de nuevo su confianza. Ahora queda el reto de lograr el no retorno, eso se verá con el tiempo. Y es que solo falta hacer un recorrido para darse cuenta de la degradación que esta comunidad padeció en Bogotá. Quienes habitaron el céntrico parque dejaron los pastos carbonizados y cortaron los troncos de los árboles porque era la única forma en la que podían cocinar. Hicieron cambuches de tablas viejas y plásticos para resguardarse del frío y la lluvia. Vivieron como habitantes de la calle, lejos de sus tierras de origen.
Hoy tenemos garantías. Entregamos el parque Nacional y nos acompañan a la tierra. Estamos contentos, muy felices
Los niños jugaban desnudos, sucios y visiblemente enfermos con juguetes donados por alguna familia. En tres años de estadía en la capital murieron, al menos, 24. Hasta el último día se bañaron con las aguas heladas que salían de los tubos del canal que cruza el parque, exponiéndose a caer, ahogarse o infectarse. Y peor aún, lo hacían frente a desconocidos que ponían en riesgo su seguridad y la de las mujeres emberás.
Las numerosas familias dormían en nidos de cobijas y colchones viejos, compartiendo sus espacios con perros, conejos y hasta gallinas. Era el deseo de traer algo de su cotidianidad a la fría ciudad, pero lo que vivieron fue la deformación de sus costumbres. Vivían, literalmente, en medio de la basura y no fueron ajenos a los problemas de violencia intrafamiliar que devienen del consumo de alcohol y drogas.
Las ratas que andaban orondas por los campamentos improvisados, aguardando por los restos de comida que las familias dejaban caer al suelo, merodeaban tras el desmonte paulatino de los mismos. El caos fue visible, el caos en el que vivieron diez meses.
Miguel Ángel, uno de los líderes emberás, sentado en una silla del parque, habló sobre los acuerdos logrados. "Hoy tenemos garantías. Entregamos el parque Nacional y nos acompañan a la tierra. Estamos contentos, felices. Hablamos con los directores, no con delegados, y esperamos que nos cumplan. Fue feo no tener agua potable, calor. Vivimos del rebusque, de salir a vender a la calle. Nueve niños nacieron aquí y tenerlos aquí fue duro”.
El balance es positivo, pero para nada fácil. Anoche, por ejemplo, hubo 12 incendios en el parque. Unos fueron controlados por el Cuerpo de Bomberos de Bogotá y otros por los indígenas, pero de todos estos imprevistos hemos salido victoriosos
Varios funcionarios del Distrito llegaron el domingo temprano a ser testigos del proceso. Roberto Angulo, secretario de Integración Social, fue uno de ellos. “Todo transcurrió en orden y de manera pacífica y concertada. Estamos satisfechos porque junto con la secretaría de Integración Social y de Hacienda y con el fin de reducir la condición de vulnerabilidad y generar estabilidad en su territorio, se darán unas ayudas económicas para las familias emberás que retornarán”.
A través de la Tesorería Distrital, se organizó en tiempo récord un convenio con el Banco Agrario, única entidad financiera en Pueblo Rico, Risaralda, para desplegar la operación que permite que 163 personas de la comunidad emberá puedan contar con un apoyo económico para su sostenibilidad equivalente a 754.000 pesos por persona.
Otro que estuvo vigilante del proceso fue el secretario de Gobierno, Gustavo Quintero. “El balance es positivo, pero para nada fácil. Anoche, por ejemplo, hubo 12 incendios en el parque. Unos fueron controlados por el Cuerpo de Bomberos de Bogotá y otros por los indígenas, pero de todos estos imprevistos hemos salido victoriosos”.
Las quemas realizadas dañaron el pasto del parque. Foto:Nestor Gómez.
Lograr las garantías para esta comunidad y que lleguen a un sitio seguro será el reto más grande. “Hoy no puede quedar ningún miembro de esta comunidad a la intemperie. Nosotros tenemos una orden policiva que dice que una vez comenzara el proceso de retorno, quienes se quisieron quedar en Bogotá se tienen que reubicar en un albergue temporal”.
NIña emberá en el parque Nacional. Foto:Nestor Gómez.
Ambos secretarios le pusieron el pecho a lo que allí ocurría, a lograr acuerdos, pero no dudaron en denunciar que, durante aproximadamente 500 recorridos, se identificaron 522 situaciones de riesgo, entre ellos 183 reportes de niñas, niños y adolescentes sin supervisión adulta; 44 casos de exposición a sustancias psicoactivas; 22 reportes de manipulación de elementos peligrosos; 138 de la presencia de personas ajenas a la comunidad; 56 situaciones de riesgo de accidentes viales; y 15 posibles casos de violencia sexual, denunciados ante la Fiscalía General de la Nación. Del total de situaciones de riesgo, se activaron rutas en el 71 por ciento de los casos, que incluyeron instrucciones para la prevención del riesgo, acompañamiento psicosocial, actividades pedagógicas y remisión a centros de atención en salud y a la Policía, entre otros. Angulo dijo que todos los procesos que se iniciaron siguen su curso ante las autoridades respectivas.
Retorno indígenas emberás. Foto:Néstor Gómez
Pero esta historia tiene otra cara de la moneda y es el deseo de muchos ciudadanos de volver a recorrer el parque Nacional sin ver la triste situación en la que esta comunidad indígena se asentaba allí.
Ahora habrá otro puesto de mando unificado (PMU) con otra misión, la de devolverle la vida a un símbolo capitalina.
Personal de la Unidad istrativa de Servicios Públicos (Uaesp) comienza varias jornadas de aseo para recoger las inmensas montoneras de basuras y escombros mientras que cuadrillas del Jardín Botánico realizarán un escaneo de daños de los árboles y capa vegetal del parque para iniciar su recuperación.
Lilia Solano, directora para la Unidad de Víctimas, miraba con esperanza el proceso de retorno, pues se logró un diálogo minado por muchos años de incumplimientos en la presencia del Estado en muchas partes del territorio nacional. “Los líderes emberás tienen su compromiso, arrancaron los camiones y solo una minoría se quiso quedar. Hoy tenemos la alegría de ser parteros de este retorno”.