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Noticia
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Feminicidio Tausa (Cundinamarca), familia rompe su silencio: ‘A Leidy Daniela le tendieron una trampa para matarla’
La joven de solo 20 años fue manipulada por su expareja. La citaba para dejarla ver a su hijo, pero planeaba, con esa excusa, quitarle la vida.
“Leidy Daniela Buitrago Moreno fue maltratada, apartada de su familia, de sus estudios, de su hijo y luego, asesinada tras caer en una trampa de su expareja”, con esta conmovedora frase la familia de esta joven de solo 20 años, asesinada el pasado domingo 2 de junio, resume el infierno que vivió antes del desenlace fatal en una finca en el municipio de Tausa en Cundinamarca.
Un familiar decidió romper su silencio para relatar cuándo comenzó su pesadilla con Rubén Darío Gil Barbosa, el hombre de 32 años que la asesinó para, luego, también acabar con su vida.
Un día nos llamó llorando a decirnos que Rubén le había quitado el niño. Se le adelantó en el proceso y había dicho que ella lo había abandonado, que no tenía estabilidad y que la comisaria de familia le había dado la custodia
Se conocieron cuando Leidy tenía solo 15 años y, al poco tiempo, ella quedó embarazada. “En aquel entonces, ellos vivían en Pacho (Cundinamarca) y se fueron a vivir juntos. El trabajo de él era cuidar fincas, a eso se dedicaba. Siempre fue una persona agresiva. Desde ese momento la niña dejó de estudiar. Él no le permitió que ella se superara”.
Y eso se notó, apenas comenzaron a convivir porque la joven empezó a ser apartada del o con su familia. “Cuando la llamábamos, él era tosco. Casi que no podíamos acercarnos a ella. Cuando podía comunicarse era porque el tipo no estaba”.
De hecho, cuando ella les mandaba los mensajes desde su celular era muy cariñosa, pero cuando su pareja se lo rapaba y escribía desde el mismo se refería a su familia con palabras soeces: ‘no sean sapos’, ‘lambones’, ‘metidos’. Sin embargo, hasta ese momento, la joven no manifestaba sentir algún miedo.
Pero con la trasteadera de finca en finca las cosas se volvieron insoportables y un día Leidy llamó a su mamá y le dijo que se iría a vivir con ella y su hijo, que ya no aguantaba más
Luego, relata su familia, Leidy, junto a su pareja y su hijo, comenzaron a vivir de finca en finca, pues la agresividad de Rubén siempre terminaba por meterlos en problemas. “Lo peor es que no nos contaba, nos enterábamos ya cuando estaba en otro lado. Pasaban dos o tres meses y pronto cambiaban de lugar de trabajo. Incluso la mamá de Leidy trabajó con ellos y la misma historia, los terminaron sacando porque agredió a un compañero”.
La pareja también trabajó en una finca de ordeño y ganadería en Madrid (Cundinamarca) y ahí Leidy pudo tener menos distancias con su mamá. “Pero al final volvió a pasar lo mismo y otra vez se fueron y perdieron o con todos nosotros. Las llamadas se volvieron más cortas y de afán. Al final decía: ya llegó Rubén, no puedo hablar más. Ya se le notaba el miedo en su voz”, contó el familiar.
Mientras eso pasaba, el niño crecía en un ambiente inestable y sin poder entrar a un jardín infantil. Lo único que lo alentaba era el profundo amor y la protección que le daba su madre. “Pero con la trasteadera de finca en finca las cosas se volvieron insoportables y un día Leidy llamó a su mamá y le dijo que se iría a vivir con ella y su hijo, que ya no aguantaba más”.
La ruptura
Cuando Leidy por fin se empoderó y le dijo a Rubén que ya no quería vivir más con él, empacó todo lo de ella y su hijo de 4 años para iniciar una nueva vida en la casa de su mamá.
Ella nos dijo que, por un momento, pensó en dar un paso hacia atrás, pero que sabía que era una actitud que buscaba manipularla y que no podía permitir que él la siguiera dominando
El día del trasteo la expareja de la joven accedió ‘supuestamente’ a llevarla, pero cuando se fueron a despedir, el hombre le arrebató al niño y le dijo que a él no se lo iba a dejar, que lo único que tenía derecho a llevarse era la ropa, que el resto era de su propiedad. “Ella nos dijo que, por un momento, pensó en dar un paso hacia atrás, pero que sabía que era una actitud que buscaba manipularla y que no podía permitir que él la siguiera dominando”.
Después de eso, la familia le aconsejó que iniciara un proceso con las autoridades para que le dieran una orden de protección y pudiera tener la custodia de su hijo y así lo hizo en la comisaría de Pacho. “Pero un día nos llamó llorando a decirnos que Rubén le había quitado el niño. Se le adelantó en el proceso y había dicho que ella lo había abandonado, que no tenía estabilidad y que la comisaria de familia le había dado la custodia. ¿Cómo es posible que no la llamen a ella a preguntarle su punto de vista? ¿Por qué no le hicieron, por lo menos, una llamada? Ella se hubiera desahogado porque tenía mucho miedo”.
Leidy Daniela Moreno fue asesinada por su expareja en Tausa. Foto:Suministrada
Mientras Leidy vivía con su mamá, pasaron ocho meses de separación con Rubén y, durante ese tiempo, ella iba constantemente a las comisarías a contar todas las agresiones de las que seguía siendo víctima.
Además, cada vez que la joven quería conseguir un trabajo en la región, Rubén llamaba a sus posibles empleadores a dar malas referencias de ella y así terminaban por descartarla. “Decía barbaridades de Leidy y le cerraban las puertas”.
Además, la joven recibía amenazas constantes que Rubén le enviaba al celular. “Le decía groserías, la trataba de lo peor y comenzó a manipular al niño para que también la ofendiera. Eso le causaba mucho dolor, lloraba. Ella grabó todo eso y se lo mostraba a las autoridades”.
Pero estas, dice la familia, en vez de ayudarla, le decían que si ella seguía visitándolos a poner quejas iban a terminar por quitarles la custodia a los dos. “Ella me llamó llorando a contarme. No les importó que lo que quería demostrar era lo agresivo del comportamiento de su expareja”.
Aparte de eso, Rubén la llamaba a pedirle dinero para el niño. “A la mamá de Leidy le tocó mandarle dinero. Además, la citaba con la excusa de dejarla ver al niño, pero nosotros, como familia, siempre la acompañábamos. Una de esas reuniones fue en Zipaquirá en un lugar público, ella pudo jugar con su hijo un ratico”.
La trampa
Para el domingo 2 de junio de 2024, Leidy pactó un nuevo encuentro con Rubén. Esta vez la había citado en otra finca en donde estaba trabajando, ubicada en Tausa (Cundinamarca). “El día anterior la comenzó a llamar, a decirle que si quería ver al niño tenía que llegar hasta allá a las 9:30 de la mañana en punto”.
Y le dijo que si no era puntual no volvía a ver a su hijo. Desde el comienzo todo fue muy extraño porque no mandaba ubicación, pero sí la llamaba para darle señas de la finca. “Siempre pensó que ella iba en un bus sola, en compañía de una mujer de la familia”.
Pero lo cierto es que Leidy iba con dos hombres y una mujer, todos parientes y además en un carro particular. Sabía que no podía ir a verse con Rubén a solas. Presentía lo peor.
Pero cuando llegaron por fin al lugar, el hombre los enfrenta y les dice que su patrón solo le dio permiso para ingresar a la mamá del niño y que el resto tenía que esperar afuera. Leidy, con la esperanza de ver a su hijo, accedió. “Ella entró y luego nos marcó a decirnos que ya casi salía, que corriéramos el carro porque el patrón se había puesto bravo de ver tanta gente y que iba a llamar a la Policía. Incluso, alcanzó a hacer una videollamada que no entró”.
El femicidio
La familia, evitando problemas, le dio la vuelta al carro con la esperanza de que Leidy saliera rápido de la finca, pero cuando eso pasó escucharon un primer disparo y divisaron a la joven que venía corriendo. La perseguía Rubén con una escopeta en la mano.
El tiro le dio en el brazo izquierdo, pero como era de escopeta, los balines impactaron su cabeza. El Instituto de Medicina Legal dice que su muerte fue instantánea
Todo parece indicar que la joven pudo escaparse del primer proyectil, pero no pasó lo mismo con el segundo. “El tiro le dio en el brazo izquierdo, pero como era de escopeta, los balines impactaron su cabeza. El Instituto de Medicina Legal dice que su muerte fue instantánea”.
Después de eso todo fue caos. La familia de Leidy gritaba, los vecinos de la zona salieron, unos decían que el agresor se había escapado, otros llamaban a la Policía, la señal no entraba. La escena de un feminicidio se había consumado.
Mientras el asesinó corrió para resguardarse en la casa de la finca, recargó de nuevo la escopeta. Minutos después se escuchó un disparo más. “Rubén se disparó. Luego llegó la ambulancia a recogerlo y se lo llevó a Zipaquirá, pero a los 20 minutos llamaron a decir que él se había muerto”.
Ahora la familia les reclama a las autoridades que recibieron el llamado de auxilio de Leidy para que les responda por qué nunca le creyeron, por qué no la protegieron, por qué no la ayudaron a recuperar a su hijo, por qué le creyeron solo al agresor sin escucharla a ella también. “Luego de esa escena tan escabrosa nos dimos cuenta de que el niño nunca estuvo ahí, sino en otra casa cercana. Afortunadamente, nos lo entregaron a nosotros. Era obvio que con esa familia no podía estar”.
Mucha gente se atreve a criticarla después de haber sido asesinada, pero ella fue una guerrera. Se arriesgó por su hijo
Y como si no fuera poco, la familia dice que se siente perseguida y amenazada por los familiares y amigos de Rubén. “Incluso, nos hemos percatado de que nos persiguen. Les pedimos a las autoridades que nos escuchen antes de que pase otra tragedia. Hay amenazas de por medio”.
Hoy el niño, más que nunca, necesita recursos para un tratamiento psicológico y la familia para sacarlo adelante porque incluso tuvieron que endeudarse para las honras fúnebres. “Esto deja en evidencia que denunciar no sirve si no hay una orden de alejamiento que sea verificada permanentemente por las autoridades. Estas personas llenas de ira deben estar apartadas de la sociedad y no que sean las mujeres quienes se tengan que esconder. Los hombres ahora se creen dueños de la vida de las mujeres”.
Leidy murió por el inmenso deseo de ver a su hijo, de recuperarlo, de tenerlo entre sus brazos. “Mucha gente se atreve a criticarla después de haber sido asesinada, pero ella fue una guerrera. Se arriesgó por su hijo”.