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Noticia
Las aventuras de octogenarios que se reunieron y recordaron sus épocas de colegiales
Veteranos que se graduaron hace más de medio siglo, reviven los tiempos que iba a misa solamente para conseguir novia. El colegio chocontano celebra, durante estos días, sus 100 años de existencia.
Directivos y docentes del colegio Rufino Cuervo en 2024. Foto: Eric Palacino
El colegio Rufino Cuervo, en sus primeros 50 años se levantó a un costado del parque, cerca de la iglesia de Nuestra Señora de la Salud de Chocontá, un templo que suma más de tres siglos desde su fundación. La institución educativa desde 1968 funciona en las nuevas instalaciones, cerca al estadio municipal y la plaza de mercado.
Por los corredores fluye la vocinglería de los chicos que llena cada rincón del centro académico. Hace frío; desde las montañas circundantes llegan corrientes de neblina que ocultan la torre de la iglesia. A esa hora ,por capricho de destino, suenan las campanas.
Luis Jaime Montaño Fernández, un estudiante graduado hace 55 años, saluda a sus compañeros con quienes compartió aula hace más de medio siglo. Acaba de recorrer la tierra que lo vio nacer: Chocontá, un poblado que, a la distancia, semeja una vieja foto sepia, un retazo de Colombia de impronta colonial en el que se detuvo en el tiempo.
Este chocontano, quien se graduó de bachiller en 1969, es uno de los 200 estudiantes que han recibido el diploma educativo Bodas de Oro y que recuerda en la conmemoración de los 100 años de la institución. Esa mañana lucen algunos en traje y corbata y las damas sus mejores vestidos en un desfile que rememora las vivencias del centro educativo.
Graduados del colegio Rufino Cuervo. Foto:Eric Palacino
Héctor Cépeda, de la promoción 1963, mientras espera ansioso la ceremonia, evoca esas imágenes que, con el tiempo, se desvanecieron en el archivo de su memoria, pero que ahora retornan en un cuadro a cuadro cinematográfico que lo conmueve.
“Recuerdo que en 1958, los internos íbamos con el pretexto de comulgar diariamente, pero para mirar a las niñas del Colegio al Rosario”, recuerda el estudiante. En una ocasión, el profesor Octaviano Orjuela fue a verificar que los alumnos efectivamente cumplieran con el sacramento, por lo que tuvo que hacerlo sin previa confesión y soportó el cargo de conciencia durante más de una semana.
Recuerdo que en 1958, los internos íbamos con el pretexto de comulgar diariamente, pero para mirar a las niñas del Colegio al Rosario
Eran los tiempos de pilatunas que parecen sacadas de libracos de historia, comenta a su turno Luis Jaime quien se ve enfundado en uniforme de educación física, encabezando el desfile, y le parece escuchar la banda marcial de la cual hizo parte con Eduardo Franco, general del Ejército, en uso de buen retiro.
Esta mañana centenaria junto a sus compañeros estudiantes, visten trajes recién planchados y recorren el pueblo que luce las galas propias de una feria; con despachos de música festiva y las calles decoradas por sus paisanos que exhiben orgullosos el tricolor patrio y el verdiblanco chocontano.
A esa hora de la mañana, se filtra un rumor que transporta a los estudiantes hasta los días de su infancia; es la sonoridad de las voces de los 720 estudiantes que cada día inundan con sus acentos las aulas, pasillos y múltiples escenarios deportivos de la Institución Educativa Departamental bautizada Rufino Cuervo, nombre del doctor en Derecho Civil y Canónico, Presidente Interino de Colombia y padre del filólogo, lexicógrafo, humanista y erudito colombiano coautor del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, Rufino José Cuervo.
Graduados del colegio Rufino Cuervo. Foto:Eric Palacino
Augusto Umbarila, reconocido odontólogo, graduado en 1962, refiere una anécdota que todos celebran: “ Recuerdo que cuando perdí un año, me dio temor porque mi padre era muy estricto, me conseguí una libreta de calificaciones vieja, de la que recorté la nota superior a la que tenía, y me servía para no perder el año”. La operación sofisticada no tuvo efecto, pues su padre lo sorprendió y, antes de matricularlo, le dijo que ya sabía que debía repetir el año.
Los estudiantes, algunos de cabello cano, se dirigen a la rectoría, sitio que en sus días de estudiante les producía cierto temor. Saludan con afecto a la actual directora, Magíster Elizabeth Zapata Páez, docente a quien le correspondió el ministerio de liderar la organización de la celebración de los 100 años del centro educativo.
Siempre he sido una convencida de que la educación pública debe ser de calidad, y ese propósito se ha hecho realidad acá en el Rufino
El despacho de la rectora es impecable. La luz que ingresa por la ventana rebota en las paredes blanquecinas y refleja la imagen de ‘la profe’ sobre el vidrio del escritorio. Luis Jaime, el longevo estudiante que se dedicó al periodismo regional, toma la palabra, en nombre de los estudiantes que son la memoria viva de la institución educativa.
Al fondo, Simón Bolívar cabalgando sobre su blanco corcel, parece testificar la entrevista. “Ese es un cuadro de Eliécer Erazo, mi profe de dibujo por allá en 1965; era un pastuso muy formal y apreciado por los estudiantes”, comenta Jaime Montaño. La profe le concede una mirada de iración a la pintura enmarcada por un nevado y nubarrones, una alegoría a la geografía inconmensurable de la tierra del profesor y pintor nariñense. “Es una obra de altísima calidad pictórica”.
Zapata, quien estudió en una escuela rural y se hizo docente en la escuela Normal de Chiquinquirá, pide tinticos para “calentar” la plática. En un tono de voz afable y por momentos maternal, cuenta de su vocación por el arte de enseñar y de la importancia de llegar al rol directivo para poder transformar la realidad de la comunidad estudiantil. “Siempre he sido una convencida de que la educación pública debe ser de calidad, y ese propósito se ha hecho realidad acá en el Rufino”, agrega la profesora.
“Este colegio recibe muchachos que, tras su paso por la primaria en once centros de educación veredal, llegan aquí para terminar la secundaria”, señala Zapata, mientras un aroma frugal se cuela con el viento que mueve la celosía de la oficina; es la hora de las “medias nueves”. La profe saca del escritorio el anuario del colegio; el álbum de preciosa en madera conserva un agradable olor orgánico, como de tiempos pasados.
Graduados del colegio Rufino Cuervo. Foto:Eric Palacino
El momento llama nuevamente a Luis Jaime a la reflexión en esta jornada de permanente nostalgia. El exalumno rufinista se ve en la flor de la juventud en la foto a blanco y negro tomada a finales de 1969. Viste traje de paño cruzado, de cuño pretérito, a la usanza de los setenta. Apenas da crédito al tiempo trascurrido desde los días en que corría por los pasillos, y añora ver pronto a sus compañeros de aula, los que sobreviven porque algunos ya partieron al largo viaje, según sus palabras.
—Realmente, algo que caracteriza al colegio en estos 100 años es las excelentes relaciones entre la comunidad y la población chocontana—, complementa la directora, con más de 43 años de experiencia en el área académica, 18 años en la institución centenaria. —Todos los éxitos que ha tenido el Rufino; cada promoción, cada gobierno ha sido un esfuerzo de todos los estamentos—.
—El reto es muy grande— agrega. —Tenemos el desafío de que nuestros estudiantes adquieran las herramientas necesarias para que sean competentes a nivel cotidiano, a nivel de sus universidades y, lo más importante, a nivel tecnológico, y que continúen fortaleciendo el liderazgo y que sean excelentes seres humanos.
Libardo Chicuasuque, de la promoción 1977, uno de los rufinistas más aplicados y ex alcalde del municipio, agradece las palabras de la directora, dice que espera ver a sus compañeros el año que viene, porque los sentimientos se desbordan al momento de recordar a los compañeros que “han partido de este mundo”.
Hay infinidad de expresiones de alegría y de vivos recuerdos en la mente de todos los presentes en el festejo, así lo expresaron: Julio Alberto Forero promoción 1961, Tito Gutiérrez, José Jaime Pinzón, Marisol Fonseca, Eduardo Ferrer, también varios docentes que han contribuido a la formación estudiantil durante diez décadas, como Ciro Sánchez el rector de los años 60.