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Noticia
Observatorio Astronómico Nacional en Bogotá florece con un nuevo jardín con más de 1.400 plantas y seis árboles
La renovación vegetal conecta ciencia, historia y patrimonio en un lugar clave de la independencia colombiana.
Observatorio Astronómico Nacional. Foto: Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO
A unos pasos de la Casa de Nariño, en pleno centro histórico de Bogotá, el Observatorio Astronómico Nacional —el primero construido en América en 1803— acaba de transformarse en un jardín vivo de historia, ciencia y memoria.
El Jardín Botánico de Bogotá, en el marco de su proyecto de Coberturas Vegetales, intervino este espacio con una propuesta que va más allá de lo estético: se trata de recuperar el alma del lugar a través de la vegetación.
En total, se plantaron más de 1.400 ejemplares de diez especies diferentes, como el árbol de jade, azulina, hortensia, cola de zorro, granizo, acanto, escarcha, ajo de rico, clavellino y lirio iris".
Tras un diagnóstico detallado del entorno, el equipo del Jardín Botánico evidenció una cobertura dispersa, sin conexión ni narrativa natural. Su objetivo fue claro: diseñar un paisaje que se conectara con la arquitectura del sitio, exaltara su importancia histórica, reactivara el legado científico del naturalista José Celestino Mutis.
Flores adornarán el jardín del Observatorio. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO
Así nació este nuevo jardín que abarca 122 metros cuadrados distribuidos en cuatro zonas clave: los bustos de Mutis, Alexander von Humboldt y Julio Garavito, y la pérgola central del Observatorio. En total, se plantaron más de 1.400 ejemplares de diez especies diferentes, como el árbol de jade, azulina, hortensia, cola de zorro, granizo, acanto, escarcha, ajo de rico, clavellino y lirio iris.
Este rediseño paisajístico es un acto de memoria botánica que celebra los orígenes científicos del país y fortalece el patrimonio natural en el corazón de la ciudad”.
El corazón del proyecto late en la pérgola, donde ahora crece una enredadera de Mutisia clematis —el clavellino—, flor insignia del Jardín Botánico y homenaje vivo al propio Mutis. Esta especie, cultivada en su honor, representa el vínculo entre la botánica y la astronomía, entre la Expedición Botánica del siglo XVIII y la ciencia contemporánea.
Observatorio Astronómico Nacional. Foto:Archivo particular
Se plantaron seis nuevos árboles, de tres especies que Mutis documentó durante la histórica Expedición Botánica: el árbol del té, la quina y la feijoa.
Para María Claudia García Dávila, directora del Jardín Botánico, este rediseño paisajístico “es un acto de memoria botánica que celebra los orígenes científicos del país y fortalece el patrimonio natural en el corazón de la ciudad”.
También se plantaron seis nuevos árboles, de tres especies que Mutis documentó durante la histórica Expedición Botánica: el árbol del té, la quina y la feijoa. Estos no solo refuerzan la biodiversidad del lugar, sino que actúan como puentes temporales entre el conocimiento ancestral y los retos ambientales actuales.
La historia
Observatorio Astronómico Nacional. Foto:G.Cuellar.
El Observatorio no es un edificio cualquiera. Su historia lo convierte en un testigo privilegiado del nacimiento de Colombia. Concebido por Mutis y diseñado por el arquitecto español Domingo de Petrés, su construcción comenzó en 1802 en el jardín de la Expedición Botánica y concluyó el 20 de agosto de 1803.
Francisco José de Caldas, designado como su primer director, inició las observaciones astronómicas en 1805. Pero no solo fue un centro de ciencia: también fue un espacio de conspiración y pensamiento criollo en los años previos al Grito de Independencia.
Tras el fusilamiento de Caldas en 1816, la actividad científica se detuvo. Años más tarde, la Misión Boussingault retomó las observaciones meteorológicas, y en 1867 el lugar sirvió incluso como prisión para el expresidente Tomás Cipriano de Mosquera. A finales del siglo XIX, el astrónomo Julio Garavito asumió la dirección e impulsó estudios de óptica, matemáticas y astronomía que proyectaron al observatorio en el ámbito internacional.
Plantas históricas fueron sembradas en el Observatorio. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO
La década de 1930 marcó su reorganización bajo el gobierno de Enrique Olaya Herrera, cuando Jorge Álvarez Lleras lo revitalizó y fundó la Academia Colombiana de Ciencias Exactas.
En 1936 pasó a ser parte de la Universidad Nacional de Colombia y, bajo la dirección de Belisario Ruiz Wilches, en 1952 se construyó el Observatorio de la Ciudad Universitaria. Desde entonces, ha sido dirigido por figuras clave como Jorge Arias de Greiff y Eduardo Brieva Bustillo, quienes lo modernizaron durante el siglo XX.
El edificio fue declarado Monumento Nacional en 1975. Hoy, adscrito a la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, es el único centro del país que ofrece maestría y doctorado en astronomía. Este agosto cumple 222 años, y su vigencia es tan fuerte como su legado.
Varias especies tradicionales fueron sembrada en el Observatorio. Foto:Cesar Melgarejo/ EL TIEMPO
Con esta intervención, el Jardín Botánico —que celebra 70 años de existencia— reafirma su compromiso con la conservación del patrimonio natural y cultural de Bogotá. La directora García explicó que el proyecto no solo embellece un espacio, sino que materializa “una jardinería que cuenta una historia”, que conecta los bustos de tres científicos clave mediante un recorrido vegetal que fortalece la apropiación ciudadana del lugar.
El Observatorio renace así como un punto de encuentro entre pasado y presente. Desde el 22 de abril, todos los visitantes podrán recorrer este nuevo jardín, donde cada planta cuenta un capítulo de la historia de Bogotá y del país.