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Noticia
Y apenas van 100 días / Voy y vuelvo
Galán no ha dejado su tono pausado, propositivo y amable. No se ha salido de casillas. No se ha dejado provocar.
Carlos Fernando Galán, alcalde de Bogotá. Foto: Milton Díaz. EL TIEMPO
Este 10 de abril se cumplen las primeras 2.400 horas de Carlos Fernando Galán como alcalde de Bogotá. No se sabe cuántas de ellas ha dormido, en cambio, resulta fácil intuir que buena parte de ese tiempo se la ha pasado en la calle, que es lo mismo que decir en las montañas apagando incendios o en una estación de policía exhibiendo delincuentes.
Como ha ocurrido con otros alcaldes, que también han sido recibidos con incendios o, peor aún, con una pandemia mundial, a Galán le tocaron, cómo no, los incendios, los atracos y asesinatos que asustaron a la ciudad, las alzas en TransMilenio, los desmanes de las marchas, los rifirrafes con el Gobierno y, por si fuera poco, ahora enfrenta racionamientos de agua y posiblemente de energía.
Galán no ha dejado su tono pausado, propositivo y amable. No se ha salido de casillas. No se ha dejado provocar. Ni siquiera de su excontendor, Gustavo Bolívar, que anda buscándole camorra como si en el Gobierno Nacional no abundaran los problemas. Los ministros lo atienden, sus colegas lo respetan y la ciudadanía confía en él. Y esto último es quizás lo más importante que ha alcanzado en estos primeros cien días de gobierno.
Carlos Fernando Galán. Foto:MAURICIO MORENO EL TIEMPO
Galán, con su estilo “caballero”, ha manejado las cosas con pulso de relojero, midiendo cada frase, cada palabra; evitando la confrontación, sin denigrar de nadie o reclamar a alguien. Esta actitud se la reconocen los bogotanos, acostumbrados a las estridencias del pasado y a las del presente con el Ejecutivo, que no se concibe si no es ‘pleiteando’ con todo el mundo.
No se sabe quién se acuñó lo de los cien días de gobierno para ver avances o retrocesos, lo que no tiene mucho sentido. No hay obras propias que exhibir ni grandes ejecutorias, y ni siquiera se maneja el presupuesto propio, sino el que viene de la pasada istración. Los mandatarios se dedican a seguir con lo que se dejó y a poner la casa en orden.
No obstante, si lo que se quiere es una rendición de cuentas, hay más de 400.000 kilómetros cuadrados de vías reparadas a punta de tapar huecos y el acelere de obras que venían colgadas por la valorización. En seguridad, la percepción sigue siendo negativa, pero los golpes a las estructuras criminales, la captura de peligrosos delincuentes o el desmantelamiento de bandas hacen ver que la Alcaldía no se ha quedado quieta. Faltan más resultados con el atraco callejero, el robo de motos y la extorsión para decir que se va por buen camino.
El centro empieza a lucir otra cara. La reparación de vías, la presencia de policía, la limpieza de varios espacios han devuelto la confianza en uno de los íconos de Bogotá: su corazón. Y los avances en recuperación de espacio público es otra señal de que, al menos en cuanto a esas pequeñas cosas que mortifican a la gente, hay otra tónica.
Carlos Fernando Galán, alcalde de Bogotá, en las obras del metro. Foto:Archivo particular
Bogotá se lució con el Estéreo Picnic, pese a algunos incidentes menores. En TransMilenio se nota que han entendido que el sistema es un símbolo de la ciudad que hay que cuidar; en educación hay hasta el momento una hoja de ruta interesante, se mantienen las becas para educación superior, 32.000 cupos, que se pagarán con recursos de la propia Alcaldía.
No es exagerado decir que como alcalde Galán ha sido un gran conciliador. Ha sabido sortear obstáculos, ha leído bien a los bogotanos, ha estado de cuerpo presente allí donde la gente quiere que esté; ha sido pragmático y directo con el Gobierno en temas difíciles como el metro o, más recientemente, con la supuesta intervención a Capital Salud, donde se anticipó a pedir la vigilancia de la Procuraduría a las metas de mejoramiento que se habían impuesto para esa entidad.
Pero los cien días pasan y ahora le quedan 1.360 por delante para seguir haciendo gala de ese equilibrismo hasta que lleguen los vientos que lo puedan desestabilizar. ¿Y de dónde vendrán esos vientos? Pues ya están ahí: la emergencia por la escasez de agua, posibles racionamientos de energía, el petrismo que busca minar su gobierno, etc. Y así como hace poco se ha metido a opinar de Venezuela, tendrá que hacerlo sobre la constituyente o sobre las decisiones en torno a las vigencias futuras o sobre la crisis de la salud, porque todos esos temas tocan a Bogotá. Solo un dato: más del 60 por ciento de los afiliados de la intervenida EPS Sanitas son de Bogotá.
Capital Salud es la EPS del Distrito. Foto:Capital Salud
En otro terreno, falta ver cómo sorteará los desajustes financieros de la ciudad, la falta de plata para terminar obras, que se calcula en dos billones de pesos.
Por ahora han sido cien días en los que los bogotanos han atendido al alcalde con amabilidad, paciencia y expectativa. De cómo lidere los chicharrones que en menos de 24 horas le cayeron dependerá que Carlos Fernando Galán mantenga su imagen de equilibrista y conciliador o muestre otra faceta que aún no conocemos.