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Ola invernal en Atlántico: los rostros de la tragedia en el municipio de Piojó
Se han censado 176 familias, de las cuales 40 están ubicadas en albergues temporales.
Pobladores siguen abandonando sus viviendas por seguridad. Foto: Agencia Kronos
El rostro de Rubén Múnera se hundía entre sus manos mientras recordaba lo que vivieron su esposa e hijos la noche del pasado 6 de noviembre. Al tiempo que contaba cómo sus familiares se salvaron, el llanto lo invadía, haciendo más dolorosa su evocación.
“Nosotros estamos vivos de milagro, pues antes de que todo se derrumbara, pudieron salir de la casa, el ruido que se sentía era terrorífico, las casas empezaron a cuartearse y ellos salieron antes de que se cayera la nuestra”, expresaba con voz entrecortada.
Rubén, piojonero de 35 años, visita todos los días lo que quedó de su casa, buscando rescatar algo de lo poco que la tragedia le dejó. “Así como la construí, con mis propias manos, me tocó terminar de derrumbarla, eso es un dolor inmenso, ver cómo todo por lo que trabajaste se va en un instante”, agrega compungido.
Hace cerca de una semana la tierra arrasó un sector del municipio de Piojó, el más alto del Atlántico, caracterizado por su especial topografía, con calles inclinadas y empinados caminos.
Eran cerca de las 11 de la noche cuando los moradores del barrio Camino Grande, sintieron como sus casas empezaron a deslizarse y a caer, lo mismo que el sector del cementerio, donde las bóvedas se partieron, dejando expuestos restos mortuorios.
Además, el colapso de la vía dejó incomunicado al sector de Villa Paraíso, que no tuvo deslizamiento, pero al quedar aislados están sufriendo desabastecimiento, sin al agua y víveres esenciales.
Autoridades revisan el caso del cementerio para evitar emergencia sanitaria. Foto:Agencia Kronos
La situación ha causado conflictos entre varios afectados que piden la presencia de autoridades y que el trato sea igual para todos.
“Aquí nos dicen que no somos damnificados, porque no se nos cayeron las casas, pero fíjese como estaremos de perjudicados que ni agua podemos tener, no tenemos luz, ni gas y para poder ir a buscar comida debemos subir y bajar por esa vía peligrosa donde pasa un arroyo”, comenta Ana Otero, moradora del sector.
El panorama no aclara
En esos albergues estamos varias familias, pero hacinados, sin espacios cómodos y no es lo ideal
Al momento se han censado 176 familias, de las cuales 40 están ubicadas albergues temporales, mientras que otros han buscado refugio en casas de familiares y vecinos, viviendo en medio de la angustia por no saber cuál será su futuro.
“En esos albergues estamos varias familias, pero hacinados, sin espacios cómodos y no es lo ideal, por eso algunos hemos buscado para donde irnos”, apunta José Ortega mientras se echa al hombro una formaleta que alcanzó a sacar de su casa.
El panorama en el sector de Camino Grande es desolador y la incertidumbre y miedo de los que sufrieron el suceso crece con el correr de los días. Muchos dueños de las casas terminan de tumbar, mona en mano, paredes, postes, techos y todo lo que pueda causar daño, al tiempo que buscan pertenencias entre los escombros.
Otros habitantes del pueblo visitan el sector para vivir de cerca su magnitud y algunos más hacen lo posible por habilitar el paso en la vía regando cemento y arena para compactar el camino.
Vías del municipio también resultaron afectadas. Foto:Agencia Kronos
Nosotros estamos vivos de milagro, gracias al señor Celio González, que llegó gritando que saliéramos
La solidaridad en general empieza a sentirse, con donaciones en los centros de acopio dispuestos o campañas que llegan hasta la zona para repartir comida o agua, sin embargo, se esperan soluciones de fondo para superar la situación.
“Yo estoy sacando todo lo que puedo”, exclama Regina Villanueva, intentando coordinar el desmonte de lo que quedó en pie de su vivienda y repite a los que se acercan su experiencia la noche del desastre.
“Nosotros estamos vivos de milagro, gracias al señor Celio González, que llegó gritando que saliéramos a donde estábamos reunidos evaluando precisamente el riesgo que teníamos”, agregó la mujer
En el pueblo, se discute sobre las responsabilidades del desastre. Unos culpan a los constructores de una cancha en la zona superior del barrio Camino Grande, otros a las actividades de extracción de piedra en los arroyos y algunos más a una falla sísmica, pero lo cierto es que Piojó vive momentos difíciles y los afectados necesitan de toda la ayuda posible para superar la peor tragedia en su historia.
Más detalles de la situación en Piojó
El director de la UNGRD, Javier Pava, dijo que el detonante de la emergencia fue la lluvia, pero había una situación predefinida con la construcción del coliseo y la cancha en el sector superior del barrio, lo que acumuló agua el fin de semana de la tragedia.
Las bóvedas del cementerio están demarcadas con cal para mitigar los olores que pueden desprender los lixiviados y restos fúnebres.