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Las familias que viven en el antiguo Armero y que temen por sus vidas
Fueron desplazadas por la violencia y las ubicaron en un territorio que está en alto riesgo.
En pleno centro del desaparecido Armero, ese próspero municipio del norte del Tolima que fue arrasado por la avalancha del Volcán Nevado del Ruiz durante la noche del 13 de noviembre de 1985, viven 13 familias. Son unas 48 personas oriundas de Curumaní (César), desplazadas por la violencia entre guerrilleros y paramilitares y que en el año 2004 fueron reubicadas allí por el entonces Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder).
Y una de esas familias es la conformada por Rosmira Mena y Jorge Guerrero, quienes tuvieron que dejar abandonada su parcela y sus animales por miedo a que los mataran, como venía ocurriendo en esa época oscura del conflicto armado colombiano. Ahora, deben vivir de nuevo con la zozobra de tener que salir huyendo, esta vez, por cuenta de la eventual erupción del también llamado ‘león dormido’, que se despertó hace varias semanas y tiene en vilo a varios municipios del norte del Tolima y de Caldas. Y a todo el país. Y que, según el Servicio Geológico Colombiano, de volver a erupcionar, tomaría el mismo curso que en su letal erupción de 1985, que dejó más de 25.000 muertos.
Y el impacto y el recorrido sería similar: la lava, el material piroclástico y esa colada de rocas volcánicas que expulsaría el Ruiz caerían en distintas direcciones y se acumularía en el río Lagunilla, y desembocaría en en el antiguo Armero. Y pasaría por la casa de Rosmira y de sus vecinos, que llegó a estas tierras con siete muchachitos —el más pequeño de dos y el más grande de 13— y que ya le dieron varios nietos.
Reclaman el haber sido reubicados tras haber sido desplazados en una zona de alto riesgo. Foto:José Alberto Mojica Patiño
“Ya casi no podemos dormir por el miedo a que se venga el volcán. Estamos esperando las noticias para ver a dónde nos van a llevar. Nos han dicho que nos vayamos para donde algún familiar, pero aquí no tenemos familia”, lamenta Rosmira, de 56 años y cuenta que el Incoder —hoy la Agencia Nacional de Tierras— les asignó nueve hectáreas donde tienen cultivos de arroz y algodón y unas cuantas vacas.
Jorge Guerrero, su esposo, muestra las escrituras firmadas el 25 de mayo del 2004, y se pregunta cómo una entidad del Estado fue capaz de enviarlos a vivir en una zona de riesgo. Cuenta que han recibido la visita de la Alcaldía y de la Cruz Roja, y que han recibido información sobre qué hacer en caso de una emergencia.
Ya casi no podemos dormir por el miedo a que se venga el volcán. Estamos esperando las noticias para ver a dónde nos van a llevar
El alcalde de Armero Guayabal, municipio pegado al desaparecido Armero —a apenas 8 kilómetros— reconoce que es muy difícil pedirle a esta y a las demás familias ubicadas en estos predios, a los que bautizaron como ‘Los Cámbulos’, que salgan de sus propiedades. Cuenta que los visitan cada tanto y están en permanente comunicación, y que, en caso de que el volcán explote, tiene dos horas para ir a rescatarlos.
Y añade que en la misma situación están 17 familias ubicadas en la vereda Santo Domingo y otras 32, de la vereda San Jorge, ubicadas en la rivera del río Sabandija. En total, explica el alcalde, son 60 familias las que viven en riesgo, y unas cuantas más que tienen locales con restaurantes y venta de gaseosas, un hotel y una estación de gasolina. Y explica que, por fortuna, su municipio —que antes de la tragedia de 1985 se llamaba Guayabal, adoptó el nombre de su vecino a partir de entonces— salió ileso, pese a la cercanía. Y aclara que en esta emergencia no hace parte de las poblaciones en riesgo.
“En Villahermosa y Casabianca, dos de los pueblos en grave amenaza, nunca pavimentaron las carreteras. Ningún municipio fue capaz de construir un albergue. No tenemos ni una colchoneta ni una cocina. Hemos sido totalmente inoperantes”, sigue el mandatario.
Sin bomberos y sin sirena
En Murillo, municipio del norte del Tolima en riesgo por su cercanía con el Ruiz, solo han sacado a tres familias que vivían a orillas del río Lagunilla. Las demás, no han salido por miedo a dejar abandonados sus animales y propiedades. Y ante una emergencia, no tendrían cómo alertar a la población porque la sirena del pueblo está dañada. Esperan a que la Gobernación del Tolima la repare cuanto antes.
En Murillo solo han sacado a tres familias que vivían a orillas del río Lagunilla Foto:José Alberto Mojica Patiño
Lérida es una población ubicada a 13 kilómetros de Armero. Y fue el lugar donde se ubicó el mayor asentamiento de sobrevivientes de la tragedia de 1985. Allí, el teniente Leonel Ortiz, comandante del Cuerpo de Bomberos, lamenta que el vehículo dispuesto para asistir cualquier calamidad tiene los mismos años de ese desastre natural: 37. Está obsoleto por el uso y el paso del tiempo. Y cuenta que solo disponen de una camioneta 4 por 4 adaptada con un tanque al que le caben apenas mil litros, que no alcanzarían para nada. Y cuenta que solo disponen de seis bomberos.