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Los artistas colombianos que iluminan el MoMA de Nueva York
‘Chosen Memories’ tiene obras de más de 30 artistas latinoamericanos.
Exposicion del MoMA, colección Cisneros Foto: Fotos: Cortesía MoMA
Inés Katzenstein avanza por los corredores del MoMA a toda velocidad, “tienen que ver esto”, dice. Pasamos de largo por Las señoritas de Avignon, de Picasso, y por un precioso Modigliani; por poco me tropiezo con una escultura de Jeff Koons de la Cicciolina y la Pantera Rosa y, sin mayores preámbulos, tras un par de metros más, Katzenstein levanta los brazos y nos presenta dos potentes obras de dos grandes artistas colombianas: un gigantesco papel de colgadura de Beatriz González —con tres expresidentes colombianos con penachos indígenas: Turbay, Carlos Lleras Restrepo y Belisario Betancur, acompañados por el Indio Amazónico— y un fabuloso tapiz de Olga de Amaral. “Son increíbles”, dice.
Katzenstein es la curadora de Arte Latinoamericano del MoMA y directora del Patricia Phelps de Cisneros Research Institute. Sus pasos largos tenían un motivo. En la noche —en un show con unos 400 o 500 invitados— inauguraba ‘Chosen Memories’ (‘Historias escogidas’), una sofisticada exposición colectiva de arte contemporáneo latinoamericano, parte de la donación de Patricia Phelps de Cisneros al MoMA. “Fue un año y medio de investigación entre todo el fondo”, afirma.
Obra de Beatriz Gonzalez Foto:Fernando Gómez Echeverri
Katzenstein respira arte latinoamericano. Su tour por el MoMA era un motivo de orgullo: las obras de los grandes artistas del continente tienen su lugar al lado de sus pares europeos o de otros lugares del mundo, “ahora la colección es más dinámica”. Y señala, por ejemplo, una gran obra del uruguayo Joaquín Torres-García al lado de un Piet Mondrian.
‘Chosen Memories: Contemporary Latin American Art from the Patricia Phelps de Cisneros Gift and Beyond’ es parte de ese nuevo poder latinoamericano. La fundación donó un fondo de más de 300 obras al MoMA y, como explica su expresidente, el curador español Gabriel Pérez-Barreiro, fue un movimiento no solo generoso, sino profundamente inteligente. Los Cisneros podrían haber creado otro museo con su colección en Caracas, Madrid o en cualquier lugar del mundo, ¡pero cuántos museos hay! El MoMA, en cambio, es uno de los grandes templos —o el ¡gran templo!— del arte mundial. Los Cisneros no impusieron nada con la donación, sino que crearon, por ejemplo, una beca para que los curadores fueran a América Latina y conocieran sus artistas de primera mano. Y ese o ahora comienza a verse en la colección; los estereotipos y los límites se han difuminado y hoy todo tiene una visión mucho más universal; hay una estrategia de inserción. En otra sala hay, por ejemplo, una preciosa escultura del bogotano Carlos Rojas, “yo la encontré en la bodega”, dice Katzenstein.
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‘Chosen Memories’, exposición en el MoMA Foto:Cortesía MoMA
‘Chosen Memories’ reúne la obra de más de 30 artistas contemporáneos latinoamericanos. Y, de alguna manera, comienza con la obra de un artista colombiano: José Alejandro Restrepo. “Es un pionero del videoarte y la videoinstalación”, dice Katzenstein. “El guion de la muestra nació de dos obras que me llamaron mucho la atención: una obra del artista uruguayo Alejandro Cesarco, una suerte de despedida de su padre en video, y El paso del Quindío I, de Restrepo, en la que reconstruye la travesía de Humboldt. Ambas propuestas tenían una vocación retrospectiva muy fuerte. Y a partir de ambas, una muy personal y otra histórica, tracé un arco con diferentes obras que describen distintas formas que relacionan el arte con la historia y el pasado”.
Restrepo no viajó a Nueva York por un problema personal, pero en su voz —sin embargo— no se esconde ni el orgullo ni la felicidad. El paso del Quindío Ies una obra de 1992 y, como dice Katzenstein, absolutamente pionera. Es una poderosa escultura con 17 monitores que muestran paisajes y momentos del viaje. La colección tenía solo el video, pero para reconstruirla con la mayor precisión estuvieron un año en busca de los monitores de vigilancia de la época.
La obra 'Riscos IV' (1987) de Olga Amaral Foto:Fernando Gómez Echeverri
“El video lo grabé con una cámara Canon Hi8, que además tenía un sonido increíble, luego el video final lo grabé de la proyección en la pantalla, por eso tiene ese grano”, dice Restrepo. “Verla montada fue una de mis grandes satisfacciones”, dice Katzenstein, “el departamento de Media trabajó con fotos originales de Restrepo y fue una búsqueda intensa en eBay y otras partes para adquirirlos”.‘Chosen Memories’ tiene la presencia de tres colombianos más: Raimond Chaves, Roberto Obregón y Gala Porras-Kim. Chaves presenta una obra en conjunto con la peruana Gilda Mantilla. Se trata de un proyector de diapositivas que va mostrando fotos grises de la Amazonia —tomadas de libros antiguos— y fragmentos de textos de un libro en el que el autor llama al lugar “semicivilizado”; sus palabras tienen todo menos poesía. Hay quejas por los mosquitos, el clima, las tormentas, las sequías o el transporte: “La balsa casi nunca se vuelca, pero por su lentitud el viaje resulta muy cansado y monótono”.
‘Chosen Memories’ reúne la obra de más de 30 artistas contemporáneos latinoamericanos. Y, de alguna manera, comienza con la obra de un artista colombiano: José Alejandro Restrepo.
“Esta obra de Roberto Obregón es fabulosa”, me dice Gabriel Pérez-Barreiro, “es la disección de una rosa: 27 pétalos pintados”. Obregón es reconocido como venezolano, pero nació en Barranquilla, en 1946, y se fue a los 6 años a Venezuela, donde desarrolló su carrera hasta su muerte en 2003.
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Gala Porras-Kim (1984) vivió en Bogotá hasta los 12 años y no ha vuelto desde entonces; su papá tuvo que salir exiliado y se mudaron a Los Ángeles en ese momento. Hoy, dice, mantiene el o con el país también a través del arte: es amiga de Carolina Caycedo y Carlos Motta, ambos instalados en Nueva York.
Su obra es una serie de dibujos de trozos de tela que encontró en una bodega de Harvard. “Me interesa ver cómo los museos o las instituciones conservan ciertos objetos y los privan de su carácter sagrado”.
Exposicion del MoMA, colección Cisneros Foto:Cortesía: MoMA
En este caso, sus dibujos reproducen pedazos de tela que fueron encontrados en un cenote mexicano; era un lugar donde se hacían sacrificios humanos para invocar la lluvia. La tela eran trozos de ropa quemada que se habían conservado en el fondo del pozo; un arqueólogo los sacó y los llevó “al lugar más seco posible: una bodega con temperatura controlada”.
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‘Chosen Memories’ también tiene un par de obras fabulosas de Cildo Meireles (entre ellas un cubo de heno, agarrado por hilos de oro, que esconde una aguja de 24 quilates); un mapamundi de piedra destrozado del argentino Adrián Villar Rojas; unas fotos panorámicas de diferentes ciudades latinoamericanas de la venezolana Suwon Lee; un tiquete de supermercado tejido en un tamaño descomunal del mexicano Gabriel Kuri y, entre otras maravillas, un impactante video del brasileño Paulo Nazareth que habla del duelo y el racismo.
En el video, Nazareth está acostado entre un centenar de calaveras, con las que se va cubriendo su propia cabeza. Lo hizo en un museo de la policía donde guardaban los restos de afros NN. Su propia abuela había sido recluida en una institución mental y nunca recuperaron su cuerpo. Es, sin duda, una exposición que merece un viaje a Nueva York; cada obra es un pedazo de continente.