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'R.M.N.': La impactante película de drama, racismo y xenofobia en la tierra de Drácula
Matthias (izquierda) pasa tiempo con su hijo Rudi en el bosque, un escenario para los prejuicios.
Matthias ha regresado a Transilvania de manera abrupta en plena época navideña, a una sociedad pequeña, tensa, a un paisaje agreste en el que los árboles parecen querer arañar siempre el cielo y en el que la sociedad encara temores más complejos que su famosa historia del conde Drácula.
Ese es el contexto en el cual se gesta la historia de la película 'R.M.N.', que se estrena mañana jueves 6 de julio en las salas de cine y camina entre el drama, el suspenso y hasta el thriller.
Parece la trama de un hombre recorriendo sus pasos entre heridas emocionales del pasado, pero poco a poco este filme abre su campo de acción a otras discusiones, más densas, más relevantes, con la situación de un mundo cada vez más fragmentado o polarizado.
El director Cristian Mungiu, recordado por el drama 4 meses, 3 semanas, 2 días –ganador de la 'Palma de Oro en Cannes' en 2007– y 'Los exámenes', con la que recibió el premio a mejor director en el mismo festival de cine en el 2016– sorprende ahora con una trama que poco a poco atrapa al espectador en un pequeño universo desolador y oscuro del noroeste de Rumania.
Matthias es un hombre serio, casi taciturno y que revive un cuadro familiar complejo: se reencuentra con una esposa a la que no quiere, con un hijo pequeño que ha sufrido un trauma y una exnovia por la que aún siente algo muy fuerte. Mientras se acomoda a ese episodio de su vida, va descubriendo los conflictos que se ciernen alrededor de sus vecinos, conocidos y amigos.
La sombra del racismo cubre la vida de todos, así que Matthias y Csilla (la mujer que siempre ha amado) tendrán que encarar ese fantasma desde ángulos opuestos. Ella trabaja en una panadería industrial que necesita empleados y vive en un pueblo del que la gente se ha ido a buscar una mejor vida a otros países o en donde no parece querer asumir oportunidades laborales con un sueldo mínimo.
La película va revelando sus capas, con la excusa de contar la vida de un protagonista que no parece encajar con la realidad que le ha tocado vivir. Quiere revitalizar el vínculo con su hijo, ser un buen padre y a la vez se da cuenta de que en esos parajes fríos no solo se tiene miedo a los osos o a los animales salvajes.
Casi como fantasmas, aparecen al fondo de algunas escenas personas que se asoman, corren o se esconden entre los árboles, mientras los pobladores viven alerta y no siempre reaccionan bien a su presencia.
Considero que la historia es muy actual, emocionante, relevante y entretenida, sumado a lo que expresan los paisajes de Transilvania
Todo se complica con la llegada de unos extranjeros y la aparente cordialidad de la población, que da un paso a miedos infundados, pero Cristian Mungiu no cae en la trampa de encerrar su película a un mensaje predecible contra la xenofobia, sino que lo alimenta con un poderoso retrato de la condición humana, tan cruel y a la vez tan frágil.
En 'R.M.N.' se analiza el impacto de la soledad, la vida familiar y sus valores, así como un complicado escenario sociopolítico en Europa que afecta y lleva muchas a actitudes criticables o incorrectas. Los nervios de todo un pueblo y su falta de empatía estallan, pero no como el espectador podría imaginárselo.
El director aprovecha su perfecto control visual de contexto y hasta un impresionante plano con cámara fija para mostrar que es más fácil dejarse arrastrar por el odio, los gritos y la violencia que apostar por diálogo o el esfuerzo por comprender algo (o a alguien) que es diferente, que tiene otras costumbres u otro estilo de vida.
Lo más interesante es que ni Matthias, ni Csilla ni el cura del pueblo, los amigos del protagonista –que hacen chistes crueles acerca de los gitanos– o los demás pobladores aparecen definidos en los terrenos de la bondad o la maldad absoluta. Bien lo decía el propio realizador en una corta charla a la que tuvo EL TIEMPO: “No hay héroes ni villanos en este filme. No existen en la realidad, por lo que no deberían existir en el cine, sería una reducción simplista. La verdad es un asunto muy relativo; a menudo depende de qué lado se considere la situación. Por un lado, la migración no puede ser la respuesta a todas las inequidades del mundo; por otro lado, la libertad de movimiento y la búsqueda de mejores condiciones de vida debe ser total, entonces la respuesta es más complicada”.
“En la película (como también en la historia real en la que se inspiró) la gente de la panadería defendía a los trabajadores extranjeros, pero también porque los necesitaban”, reveló el realizador, quien expone una crítica a la democracia que se revela “en una comunidad que está tratando de defender sus tradiciones y teme que cualquier apertura hacia los demás sea el fin de lo que ellos son”, dando paso a una discusión intensa y que va a generar muchos debates.
Pero así mismo, 'R.M.N.' es una cinta que vale la pena ver en pantalla grande, para encontrar detalles y momentos que refuerzan esa tensión en sus bosques que parecen amenazantes, solitarios y un poco extraños. Lugares donde no hay vampiros en la noche, pero se siente algo raro; quizá una extraña metáfora de la intolerancia o la crueldad, que sí es algo más cercano y más real de lo que uno cree. Bien lo recalca su director al promover su película: “Considero que la historia es muy actual, emocionante, relevante y entretenida, sumado a lo que expresan los paisajes de Transilvania”.