Oda, el restaurante que hoy nos compete, hace parte de un lounge que ofrece un indoor golf (así se venden). Y eso, en español, significa que está dentro de un espacio casual con salas virtuales para practicar golf.
El local queda en el piso 11 de una torre comercial de vidrio azul, en la ‘pepa’ de esa mole de ladrillo superpoblada que hoy es Cedritos (norte de Bogotá).
¿Y qué se supone que sirve un restaurante para golfistas? ¿Baby beef?, ¿pollo a la canasta?, ¿club sándwich? Pues no. La sorpresa es total, tanto que su propuesta no es fácil de explicar. ¿Cocina de autor? ¿Cocina confortable? ¿Cocina de producto colombiano? ¿Cocina con influencias orientales y escandinavas? Pues es todo lo anterior.
Primero que todo, Oda es un lugar muy atractivo con una vista excepcional. Segundo, su idea gastronómica se sale de todos los moldes locales. Es cocina de autor, arriesgada, pero sin necedades; es cocina confortable, con productos no tan comunes; no es cocina colombiana, pero priman los ingredientes nacionales; y hay sabores orientales, con acercamientos a la nueva cocina escandinava: pureza, frescura y sencillez.
El responsable de esta idea es un joven bogotano de nombre Jeferson García, quien se forjó como cocinero en Perú, Tailandia y Dinamarca. Un tipo con las ideas claras y los huevos bien puestos. Una propuesta tan ambiciosa como apetitosa.
Es cocina de autor, arriesgada, pero sin necedades; es cocina confortable, con productos no tan comunes
Vamos pues con las recomendaciones que siempre van al centro de la mesa. De sus entradas, una que no suena muy bien pero que resulta ser un acierto: picadillo de pulmón de res con wasabi, pitahaya, algo de cebolla, polvo de albahaca y hojas de kale; luego, el calamar con espuma de miso, raíces chinas, coco y hojas de lechuga selanova; también un delicado cremoso de hongos con tofu costeño; y muy, pero muy recomendado el pastrami de bondiola de cerdo con kombucha de mora (un caldo fermentado), sobre un pan de nueces.
De sus fuertes: su arroz caldoso de vieras con habichuelas chinas, chuguas, arvejas, aguacate y achiote; o su muy especial magret de pato con pera, yogur, manzana verde y chía; o su queso de cabra de Somondoco con banano manzano y quinua; o sus memorables costillas de cerdo laqueadas en soya y tucupí, acompañadas de chutney de mango y ensalada de papaya verde. ¡Platazo!
Y dos postres increíbles: el esponjoso de queso llanero con praline de sacha inchi (una especie de maní de la Amazonia), chocolate al 70 % y granizado del mucílago del cacao; y la canasta de milhoja rellena de queso de cabra con pera y un caramelo de arracacha. ¡Tremendos!
En Oda la cocina vuela (lo mismo que la coctelería). Sus platillos son tan agradables en el gusto como en el retrogusto. Aquí hay atrevimiento y refinamiento. Se ve, sabe y sienta bien. Y sorprende. Es que, no hay que olvidar, hace parte de un lounge que ofrece un indoor golf.
Oda. Calle 140 n.º 11-45, Torre HHC, Bogotá. Teléfono: 305 3745903.
MAURICIO SILVA
Editor de BOCAS
En Twitter:@msilvaazul