La transformación de la gestión cultural pública durante el cambio de siglo en Colombia ha sido positiva, tanto para los ciudadanos como para los artistas del país.
Ya entrados en la tercera década del siglo XXI, se puede afirmar que las grandes ciudades asumieron un rol más vinculante con la población al ofrecer varios servicios de esparcimiento y cultura que en el siglo XX sencillamente no existían.
Bogotá, con sus
festivales al parque, ha sido un ejemplo para seguir no solo para otras ciudades del país, sino para muchos países vecinos.
El Idartes está celebrando por estos días sus primeros diez años desde que se convirtió en lo que ahora es, aunque no estaría mal que retomara la función que tenía anteriormente de istrar el turismo. La alianza de la cultura con la gastronomía, el transporte y el turismo ha sido un éxito en otras capitales.
He participado en varios de los
eventos de esta entidad durante más de tres décadas, y puedo asegurar que ha contribuido a la formación de públicos y a la construcción de una personalidad propia para esta querida ciudad.
Otras ciudades de Colombia han implementado estas políticas con el respaldo de sus ciudadanos. Los eventos programados para este aniversario y el lenguaje utilizado para promocionarlos demuestran el propósito claro de Idartes. Hablo de conceptos como la “apropiación de derechos culturales”, que le dan un férreo sentido de pertenencia a la ciudadanía. Me refiero al rescate de sectores deprimidos de la ciudad como el Bronx, ahora convertido en distrito creativo, o la reciente adecuación del Castillo de las Artes para repoblar con imaginación una antigua zona de prostíbulos del centro.
Reconstruir la escena festiva de la ciudad va a tomar tiempo por los estragos de la cuarentena, se notó en la baja asistencia al parque Simón Bolívar el pasado fin de semana, donde se juntaron varios festivales al parque en una sola jornada con muy poca asistencia (y la lluvia no colabora).
Pero ya el Idartes anuncia un plan para su siguiente década de actividades. Ojalá se mantenga esa continuidad con la que se han venido repitiendo durante varias istraciones los eventos simbólicos de Bogotown. Las buenas ideas hay que cuidarlas y engrandecerlas.
Felices diez primeros añitos al motor de la cultura ciudadana.
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