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'He contemplado la eutanasia o el suicidio': Felipe Zuleta Lleras

El reconocido periodista habla de su nuevo libro 'Si saben cómo soy… ¿para qué me invitan?'.

Zuleta (Bogotá, 1960) es abogado del Externado, pero le apostó al periodismo desde hace 35 años.

Zuleta (Bogotá, 1960) es abogado del Externado, pero le apostó al periodismo desde hace 35 años. Foto: Néstor Gómez/ EL TIEMPO

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“Si saben cómo soy… ¿para qué me invitan?”. Así es Felipe Zuleta Lleras: frentero, claro y directo. Esa frase, que no puede describirlo mejor, le sirvió para titular su nuevo libro, que ya se ubica en los primeros lugares de los más vendidos.
Luego de sacar el año pasado 'Más allá de la familia presidencial', con Intermedio Editores, que alcanzó la posición 18 del Top 25 de los libros más vendidos el país en el 2022, según Nielsen BookScan, Zuleta comenzó a recibir unas cartas de sus primos, que no eran propiamente de felicitación.
En ese primer libro de memorias, el periodista bogotano hablaba sobre sus orígenes en los que, como es natural, tenía que recordar a sus abuelos maternos, el expresidente Alberto Lleras Camargo y Berta Puga, y a sus abuelos paternos, el también político Eduardo Zuleta Ángel y Lucía Torres Herrera.
“Allí relaté cómo mi abuelo Eduardo Zuleta tuvo que morir asilado en Miami a donde se había tenido que ir, porque le habían dictado una orden de captura. Esa información, mantenida en secreto por años, molestó a algunos de mis primos. Tres de ellos me mandaron una carta protestando”, cuenta Zuleta.
Con la rebeldía que lo caracteriza, comenzó a darle vueltas en la cabeza que no les contestaría las cartas a sus parientes, sino que su respuesta era la excusa perfecta para contar en un nuevo libro los recuerdos que se le habían quedado engavetados.
“Se me ocurrió escribir el nuevo libro dando más detalles sobre ‘papá Eduardo’, como le decíamos. Tenía otros cuentos y anécdotas para contar. Tengo entendido que este libro también les molestó. Bueno, al fin y al cabo cada uno de nosotros, los humanos, vemos las cosas a nuestra manera. Lamento mucho que se hayan molestado tanto, pero no esperaba una reacción distinta conociendo el ego enorme de algunos de mis primos”, anota Zuleta con ese humor negro que lo caracteriza.
El periodista le contó a EL TIEMPO pinceladas de algunas de las anécdotas que incluyó en estas memorias, en las que rinde especial homenaje a las mujeres de su vida: su abuela Berta Puga, su hija María Zuleta, su mamá Consuelo Lleras Puga y su exesposa Juanita Castro. Y con ellas, a otras queridas amigas de la vida. Zuleta también aprovecha para reflexionar, entre otros temas, sobre su vida política y la vejez.
El libro es publicado por Intermedio Editores.

El libro es publicado por Intermedio Editores. Foto:archivo particular

Usted revisó nuevamente la vida de su abuelo. ¿Se sostiene en la misma posición personal del primer libro?
Claro, es que no hay ni una sola coma que no refleje lo que pasó realmente. Habiendo sido ‘papá Eduardo’ un hombre ejemplar e importante, cometió un error al final de sus días, lo que, en mi criterio, no opacó sus méritos e importancia durante su vida. No me cabe la menor duda que fue un ciudadano virtuoso, pero al final, digo yo, borró con el codo lo que hizo con la mano.
Su hija María Zuleta hace la presentación del libro. Aprovecho para preguntarle, ¿Cómo fue ganarse nuevamente el cariño de esa hija, luego de tantos años de distancia?
Bueno, nos distanciamos porque yo tuve que salir asilado hacia Canadá en el año 2000 por que el hijo de puta de ‘Romaña’mandó a matarme porque, como director del noticiero Hora Cero, me opuse a la zona de distensión del Caguán. Allí viví 10 años y así era muy difícil tener una comunicación fluida. Cuando regresé, mi prioridad era recuperar el cariño de mi hija. Conocerla y que me conociera. Empezamos a vernos cada vez con más frecuencia. María es una mujer maravillosa. Inteligente, estudiosa, y llena de habilidades sociales. Quien la conoce la ama. Es inteligente, positiva y amorosa. Cuando Misael Blanco, de Intermedio Editores, me sugirió que María presentara el libro me pareció una idea estupenda. Se lo propuse y, para mi sorpresa, escribió con el corazón. Me conmoví profundamente cuando me la envió.
Es más, hay una anécdota muy linda de por qué su hija le dice Daddy…
María me dice Daddy porque al esposo de mi exesposa Juanita Castro, le dice papá. Y no podría ser distinto pues Diego García la acogió como su hija. Nos reímos mucho porque María dice que es muy afortunada pues tiene dos papás (Diego y yo) y dos mamás (Juanita y yo). Y va uno a ver y sí, pues yo tengo cosas de papá y mamá.
Uno de los primeros capítulos es un merecido homenaje a su abuela materna Berta Puga. ¿Cómo la recuerda?
La Pugita, como le decíamos era una mujer maravillosa. Era cariñosa, pero a su vez tenía un temperamento recio. Cuando mi mamá trabajaba tanto, era la abuela la que se ocupaba de nosotros, sus nietos Zuleta Lleras. Nos recibió, junto con el abuelo Alberto Lleras, a vivir en su casa por años, pues en mi familia la pobreza había mostrado la cara, cuando mi papá nos abandonó. Nos recibía cuando llegábamos del colegio, nos llevaba a cine, nos mandaba a los lonches a donde nos invitaban. Lonches eran las fiestas de cumpleaños. Nos traía ropa cuando viajaba al exterior y, mientras fuimos niños, organizaba todo lo de la Navidad. Era una mujer de buenas formas y buen trato. Era extremadamente ordenada, cualidad que creo aprendió de su padre, el general chileno Arturo Puga. La abuela, sin lugar a dudas, marcó mi vida para siempre. No pude estar con ella durante sus 10 últimos años, por estar en Canadá, y la recuerdo casi a diario con un enorme cariño.
Zuleta es abogado de la Universidad Externado de Colombia y dirigió Inravisión durante el gobierno de Virgilio Barco.

Zuleta es abogado de la Universidad Externado de Colombia y dirigió Inravisión durante el gobierno de Virgilio Barco. Foto:Néstor Gómez/ EL TIEMPO

A propósito de esa manera de ser firme de ella, ¿Quiénes fueron ‘Las Policarpas’?
Las Policarpas fueron un grupo de señoras liberales que se unieron para luchar en contra del dictador Rojas Pinilla. Marujita Calderón, Palita Nieto Calderón, sus hijas Clara y Lucy, Helena Calderón de Santos, ‘La pelusa’, esposa de Hernando Santos, y mi abuela Berta. Se reunían a diario en la casa de Marujita y tenían un periódico que se llamaba Resistencia. Estuvieron varias veces a punta de ser detenidas pues los gorilas del SIC, (Servicio de Inteligencia Colombiano) las allanaban y hostigaban. Con todo, no descansaron hasta que no vieron caer al dictador.
Hay una historia muy simpática de cómo fue su debut y despedida en el mundo de la delincuencia…
Tenía unos 7 años y un día me robé un carrito en el almacén Ley ubicado en la carrera 15 con calle 77 de Bogotá. Cuando mi mamá me vio jugando con el carrito me preguntó de dónde lo había sacado. No tuve otra respuesta que la verdad: me lo había robado. Literalmente me llevó de una oreja al almacén y me hizo devolverlo con las correspondientes disculpas. Allí empezó y acabó para siempre mi breve paso por la vida delincuencial.
Sigamos con las mujeres de su vida. Dedica otro capítulo a su mamá, con la que no tuvo la mejor relación. Hoy, con la distancia del tiempo, ¿cómo la recuerda?
Pues mire, ciertamente tuve una relación tortuosa con mi mamá. La vida fue muy dura con ella. Tuvo dos pésimos matrimonios, tuvo puestos que no le gustaban, pasó por cuenta del abandono de mi padre de la opulencia a la pobreza. Es decir, no tuvo una vida fácil. Eso, creo yo, la tornó en una persona poco feliz. No era muy afectuosa y, por el contrario, soltaba unas sentencias durísimas. Con todo, con los años entendí cómo era y, hoy por hoy, no la juzgo y, de ella, preferí quedarme con lo bueno. La recuerdo con cierta compasión y mucho cariño.
Y aparece otra mujer: su primera esposa Juanita Castro (que curiosamente tiene el primer apellido de su primer marido). ¿Tenía clara su inclinación sexual cuando se casó con ella?
Debo decir que tuve un magnífico matrimonio con Juanita. Si hubiera tenido claro que era gay, cuando me casé con Juanita, créame que no lo hubiera hecho, pues le hubiera evitado un gran sufrimiento cuando nos separamos. No me arrepiento de haberme casado ni con Juanita ni con César. Eso me convirtió en un experto “Castrologo”. No, mentiras. A mis 63 años, no me voy a dar la posibilidad de morir amargado y con remordimientos de lo que he hecho o he dejado de hacer. Con todo, sigo pensando que mi abuela Berta tenía la razón cuando decía: “Matrimonio y mortaja del cielo bajan”.
Hay una particular obsesión suya por la vejez, que se hace presente a lo largo de todo el libro y que incluso tiene capítulo de honor. ¿Por qué?
Porque la vejez es una enfermedad fatal e incurable. Espero no vivir muchos años más, pues con la vejez no llega nada bueno. Si acaso la madurez cuando ya no nos sirve para nada. El deterioro físico y mental es cruel. Los viejos, (ahora les dicen “adultos mayores”, término que detesto), nos volvemos sí o sí una carga. Y cada vez más huevones y torpes.
Por cierto, ¿cómo es el cuento de que usted ya le prohibió a su hija María que lo saque a lugares cuando sea “más” viejo?
Así es, le he pedido que ya de viejo nunca me invite a salir, porque los viejos decimos que sí a todo, y nos sacan a exponernos cuando ya arrastramos los pies y estamos desconectados. A mí déjenme tranquilito en mi casa. Que pereza que la gente diga: “Cómo está de gaga Zuleta”.
¿Y ha contemplado la posibilidad del suicidio o la eutanasia? Otros dos protagonistas tanto de su primer libro como de este...
Sí. Tengo todos los documentos legales al día para cuando ocurra, si es del caso, el suicidio o la eutanasia. No me impresiona la muerte. Me aterra la “moridera”, es decir, el proceso de morirse. Mi psiquiatra dice que no me vaya a suicidar mientras sea su paciente. Yo me le muero de la risa y le digo: “fresca, doc”.
Zuleta es nieto del expresidente Alberto Lleras Camargo.

Zuleta es nieto del expresidente Alberto Lleras Camargo. Foto:Néstor Gómez/ EL TIEMPO

Al final, usted reflexiona sobre la vida. ¿Qué balance hace hasta hoy?
He tenido una vida llena de vicisitudes, pero debo decir que he vivido plenamente. No tengo nada de qué arrepentirme. “Bajaré tranquilo al sepulcro”.
Usted sin duda fue un privilegiado al haber sido testigo directo del poder desde muy niño. Conoció a todos los presidentes del país en el último medio siglo. ¿Qué lectura tiene del poder?
Que es una mierda que se le sube a la cabeza a quien lo tiene, especialmente cuando no lo ha visto de cerca. El poder suele desfigurar la percepción de la realidad.
Dedica otro espacio de reflexión a “la trabajadera” que nos toca a los colombianos, pero ya alcanzó la anhelada pensión. ¿Tiene nuevos planes o piensa perpetuarse frente al micrófono?
Creo que estoy próximo a retirarme. Ya me pensioné y no voy a hacer radio siendo un viejo gagá, huevón, como algunos. Si digo tantas pendejadas hoy, imagínese en unos años.
¿Le quedó gustando esta experiencia de escribir?
Sí, mucho, pero creo que no tengo mucho más que contar. Y no creo que sea capaz de escribir otro libro. Por decir algo, una novela. El intelecto no me da para eso.
¿Ficción o ensayo?
Crónica.

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