En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
‘Uno de los pocos antídotos frente al miedo es la lectura’: Paolo Giordano
En 'Tasmania', su nueva novela, el italiano reflexiona sobre ciencia, guerras y cambio climático.
Giordano (Turín, 1982) es doctor en Física, escritor y periodista. Foto: Iván Giménez. Ed. Planeta
“Hay ideas que parecen flotar en el aire y son justamente los artistas los primeros que las captan. Por eso a veces las novelas y el cine coinciden. Es como si a veces los artistas tuvieran una especie de clarividencia, de ver antes cosas”.
Así explica el escritor italiano Giordano Paolo la curiosa coincidencia de su novela más reciente Tasmania con la exitosa película Oppenheimer, de Christopher Nolan. “Yo soy apasionado del trabajo de ese director y para mí fue una sorpresa que los dos estuviéramos pensando en lo mismo”, le comentó a EL TIEMPO, por videollamada, desde su residencia en Italia.
Sin saberlo, tanto Nolan, en el universo cinematográfico, como Giordano, en la ficción literaria, andaban trabajando sus propuestas creativas en paralelo sobre la bomba atómica, a kilómetros de distancia.
En su nueva novela, el también autor del aclamado libro La soledad de los números primos lleva a sus lectores a la París de finales de noviembre del 2015, cuando ocurrían dos hechos históricos: la conferencia de la COP21 y los ataques del bar Bataclán.
En ese telón de fondo aparece P.G., un periodista de formación científica (lo mismo que Giordano), quien es enviado a cubrir la famosa cumbre sobre el cambio climático. Este extraño momento de amenaza sobre la Tierra sirve como metáfora de la crisis sentimental que el protagonista atraviesa con Lorenza, su compañera. De manera paralela, P.G. también prepara un libro sobre los efectos radiactivos de la bomba atómica.
“Claramente ese tema de la bomba atómica tiene que ver mucho con lo que está pasando hoy con el cambio climático y las amenazas de guerras nucleares, que nos remiten otras vez a esas épocas de la bomba. Lo terrible es que cuando ya iba en la mitad de la novela, estalló la guerra de Ucrania y se comenzó a hablar otra vez de ese riesgo inminente de las bombas. Y eso que ya veíamos como algo lejano se volvió una posibilidad obscena que nadie esperaba que sucediera”, explica el autor.
Tasmania es también un tributo que Giordano rinde a su formación científica, cuando se doctoró en Física, antes de dar el salto a la literatura, el periodismo y los guiones. De allí que, a lo largo de la trama, P.G. también estará acompañado de Jacopo Novelli, un climatólogo experto en nubes; Curzia, una reportera en zonas de conflicto, y hasta un sacerdote que halla la felicidad en el lugar menos esperado.
Propio de su manera de ser más bien observadora, Giordano prefiere apartarse de esa idea “clarividente” de los humanistas, para describirlos con una capacidad más afinada de observación de la realidad circundante. “No siento que sea algo misterioso, sino como si los escritores o los artistas tuviéramos un diafragma más dilatado, que capta más cosas”, anota.
Y como si se divirtiera con el proceso creativo de escritura, a manera de un rompecabezas, el autor cuenta que la primera imagen que da origen a la novela, en lugar de dar pie al inicio de la historia, fue una pieza que terminó cerrando su rompecabezas narrativo.
“Extrañamente la primera imagen del libro que escribí es una de las últimas imágenes que aparece al final, en el último capítulo, de la novela, cuando el protagonista se imagina a los muertos como emisores de luz que envuelven a todo el planeta de la Tierra”, explica.
Esta idea apocalíptica se apareció en su mente los primeros meses de encierro de la pandemia, cuando se tenía poca claridad a lo que se estaba enfrentando la humanidad. “Me parecía importante encontrar una manera de transformar toda esta muerte que habíamos visto. Y escribí esta página. Y luego durante toda la escritura de la novela la página se iba corriendo hacia adelante, hasta que se convirtió en el final de la novela”, comenta.
El libro es de Editorial Tusquets Foto:archivo particular
Empecemos por esas actividades a las que se dedican varios de los protagonistas. ¿Era un guiño pendiente a su formación inicial científica?
Un poco es una vida alternativa la que yo estoy relatando en esta novela. Se puede decir que fue una especie de nostalgia de mis estudios de física de esta mirada hacia el mundo, de esos días en los que yo me concentraba en temas muy específicos y abstractos. Entonces, en la novela quería acercarme un poco a esta realidad científica, que siempre me ha fascinado. Pues creo que estos temas de la ciencia siempre llevan un mensaje más allá de las fronteras.
¿Su Tasmania podría ser una metáfora del refugio que la humanidad busca frente a ese caos y miedo que la circunda de guerras, cambio climático, etc.?
Hablas del miedo y creo que hoy uno de los pocos antídotos frente al miedo es la lectura. Se pueden buscar unas llaves de lectura de la realidad, una visión inclusive espiritual de la realidad en otros escritores y tal vez este sea el mejor antídoto. Debo decir que casi todas las formas de entretenimiento de hoy me angustian, pero mi paz existencial y espiritual la encuentro en la lectura.
Así como ocurre con el caótico mundo exterior, el protagonista vive una constante contradicción en su vida interior…
La verdad es que la crisis del protagonista es pequeña. Se trata de la idea de ser padre, y de alguna manera la idea de que la vida no es como él la imaginaba. Entonces, lo que él tiene que elaborar no es una verdadera pérdida; simplemente que él tiene que hacerse una nueva idea del futuro. Y la idea con la que crecimos todos como generación nos muestra que hay cosas que no pueden ser sostenibles y, por lo tanto, tenemos que renunciar a esa idea que nos parecía obvia y construir una nueva, diferente.
A propósito, ¿siente que ha cambiado hoy la idea del amor?
No. Por el contrario, el amor es el concepto más político de todos los que conocemos. El amor y el sexo son los que se han redefinido antes que todos los otros, a partir de un cambio de situaciones. Inclusive de un cambio de las situaciones políticos. Ahora, por decirte, en Italia tenemos un gobierno de extrema derecha, y los primeros ámbitos en los cuales han decidido intervenir son precisamente los ámbitos de la familia.
El amigo climatólogo de P.G., el protagonista, nos remite a una imagen: las nubes. ¿Por qué?
Sí, las nubes son muy poéticas, pero también descubrimos que tienen un lado científico e inclusive amenazante. Esto me pareció interesante. Pero realmente las nubes tienen un papel mucho más profundo en este libro. Porque a un cierto punto empecé a imaginar la historia misma como una historia de nubes; en la que los personajes se mueve, se encuentran y se alejan de una manera impredecible, como las nubes. La parte interior del protagonista puede parecer como un fenómeno atmosférico. Quería que el libro estuviera permeado por esta idea de poca estabilidad: en los encuentros, en la forma de relatar, etc.
La reportera de guerra, otro de los personajes, es un vaso comunicante con esta realidad compleja del mundo: Ucrania, Rusia, Israel, Hamás. Parece que retrocedemos…
Me parece muy cierto. La civilización se transformó. Muchas relaciones se redefinieron y reescribieron muy rápido, y creo que esto ha llevado en gran parte a tener una reacción de defensa. Nuestro mundo hoy se mueve principalmente hacia el concepto conservador. Y es un pensamiento que se está moviendo hacia el miedo, hacia la sensación de perder el control de las cosas o de que la realidad se está transformando de una manera en ya no podemos reconocernos y nos está dejando atrás. La pregunta es ¿cuándo y cómo se acabará este movimiento hacia la derecha? Lo de Israel y Palestina, por ejemplo, nos muestra que moverse hacia los extremos siempre produce al final violencia.
Giordano es autor de la aclamada novela 'La soledad de los números primos'. Foto:Iván Giménez. Ed. Planeta
Es como si la civilización buscara la autodestrucción…
Yo siento que el optimismo y el pesimismo son categorías muy supersticiosas. Yo trato de ser una persona no supersticiosa. Me parece, y es lo que trato de reflejar en esta novela, que es el momento de pensar más allá de si las cosas irán bien o mal, en una construcción más activa y deliberada de las formas de esperanza. Esto es lo que el libro trata de hacer con un telón de fondo, inclusive, de destrucción. Por eso busqué un superviviente de los bombardeos de Nagasaki para hacerlo contar cómo se construye la esperanza, después de un momento tan catastrófico y del fin del mundo como aquel.
Esta es una novela que mezcla géneros como el clásico, el periodístico, el ensayo y autoficción. ¿Cómo se dio esta estructura?
Yo había practicado la escritura de manera separada. Trabajaba novelas, memorias, entrevistas y reportajes como si cada uno tuviera una vida separada. En cambio en cierto punto, entendí que esta separación era superficial y que no tenía sentido. Y que la fuerza de todas las novelas es la de acoger dentro de sí todas las formas de expresión. Por lo tanto decidí, antes de comenzar este libro, acoger todas las posibilidades de escritura que ya había experimentado.
¿Cómo le va con la idea de llevar los libros al cine o el streaming?
Soy muy cauto en la trasposición de formatos. De alguna manera, Tasmania se escribió como un libro imposible de llevar al cine. Ahora, si alguien lo logra o quiere hacerlo, ya veremos, me causa curiosidad. Creo poco sano esta postura que se ha creado en los últimos años de imaginar inmediatamente cualquier cosa que se ha escrito como algo se tiene que pasar en video, porque simplemente ya cambia desde un inicio.
¿Es consumidor de series?
Lamentablemente creo que han sido años de excesivo consumo de los recursos de la narración. Como todos los recursos, al igual que ocurre con los naturales, cuando extraes demasiado creas un desastre. Y entonces, las series han hecho un desastre con la narración. Hace mucho que yo no veo series. O bueno, veo una o dos al año. Pero ese tipo de acercamiento le ha hecho mucho daño a la literatura. Sin embargo, también creo que es un nuevo vínculo que nos obliga a buscar nuevas formas, que no se pueden alcanzar desde la narración audiovisual. Y Tasmania es una prueba mía en ese sentido.