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Noticia
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El estilo de liderazgo de Jaime Murra Hilsaca, fundador del grupo de alimentos Diana, famoso por su arroz
"Nunca olvidemos de donde venimos", una de las máximas del empresario a quien le costaba decir no a una necesidad.
ENTRA EN OPERACIÓN LA PRIMERA TERMOELÉCTRICA A BASE DE CASCARILLA DE ARROZ EN COLOMBIA Foto: Suministrada
Trabajo y familia fueron los únicos pasatiempos que le conocieron a Jaime Abraham Murra Hilsaca, sus hijos (Jaime, Margarita y Andrés), dos pasiones que iban ligadas a su vida y las cuales complementaba con salidas a cenar con su esposa (María Margarita Pardo), algunos amigos, ir al cine los domingos y el acostumbrado viaje de vacaciones cada año.
Sin embargo, la mayor parte de su tiempo estuvo enfocado en construir una sólida organización (Grupo Diana) hoy en día referente no solo en el sector agroindustrial colombiano sino también en otros renglones de la economía nacional.
Este empresario cartagenero, nacido a inicios de mayo de 1944, falleció el miércoles de la presente semana a sus 80 años, pero les dejó a sus hijos no solo una sólida organización, nacida de un sueño del patriarca de la familia, Alfredo Murra Ganem, hace más de seis décadas (1964), sino un legado de grandes enseñanzas cultivadas de la mano de cientos de agricultores que trabajaron por años a su lado y que permitieron que el grupo Diana fuera lo que es hoy.
Jaime Murra fue empresario durante 60 años. Foto:Archivo El Tiempo/Grupo Diana
"Almorzábamos en familia todos los domingos y luego él se iba para cine, una de sus pasiones", recuerda Jaime, uno de sus hijos, quien comenta que su padre siempre fue una persona fuerte, bastante exigente, que lideró con su ejemplo, lo cual infundía mucho respeto entre sus colaboradores y, por su puesto, entre sus hijos.
Ese rigor y exigencia en el trabajo nunca fueron obstáculos para mantener una relación cordial y cálida con sus colaboradores, quienes lo veían casi como un padre a quien podían confiar cualquier problema que tuvieran, pues estaban convencidos de que él siempre les tendía una mano para ayudarles a superar esos momentos difíciles.
De hecho Jaime, su hijo, tiene muy presente que a su padre le costaba mucho decirles no ante esas necesidades de las personas, frente a lo cual siempre solía advertir que "nunca olvidemos de donde venimos".
El empresario
"Mi papá hablaba de tú a tú con el portero hasta con el más alto ejecutivo de la organización. Su oficina siempre estaba abierta para recibir a quien lo necesitara sin tener que hacer antesala o pedir una cita", recuerda su hijo Jaime, para quien esa forma de ser estaba muy arraigada en su ADN, así como el sentido del respeto por los demás, la responsabilidad, la pulcritud, la verdad y el trato igual para todos.
Foto:iStock
Murra Hilsaca adelantó sus estudios en Estados Unidos y a su regresó a Colombia, a mediados de los años 60, comenzó a apoyar a su padre, Alfredo Murra, en la empresa Molinos Murra (primer nombre que tuvo la empresa).
En 1973 crearon la Asociación de Agricultores del Tolima (Agritsa) y nueve años después nace Arroz Diana, la marca más emblemática dentro de todo el portafolio de productos que tiene el grupo.
La verdadera transformación de Molinos Murra a lo que es hoy Grupo Diana comenzó a darse a partir del 2003-2004 cuando ya sus tres hijos comenzaron a hacer parte de la organización y él comenzó a escuchar y a atender las ideas innovadoras que ellos empezaron a aportar respecto a la dirección y el giro que debería tener la compañía antes los cambios del mercado que exigían que no podían quedarse solo en el negocio del arroz, por temas de manejos de costos y diversificación, lo que permitió enfocarse más en el segmentos de productos de la canasta familiar, idea que acogió.
Según se lo comentó su hijo a EL TIEMPO, esas ideas del giro que se le debía dar a la organización para buscar una mayor consolidación en el mercado nacional surgieron de la nueva generación, pero Murra Hilsaca, desde la junta directiva, las acogió, participó y aconsejó como llevarlas a cabo con gran acierto.
Para el empresario una parte importante de su negocio eran sus agricultores a quienes siempre consideró como la columna vertebral de la organización, a quienes había que ayudarlos, consentirlos y colaborarles porque de ellos provenía la materia prima de la compañía.
Murra Hilsaca estuvo vinculado a la compañía desde 1966, en 1986 asumió la dirección general del molino del Espinal y estuvo al frente de la organización hasta el 2005, aunque siempre estuvo vinculado a la junta directiva, tiempo en el que destacó por su laboriosidad, su generosidad en la confianza, no en lo económico, lo que lo llevó a la edad de los 55 años a trasladar el control de la organización y su gran proyecto de vida a sus hijos.