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Vendettas en la mafia: el patrón criminal que se repite con la muerte de Siopas
Asesinato del exjefe del 'clan del Golfo' recuerda hechos de los hermanos Castaño y Pablo Escobar.
Una eventual traición interna en el 'clan del Golfo' habría llevado a la muerte de Wilmar Antonio Giraldo Quiroz, alias Siopas, uno de los capos más buscados por las autoridades en los últimos años.
Su cuerpo apareció tirado en el suelo en el sector conocido como La Recta, del municipio de Dabeiba, Antioquia, y la hipótesis que se maneja es que Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, principal jefe del 'clan', le tendió una trampa porque quería formar un grupo armado separado en el norte de Antioquia y Chocó.
Esto porque 'Siopas' no habría estado de acuerdo con la 'paz total' a la que quiere sumarse la estructura que hasta hace unos años tenía al frente a Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, extraditado a Estados Unidos.
Esta vendetta entre delincuentes no es la única que se ha visto en la historia de la mafia colombiana. Desde finales de los años 80 hasta comienzos de los 2000 se dieron casos en los que hubo traiciones que terminaron en homicidios.
Entre los nombres que se resaltan están Pablo Escobar, Miguel Arroyave, Vicente Castaño y Carlos Castaño, quienes ordenaron darles muerte a sus aliados con el fin de proteger sus finanzas criminales.
El más reciente caso se conoció este miércoles, si bien los agentes de inteligencia ya sospechaban que algo malo pasaba alrededor de 'Siopas', quien supuestamente no estaba de acuerdo con lo que en la 'paz total se prepara para el 'clan', es decir, con el proyecto de ley de sometimiento para bandas de alto impacto.
Pablo Escobar murió abatido el 1993. Foto:Archivo particular. EL TIEMPO
En efecto, hace unas semanas, EL TIEMPO documentó que a este hombre de 41 años de edad se le había perdido el rastro. Parece ser que 'Chiquito Malo' lo citó a un encuentro para hablar de las diferencias respecto a la 'paz total'; sin embargo, fue hallado muerto con cinco heridas abiertas en la región occipital, cuatro en el rostro, una en la mano derecha y dos en la región escapular.
Este hecho se enmarca en los patrones que delincuentes usan para protegerse a sí mismos, sin importar pasar por encima de sus amigos, familiares o aliados. Así lo explica la experta en conflicto Juana Cabezas, quien es investigadora de Indepaz.
Según ella, "es para reprimir cualquier acción de que se crezca un grupo más grande. Eso tiene unos mismos patrones con los anteriores, y es que si la idea (de separarse) 'viene de nosotros (capos), puede aumentar poder en territorios que controlamos' ".
Este hecho es parecido a cuando Pablo Escobar, capo del cartel de Medellín, mandó a matar en La Catedral a sus socios Gerardo 'Kiko' Moncada y Fernando 'Negro' Galeano, con el fin de cobrar extorsiones para no dejar que su estructura ilegal se le fuera al piso.
Foto:AFP
Otro suceso recordado entre vendettas es el de Carlos Castaño. Sobre su muerte hay varias versiones. Una es que este exfeje de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) fue asesinado en abril de 2004 a manos de sus propios hombres. La persona que relató cómo se dio la orden fue Óscar Darío López, alias la Plaga, quien itió que Diego Murillo, 'Don Berna', les dijo que asesinaran a Castaño, crimen que se cometió en la vereda El Tomate, ubicada en San Pedro de Urabá, Antioquia.
Y la otra versión involucra a su hermano Vicente Castaño. El testimonio de que habría sido él quien ordenó matar a Carlos sin el permiso de la cúpula de los paramilitares fue de Éver Velosa, alias H. H., quien comentó que "Vicente dijo: 'si yo no mato a Carlos, alguien más lo hace y me tiene que matar a mí también".
De acuerdo con Carlos Builes, profesor de la Universidad de Antioquia, "las riñas son líneas rojas que se traspasan fácilmente cuando se incumple un pacto, eso es un círculo vicioso que se ha estudiado".
Así como se han dado venganzas por el poder criminal y del narcotráfico, los asesinatos de excabecillas de grupos armados también se han visto en medio de intenciones de llegar a una paz. Uno de los más recordados homicidios en Medellín fue el de Jairo Angarita, alias Comandante Andrés, quien fue el segundo al mando del grupo paramilitar de Salvatore Mancuso.
Su muerte ocurrió en 2006, en un restaurante del aeropuerto de la capital antioqueña al que llegó a una reunión con un hombre de piel trigueña, contextura gruesa y de unos 40 años, quien salió ileso del ataque sicarial contra Angarita. Tras el hecho, exparamilitares manifestaron que se dio justo cuando él pensaba contribuir a la verdad del conflicto armado.
Por último, otra muerte que se habría dado al nivel interno del paramilitarismo fue la de Miguel Arroyave, entonces jefe del Bloque Centauros de las Autodefensas. Este hombre murió en 2004, y según testimonios aportados a Justicia y Paz, se habría ejecutado por cuenta de dos integrantes del grupo criminal, bajo la orden —al parecer— de Daniel Barrera, alias el Loco Barrera, quien no habría quedado contento con que Arroyave se quedara con los impuestos derivados del narcotráfico.
Para la investigadora Cabezas, este tipo de hechos entre grupos paramilitares se dan, en parte, porque "el paramilitarismo tiene una subdivisión en territorios, y eso causa que se presenten este tipo de acciones. Buscan que ninguno se subleve".
Sobre si este tipo de situaciones como la de 'Siopas' puede afectar la 'paz total', tanto la experta como el profesor Builes dijeron que no mucho, pues el 'clan del Golfo' tiene presencia en muchos lados e intereses por el control del narcotráfico.
"Decir que solamente es matarse entre ellos es simplificar la cosa, ellos tienen tierras y presencia, es una estructura compleja que intenta funcionar desde un eje central, pero con una istración descentralizada", explicó el docente de la Universidad de Antioquia.