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La historia del militar que habría sido desaparecido por sus superiores

Desde 1997 la familia de Óscar Tabares intenta establecer su paradero. Caso llegó a Corte IDH.

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Después de pasar una de las curvas de la carretera empinada y estrecha que atraviesa la comuna de Robledo, en el noroeste de Medellín, Isabel separa una de sus manos del volante y empieza a señalar los lugares que va recordando del barrio donde vivió hasta los 11 años, cuando ella y su familia tuvieron que huir.
Acá estaban todos mis amigos, los últimos, porque después de lo que le pasó a Óscar no podíamos contarle nada a nadie y nos cambiaban mucho de colegio
Su hermano, el soldado profesional Óscar Iván Tabares Toro, desapareció en diciembre de 1997, en medio de una operación con sus propios compañeros del Ejército, y la lucha de sus familiares para encontrar su cuerpo y alcanzar justicia les ha valido una persecución sin cuartel, que los obligó a salir de esa casa y los ha llevado a mudarse en 11 ocasiones más, por temor.
“Acá estaban todos mis amigos, los últimos, porque después de lo que le pasó a Óscar no podíamos contarle nada a nadie y nos cambiaban mucho de colegio”, dice Isabel, hoy de 34 años, y comenta que el barrio —ubicado en la falda de una montaña atestada de fachadas en ladrillo casi hasta la cima— ha cambiado mucho desde cuando vivían allí.
Óscar Tabares fue desaparecido en 1997, a los 24 años.

Óscar Tabares fue desaparecido en 1997, a los 24 años. Foto:Archivo particular

La última vez que su hermano visitó aquella casa en Robledo fue para pasar vacaciones. Llegó el 19 de septiembre de 1997, justo el día de cumpleaños de su mamá, y se fue el 4 de octubre.
Desde chico, Óscar quería ser militar, como tres de sus tíos, y luego de prestar servicio en 1994, se vinculó al Ejército como soldado. Le gustaba estar en el monte. Era de esos uniformados que defendían a muerte su labor y el nombre de su institución. Por eso a su familia le sorprendió tanto que en esa visita dijera que estaba pensando en renunciar.
Lo que estaba detrás de la decisión de echar al traste su carrera militar, según les dijo, era el cambio de un superior.
“Él contaba que el teniente los hostigaba y los maltrataba, a tal punto que Óscar pensaba dejar el Ejército si no lograba que lo cambiaran de compañía”, recuerda María Helena, su madre, que en los últimos 23 años no ha descansado intentando armar el rompecabezas macabro de su desaparición.
Ha tocado tantas puertas que el proceso de su hijo, representado por la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).
Óscar Iván no logró aquel traslado. Tampoco alcanzó a renunciar. El 14 de diciembre de 1997 llamó a su mamá para contarle que la compañía Tigre, a la que pertenecía, iba a desplegar operaciones de contraguerrilla en el municipio de San Juanito, Meta, y le volvió a decir que quería retirarse por el maltrato del teniente.
Esa fue la última vez que María Helena escuchó su voz. La última vez que supo, con certeza, algo de él. Desde entonces, la agobia la incertidumbre en torno a una misma pregunta que desencadena otras miles: ¿dónde está mi hijo?
El soldado nació en Heliconia, Antioquia, pero se crió en Medellín. Acá, durante una de sus operaciones en el Ejército.

El soldado nació en Heliconia, Antioquia, pero se crió en Medellín. Acá, durante una de sus operaciones en el Ejército. Foto:Archivo particular

Una búsqueda que no para

El apartamento donde vive la madre de Óscar Tabares Toro está siendo desocupado de a poco. Ha vendido algunos muebles pensando en su próxima mudanza obligada, la número 12, pero en un lugar sin pierde tiene dos álbumes de fotos que atesora. Guardan casi un centenar de imágenes de su hijo, el único hombre de los cuatro que tuvo.
Óscar le heredó el tono de piel. Era moreno, de labios gruesos, nariz ancha, cejas refinadas y ojos chicos. Casi todas esa fotos se las tomaron durante sus seis años de servicio –en los que no tuvo ninguna sanción ni anotación por mala conducta–, y aparece vestido de camuflado y empuñando las armas con las que patrullaba el país en esos días de finales de los 90, cuando los combates con la guerrilla estuvieron en uno de sus puntos cumbre.
Meses después de su desaparición, su madre se encontraría con uno de esos uniformes camuflados –que, asegura, aún conservaba su olor–. Estaba en un pastizal en medio del monte, manchado de sangre y casi deshecho. Pero encontrar esa pista fue el resultado de un periplo que comenzó mucho antes.
Tras las primeras dos semanas sin saber de Óscar, la preocupación de sus parientes llegó al límite el 31 de diciembre de ese 1997. No recibir su llamada en Año Nuevo terminó de alarmarlos. Intentaron marcarle al número que tenía asignado, pero solo recibieron respuesta cuatro días después.
Óscar era soldado profesional de la compañía 'Tigre', sección 'Gil Alfa' del batallón de contraguerrillas No. 20.

Óscar era soldado profesional de la compañía 'Tigre', sección 'Gil Alfa' del batallón de contraguerrillas No. 20. Foto:Archivo particular

“Me contestó un compañero de él con el que compartía el celular y me dijo, extrañado, que cómo así que Óscar no había pasado esas fechas conmigo, pero de fondo escuché a alguien diciéndole que me dijera la verdad”, cuenta María Helena.
Unos días antes, el 28 de diciembre, la compañía Tigre del Batallón Contraguerrillas número 20 acampó en la vereda San Luis de Toledo, del municipio de San Juanito. Alrededor de las 11 p. m., luego de una discusión entre Óscar Tabares, el teniente con quien tenía diferencias y un cabo –de quienes EL TIEMPO se abstiene de publicar nombres para no entorpecer la investigación– se habría escuchado la explosión de una granada y unos disparos.
La ‘verdad’ a la que se referían en la llamada era que, supuestamente, el soldado Óscar Iván le lanzó el artefacto explosivo a su superior y huyó. Cuando María Helena y su familia escucharon esa versión, les pareció un disparate. No podían creer que él hubiera hecho eso.
Ahí comenzó el calvario para intentar saber lo que pasó y, después de más de dos décadas, lo único establecido como cierto es que el teniente no sufrió daños por ninguna granada y sigue con vida, y que desde ese 28 de diciembre se perdió el rastro de Óscar Tabares Toro.
Su mamá, junto a su esposo, Hollmar –el padre de crianza de Óscar y biológico de sus dos hijas menores– dejó de lado las llamadas por teléfono y arrancó para la Cuarta Brigada de Antioquia a preguntar qué se sabía de su hijo. Cuando les dijeron que solo en la Escuela de Artillería de Bogotá les darían información, empacaron lo primero que encontraron en su Lada blanco y cogieron camino.
El médico me anunció que me tenía que operar, pero yo decía: ‘Yo no puedo, yo tengo es que buscar a mi hijo’, hasta que un día amanecí postrada. No me podía mover
Llegaron el 8 de enero de 1998, y ante la ausencia de respuestas sobre el paradero de Óscar, María Helena presentó una denuncia penal y una solicitud de búsqueda en una estación de Policía.
“Seguí yendo a la escuela a preguntar durante semanas, hasta que un coronel me dijo que no me quería ver más allá. Después de eso salí a buscar al ministro de Defensa de la época, me reuní con él y empecé a mandar cartas a la Fiscalía, la Defensoría, la Procuraduría y entidades internacionales contando que mi hijo era un militar desaparecido dentro del propio Ejército”, recuerda la mujer, quien también empezó a tocar la puerta de varios colectivos de abogados y organizaciones de derechos humanos que llevaran su caso.
El 18 de noviembre de 2002, cinco años después de la desaparición de Óscar y ante la falta de resultados de la justicia nacional para esclarecer el caso, bajo la representación de la CCJ fue presentada una solicitud ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el hecho.
Ese mismo año, a María Helena le diagnosticaron cáncer. “El médico me anunció que me tenía que operar, pero yo decía: ‘Yo no puedo, yo tengo es que buscar a mi hijo’, hasta que un día amanecí postrada. No me podía mover”, recuerda esta madre, que tan pronto fue dada de alta retomó su labor, que aún no acaba.
El 13 de octubre de 2005, la CIDH itió la petición de la CCJ, y luego de un proceso de 15 años, el organismo concluyó que Colombia era responsable internacionalmente por la vulneración de los derechos a la vida, a las garantías judiciales y a la protección judicial, a la integridad y libertad personal y al reconocimiento de la personalidad jurídica en el caso de Óscar Tabares.
“El 25 de mayo de 2021 la CIDH informó a las partes que presentó el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde calculamos que podrían emitir una decisión dentro de un año y medio o dos años y medio”, explica Javier Galindo, coordinador de litigio internacional de la CCJ y abogado del proceso.
Hay un patrón que se observa en las desapariciones: que lo único que se busca es impunidad, poner obstáculos para desviar la verdad.
“Hay un patrón que se observa en las desapariciones: que lo único que se busca es impunidad, poner obstáculos para desviar la verdad. En este caso el desinterés de la Fiscalía ha sido tal que han cambiado de fiscal nueve veces. Además, el ente acusador está enfrascado en dos hipótesis: la disputa con el teniente y que Óscar desertó y se fue a las filas de las Farc. Eso, a pesar de que no hay evidencias”, agrega Galindo.
Cuando a María Helena le dijeron que su hijo se había ido para el frente 53 de esa guerrilla, se montó en su Lada blanco y viajó hasta los Llanos Orientales. Era la época de las ‘pescas milagrosas’ y los retenes de las Farc abundaban en las carreteras: no fue necesario buscar a los subversivos.
“Con todo el miedo que yo tenía, los encaré, les mostré la foto de mi hijo y les pregunté si sabían algo de él. Me dijeron fue que ellos no lo tenían ni lo habían matado, pero que en el pueblo, en San Juanito, el cura podía darme razón”. Al llegar allá, varios pobladores le hablaron de la explosión que se escuchó y de un uniforme militar que estaba tirado en el monte. Y hasta allá llegó .
Durante sus seis años en el Ejército, Óscar no recibió ninguna sanción disciplinaria.

Durante sus seis años en el Ejército, Óscar no recibió ninguna sanción disciplinaria. Foto:Archivo particular

Mientras el trámite ante la Corte IDH sigue su curso, María Helena continúa buscando respuestas sobre el paradero del cuerpo de su hijo. En las últimas semanas se reunió con la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, que planea una nueva inspección en aquella finca del Meta donde encontraron el uniforme de Óscar.
“Mi familia y yo solo esperamos que se agilice la búsqueda y que los culpables reciban una condena. Mi anhelo es saber la verdad, darle sepultura y que esto no le pase a nadie más. Esto es como la crónica de una muerte anunciada: se va muriendo uno de a traguitos”, dice esta madre.
En Twitter: @julianrios_m
Redacción Justicia

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