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Tras décadas desaparecidos, 11 personas pasaron diciembre con sus familias
La UBPD ha encontrado a hombres y mujeres cuyo rastro se perdió en el conflicto armado.
Familias se reencontraron luego de décadas para celebrar navidad. Foto: El Tiempo
Las fechas de Navidad y Año Nuevo son una época de compartir en familia, aunque para muchos colombianos son también momentos tristes por recordar la ausencia de seres queridos que están desaparecidos.
Esa es la realidad de casi 100.000 personas a quienes en medio del conflicto armado se les perdió la pista, pero gracias al trabajo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) 11 de esas personas de quienes por décadas no se supo nada, han sido encontradas con vida y se reencontraron con sus familias para pasar con ellas estas fiestas.
Esos reencuentros se han dado en Medellín, Tolima, Arauca, Popayán, Buenaventura, Santa Marta y Villavicencio y han significado para las personas y sus familias una nueva vida, como le contaron a EL TIEMPO dos de ellos.
Un reencuentro agridulce
Para Darío* volver a su natal San Antonio, Tolima, tras 22 años fue encontrar un pueblo que no conocía, todo había cambiado en el municipio que, cuando él desapareció, estaba destrozado producto de ataques armados. Pero no volvió con el miedo de esos días, sino con la alegría de recorrer las calles con su mamá, con quien salió a hacer compras, y de tomarse con su hermano Julio* los aguardientes que no había podido en dos décadas de ausencia.
“Uno ya no contaba con esto, uno está perdido, incluso pensé que mi mamá había muerto, por eso para mí este reencuentro fue una maravillosa sorpresa”, contó Darío, quien indicó que al verlo su mamá le dijo que lo amaba y que fueron muchos años perdidos sin tenerlo cerca.
Familias se reencontraron luego de décadas para celebrar navidad Foto:Cortesía
El hombre, quien hoy tiene poco más de 40 años de edad, añadió que ahora volvió a tener una unión con la familia que daba por perdida, conoció a sobrinos que no sabía que tenía, y siente lleno el corazón. “Ni siquiera necesitaba llegar al 31 de diciembre para estar alegre, estoy muy contento, mi Dios me cubrió la vida y los pude volver a ver”.
Ni siquiera necesitaba llegar al 31 de diciembre para estar alegre, estoy muy contento, mi Dios me cubrió la vida y los pude volver a ver: Darío*
Cuando él desapareció trabajaba en fincas recogiendo café y tenía alrededor de 20 años, y aunque había escuchado que hombres pasaban llevándose muchachos, nunca pensó que él también fuera a terminar reclutado por un grupo armado. En sus filas estuvo unos años hasta que salió y prefirió dejarlo todo en el pasado por miedo de que le pasara algo en la guerra que continuaba.
“Desde eso quedan muchas secuelas, yo preferí vivir oculto este tiempo porque uno no sabe, la guerra es la guerra. Después de salir de allá no intenté buscar a mi familia por miedo”, explicó.
Por eso, cuando la UBPD logró arlo y le dijo que tenía una familia que lo buscaba, se le hizo raro pero lo recibió como una gran noticia. Quienes impulsaron su búsqueda fueron su mamá y su hermano Julio, quien antes del primer encuentro con él, a mitad del año pasado, no pudo dormir bien por la emoción de volver a ver a quien podía ser su hermano.
Cualquier duda se despejó cuando abrió la puerta del salón en el que Darío lo esperaba: “Cuando él desapareció tenía el pelo largo, crespo, uno llega a viejo y cambia, pero uno conoce a los hermanitos de uno desde lejos, así como un padre conoce a los hijos”, contó Julio.
Él llevaba décadas buscando infructuosamente a ese hermano hasta que la UBPD lo encontró. Pero su alegría no es completa porque sigue desaparecido su sobrino, el hijo de Darío que crió como un hijo pues tan solo era un bebé de 3 meses de edad cuando él desapareció.
Óscar Julián tenía 13 años al momento de su desaparición en 2013, en San Antonio, Tolima. “Yo tengo esperanzas de tenerlo en la casa, así como encontramos a mi hermano. Óscar Julián se fue a estudiar y no ha regresado, empecé a buscarlo, fui a muchas partes y andaba con copias de la foto de mi sobrino, pueblo que fuera, iba averiguando… la felicidad más grande ahora para mí sería encontrar a mi sobrino”, concluyó Julio.
Y Darío, quien apenas se enteró apenas de la desaparición de su hijo, añadió que se siente entre la espada y la pared sin saber qué pasó con él, “Dios quiera que él esté bien, pero no sabemos nada. Es un tema que a uno le mueve la consciencia, es mi hijo, no contaba con que le fuera a pasar esto”, dijo. Según la UPBD, una de las hipótesis que se explora en la búsqueda del joven es que, así como su padre, haya sido víctima de reclutamiento forzado por parte de algún actor armado.
Otra de las familias que han podido reunirse tras décadas de ausencia es la de Belén*, una mujer de 39 años de edad que en 1996, cuando apenas tenía 13 años, fue reclutada por el frente 47 de las Farc en Argelia, Antioquia. Su mamá, Carolina*, y su hermana, Sandra*, la estuvieron buscando por 26 años hasta que en 2022 pudieron volverla a ver gracias a un proceso técnico y de acompañamiento humanitario de la UBPD.
Belén* y su mamá no se veían hacía 26 años. Foto de su reencuentro en Medellín. Foto:UBPD
Aunque las extrañaba, para Belén no fue fácil decidir volverlas a ver luego de que la Unidad logró arla y decirle que su familia la buscaba, porque ella se había esforzado por dejar atrás un pasado doloroso, pues en el año que estuvo en la guerrilla, Belén y otra adolescente reclutada con ella fueron sometidas a diversos abusos en el grupo hasta que lograron volarse.
“Yo pasé mis primeros años en Argelia, estudiaba allá hasta que un día me citaron y me reclutaron hasta que me pude volar con una amiga. Una persona nos ayudó y nos fuimos a otra región, allá estuvimos un tiempo y hasta ahí tuve o con ella, que decidió coger su camino y yo también”, recordó Belén.
A los 14 años que tenía cuando salió, tuvo que viajar a varias regiones del país, manteniendo oculta su identidad por miedo a que el grupo armado la encontrara y la ejecutara como castigo por su huida, también tuvo que conseguir varios trabajos “haciendo aseos en bares, trabajé en casas de familia y también me tocó prostituirme”, recordó con tristeza.
Pese al dolor de su pasado, Belén decidió dar un paso adelante para sanar sus heridas y reencontrarse con su mamá y su hermana impulsada por sus dos hijos, a quienes ella siempre les había contado que tenían una abuela y una tía que ojalá pudieran conocer algún día, pero nunca pensó que ese día llegaría hasta que la UBPD la ó.
Quería saber de ellos, cómo habían estado todos estos años sin mí, sanar heridas y empezar de nuevo. Ya me siento más tranquila, pese a que quería dejar todo en el pasado: Belén*
“Quería saber de ellos, cómo habían estado todos estos años sin mí, sanar heridas y empezar de nuevo. Ya me siento más tranquila, pese a que quería dejar todo en el pasado”, explicó.
Por eso relató que para ella “fue una alegría inmensa saber de ellos después de tantos años, yo iba muy confundida, no sabía cuál sería su reacción, pero me dio mucha alegría ver a mi mamá y abrazarla”, expresó.
A su hermana Sandra aún no ha podido darle ese abrazo porque cuando fue el reencuentro con su madre Sandra no estaba, pero hablan casi todos los días por videollamada o por teléfono. “Éramos inseparables, yo extrañaba jugar con ella, hacerle trenzas y hacerle maldades”, contó entre risas, y agregó que ahora carga con una foto de su hermana, con quien espera verse pronto.
Añadió que tienen planes de pronto volver a vivir juntas en la misma región, “el pensado es volver a vivir aunque sea en un mismo pueblo, no sabemos si puede ser, pero lo que queremos es no volvernos a separar”, concluyó.
Cientos de miles de personas siguen desaparecidas
Mi hijo desapareció un 15 de diciembre, para mí ya la Navidad no es lo mismo, hay dos sillas vacías que no llena nadie, dos copas que quedan llenas y no hay quien brinde: Socorro Durán
Aunque Darío*, Belén* y 9 personas más pudieron pasar unas felices fiestas tras volver a ver a sus seres queridos, hay miles de familias que no tienen esa dicha, como Socorro Durán Sánchez, una madre de casi 80 años que busca a su hijo Reinaldo Méndez Durán, desaparecido en 2001 en Norte de Santander. Esta Navidad también recordó con tristeza a Florentino Méndez Durán, su otro hijo quien también desapareció en 2003 y cuyo cuerpo le entregó la Fiscalía hace unos días.
“De un lado descansé, pero todavía falta por llenar el rinconcito vacío de mi otro hijo. Si Dios me diera la licencia de recuperar sus restos sería la mujer más feliz, jamás pierdo la esperanza”, contó.
Añadió que como mujer católica, acostumbra hacer las novenas que comienzan el 16 de diciembre pero dijo que sus navidades ya no son las mismas. “Mi hijo (Reinaldo) desapareció un 15 de diciembre, para mí ya la Navidad no es lo mismo, hay dos sillas vacías que no llena nadie, dos copas que quedan llenas y no hay quien brinde”, recordó con la voz entrecortada por el llanto.