Señalamientos de 'purga de pensamiento' en la dirección del
partido Comunes, que integran los excombatientes de las
Farc tras la firma del acuerdo de paz, y calificativos de que se convirtió en una estructura excluyente son algunos de los elementos de una explosiva comunicación de
Israel Zúñiga Iriarte, senador de esa colectividad más conocido como Benkos Biohó.
En el documento, conocido en exclusiva por EL TIEMPO, queda en evidencia la fractura que hay al interior del partido político de los ex-Farc, y que ha salido a la luz desde hace varias semanas.
Pero en esta ocasión, el senador Zúñiga señala de frente que "nunca se le consideró un sujeto político en igualdad de condiciones", y que, al parecer, solo ha estado en el partido para "blindarlos con un aura de inclusión racial".
"Tampoco podríamos adivinar (...) que el partido surgido del acuerdo final de paz se convertiría en lo que luchamos por vencer: una estructura nepótica, demagógica y excluyente", asegura el senador en su escrito.
Solo estuve ahí para blindarlos con un aura de inclusión racial
Cuatro hechos
Zúñiga menciona cuatro situaciones que sustentarían sus señalamientos.
Primero, según relata, en el Congreso fundacional del nuevo Partido fue nominado para senador en la lista de los 10 que integrarían las curules del Congreso de la República. Sin embargo, pese a ser el único hombre negro que estaba en la lista y aunque existía una normativa de inclusión, no fue designado como legislador.
En segundo lugar, menciona que cuando
Iván Márquez, actual disidente, abandonó su escaño en el Senado, "el Partido no hizo los tramites correspondientes para reclamar la curul", que debía asumir él por orden de lista, por lo que tuvo que hacer los trámites personalmente.
Además, Zúñiga asegura que no tuvo ningún apoyo para materializar la propuesta de crear un departamento étnico al interior del partido.
Y, por último, menciona que aunque lo eligieron como parte del Consejo Político Nacional (N), órgano de dirección del Partido, nunca lo inscribieron.
A continuación puede leer el contenido completo de la carta:
Cuando iniciamos este camino, el camino de la paz, muchos mandos medios y guerillerada de base, no estaban de acuerdo con los puntos pactados para los Diálogos, por considerar que no reflejaban completamente nuestro ideario revolucionario, los más de 50 años de lucha campesina, étnica y popular, a la que muchos nos fuimos incorporando en distintos períodos de nuestra historia y por distintas motivaciones; pero aún así, fiel a la unidad de mando y confiando en el criterio de nuestros máximos dirigentes, la gran mayoría decidió avanzar como la estructura cohesionada y disciplinada que éramos.
Posteriormente, en la X Conferencia Nacional Guerrillera, que se desarrolló al concluir los Diálogos de paz, discutimos en torno a 30 tesis, que planteaban una Gran Convergencia nacional de fuerzas políticas, movimientos sociales, y formas de pesar, en las que se consideraba, entre otras cosas, a los pueblos étnicos como actores fundamentales para la transformación estructural de las realidades objetivas del país.
Así, desde el fantasmagórico “Departamento étnico “que me asignaron como responsabilidad política, se desarrollaron tesis propias que formulaban la importancia de abordar los debates étnicos/raciales que profundizaron situaciones de injustica en Colombia, y que fueron reforzadas a lo largo del conflicto armado.
La Gran Convergencia invitaba a un pacto histórico similar al que invitan hoy, algunos sectores progresistas, en aras a la unidad de cara al difícil panorama político electoral, de un país que transitaría un post acuerdo, en medio de una crisis social y humanitaria, aún sin resolver; previendo las estigmatizaciones, persecuciones, señalamientos, profundas divisiones ideológicas y la exacerbada violencia.
Sabíamos que no sería fácil, como lo ha demostrado la historia de los acuerdos de paz en el mundo, lo que no sospechábamos era que las dificultades internas, serían tan nocivas como las externas; que la descalificación, estigmatización, señalamiento y persecución vendría desde dentro, de manera temprana.
Tampoco podríamos adivinar que nuestros otrora jefes máximos y camaradas, acudirían a la instrumentalización de los nobles mecanismos de la democracia, para hacer una purga de pensamiento, al interior del órgano de dirección de nuestro partido político, en definitiva, que el Partido surgido del Acuerdo Final de Paz, se convertiría en lo que luchamos por vencer: una estructura nepótica, demagógica y excluyente.
Por mi parte, nombraré cuatro hechos que evidencian, como realmente a mí nunca se me considero un sujeto político, en igualdad de condiciones, en la Dirección del Partido, y que al parecer solo estuve ahí para blindarlos con un aura de inclusión racial.
1. En el Congreso fundacional del nuevo Partido, fui nominado para Senador en la lista de los 10 que integrarían las curules del Congreso de la República. Posteriormente, el Consejo Político Nacional – N, órgano de dirección del Partido, en el cual quede incluido, designio a Sandra Ramírez como Senadora, esto en cumplimiento de la normativa vigente en relación a la inclusión de género, lo acepte por que entiendo el concepto, lo que nunca entendí, o no quise entender en su momento, fue ¿porque de los 8 congresistas hombres que representarían al Partido, excluyeron al único hombre negro que estaba nominado? ¿Qué pasó, en ese orden de ideas, con lo postulado en las tesis?
2. Para sorpresa de todos, Iván Márquez, quien figuraba como líder del Partido, abandono su curul en el Senado, por lo cual me tocaba asumirla por orden de lista, pero el Partido no hizo los tramites correspondientes para reclamar la curul, por lo que me toco de forma personal asumir los tramites para que no se perdiera la curul, generando un retraso en mi posesión, a la cual, por el partido que yo iba a representar, solo asistió Victoria Sandino.
3. A pesar de que el congreso fundacional me dio la tarea de crear y dirigir el Departamento étnico, desde donde se orientaría la política étnica de las FARC, nunca tuve ningún apoyo para materializar la propuesta que se presentó, nunca hubo recursos para el funcionamiento del Departamento, nunca se integro una política étnica al interior del Partido, solo menciones nominales.
4. Lo mas grave y revelador de todo: a pesar de haber sido elegido como parte del N, y haber entregado la documentación requerida para mi inscripción en el CNE, nunca lo hicieron, es decir, legalmente la Dirección siempre estuvo constituida por 14 de 15 integrantes; al parecer, al responsable de hacerlo se le olvido inscribirme, de esto me di cuenta hace menos de un año, así que, en cierta medida, yo no salí del N, porque nunca hice parte de él.
Dejo a cada lector, saque sus propias conclusiones.
JUSTICIA