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Análisis
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¿Quién gana y quién pierde en la apuesta de paz para Ucrania de Donald Trump? Expertos analizan
El presidente de EE. UU. busca sacar partida justo cuando el conflicto está por cumplir tres años.
Collage de Donald Trump, Volodimir zelenski y Vladimir Putin Foto: Archivo El Tiempo/ Agencias
El presidente Donald Trump volvió a generar grandes titulares esta semana al anunciar, tras una conversación con el líder ruso Vladimir Putin, el inicio de negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania, el conflicto que se desató el 24 de febrero de 2022 luego de que Moscú invadió ilegalmente a su vecino y que desde entonces le ha costado la vida a más de medio millón de personas.
Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Foto:AFP
Si bien los detalles -y la mecánica- del supuesto acuerdo siguen siendo un misterio, la movida unilateral del mandatario estadounidense causó estupor en Europa y dejó en evidencia la profunda grieta que se está abriendo entre EE. UU. y el Viejo Continente, quizá la alianza más robusta de los últimos 100 años.
Que Trump entablara negociaciones con el agresor sin siquiera consultar con los líderes europeos se leyó como una cachetada en el rostro. Pero, que además ofreciera concesiones a Putin sobre el desenlace de un conflicto en su patio trasero le añadió más tensión al asunto.
En Moscú están tomando vodka a pico de botella. Esto parece un acuerdo redactado por el Kremlin en el que Trump le entregó todo a Putin aún antes de iniciar la supuesta negociación
El mandatario estadounidense, no solo descartó un futuro ingreso de Ucrania a la Otán sino que, más grave aún, sugirió que la paz es imposible si Kiev no acepta que tiene que ceder parte de su territorio.
A ello se sumó el hecho que Trump envió a su secretario de Defensa, Pete Hegseth, a un cumbre de seguridad en Múnich donde anunció que será Europa, y no Estados Unidos, el que pagará la factura de implementar la llamada “paz trumpiana”.
“En Moscú están tomando vodka a pico de botella. Esto parece un acuerdo redactado por el Kremlin en el que Trump le entregó todo a Putin aún antes de iniciar la supuesta negociación”, dijo su ex asesor de Seguridad Nacional John Bolton.
Pete Hegseth, secretario de Defensa de Donald Trump Foto:AFP
Aunque en privado los mismos europeos reconocen que la membresía de Ucrania a la Otán es un imposible y que, probablemente, tendrá que ceder algo de territorio para alcanzar la paz, guardaban esas cartas como parte de una negociación en la que el objetivo era extraer concesiones de seguridad para Ucrania y garantías de que Rusia no volverá a repetir su aventura expansionista en otros países.
Un punto en el que insistieron los líderes europeos, desde presidentes hasta ministros de Defensa y cancilleres, que le salieron al paso a la iniciativa de Trump.
Estamos hablando de la seguridad de toda Europa. No se puede negociar un acuerdo a nuestras espaladas
El mandatario francés, Emmanuel Macron, la llamó una “capitulación”, mientras que su ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, advirtió que “la paz a través de la debilidad podría traer consecuencias dramáticas para la seguridad regional”.
Algo de lo que hizo eco el ministro de Defensa de Gran Bretaña, John Healey, quien pidió recordar que la amenaza de Rusia iba mucho más lejos que Ucrania.
“Estamos hablando de la seguridad de toda Europa. No se puede negociar un acuerdo a nuestras espaladas y que nos afecta sin tener en la mesa a Ucrania y Europa que son los que lo van a implementar”, afirmó Healey.
Los riesgos de la paz que propone Trump para Ucrania
Aunque este jueves y viernes Trump y sus funcionarios aclararon que tanto Ucrania como Europa harán parte de las negociaciones en algún punto -incluso hubo una reunión en Múnich entre el vicepresidente J.D. Vance y el presidente Volodímir Zelenski-, la bofetada a los europeos hace parte de un patrón del republicano que plantea serias preocupaciones.
Volodimir Zelenski (izq) y JD Vance (der) Foto:AFP
Desde la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. ha venido invirtiendo grandes sumas de dinero en Europa para impedir el avance de regímenes autoritarios en el mundo -comenzado con el nazismo- en su reconstrucción tras ese conflicto y defendiendo al continente de la expansión soviética bajo el supuesto de que, al hacerlo, también protegía su seguridad nacional.
Pero, Trump ve la relación de manera diferente. Cree que Europa se aprovecha de la fuerza militar y económica de Estados Unidos e insiste en que estas naciones deberían poner más recursos para su defensa y ofrecer grandes concesiones comerciales a Estados Unidos.
Hegseth, por ejemplo, pidió a los países de la Otán dedicar hasta el 5 por ciento de su PIB en gasto militar, un gran incremento frente al 2 por ciento que Trump les exigió durante su primera istración.
De hecho, esta misma semana, tras mencionar el acuerdo con Rusia, el presidente anticipó que en los próximos días impondrá tarifas a las exportaciones de miles de productos europeos, lo cual probablemente desatará una guerra comercial,
Y Vance, que se apareció en la conferencia de Múnich, alborotó aún más el avispero criticando a los líderes europeos por no hacer nada para frenar la inmigración, coartar la libertad de prensa e imponer un modelo de democracia que sus ciudadanos no quieren.
“La amenaza que más me preocupa frente a Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza interna: el retroceso de Europa de algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con EE. UU. “, dijo el vicepresidente estadounidense que en días pasados habló de impulsar la versión de Maga (Make America Great Again) en el Viejo Continente con Mega (Make Europe Great Again).
El 'vice' de EE. UU., JD Vance, se reunirá con el presidente ucraniano Zelenski Foto:EFE
De acuerdo con James Batchik, experto del Atlantic Council, Trump, como ha demostrado con sus decisiones en otros frentes, ve todo desde el prisma transaccional y por encima de las alianzas estratégicas.
En ese sentido, el analista intuye que la fragilidad económica en el Viejo Continente y el malestar que causa entre la población son oportunidades que puede explotar para obtener concesiones comerciales y ahorros en seguridad y defensa si Europa asume el costo de Ucrania y el mantenimiento de la Otán.
Adicionalmente, le atrae la idea de expandir su ideología en Europa y, sobre todo, que sus líderes le rindan pleitesías. No obstante, dice Batchik, se trata de una estrategia muy riesgosa.
“Las consecuencias de la debilidad de Europa difícilmente se quedarían en un lado del Atlántico y también perjudicarían a Estados Unidos. Europa sigue siendo el principal mercado extranjero para las empresas estadounidenses y la principal fuente y destino de las inversiones”, advierte el analista.
La amenaza que más me preocupa frente a Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza interna: el retroceso de Europa de algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con EE. UU.
De paso, dice el experto, un mal acuerdo en Ucrania que termine desestabilizando a Europa terminaría siendo pagado por EE. UU. tanto en términos económicos como también geopolíticos.
Y a larga, opina este analista, el debilitamiento del Viejo Continente beneficiará, precisamente, a China y Rusia, que son sus principales rivales.
Moscú, por ejemplo, podría interpretar el abandono de Europa como un permiso para continuar con sus ambiciones expansionistas.
En el caso de Pekín, que ya ha sido identificado por Trump como su principal enemigo, sería muy difícil hacerle contra peso si no cuenta con aliados como Europa pues la economía China ya es más grande que la estadounidense y tiene cuatro veces su población.
Incluso es probable que ante el desapego de los estadounidenses y su estrategia de matoneo para obtener ventajas muchos de sus aliados históricos terminen viendo en ellos un socio más confiable con quién hacer negocios.
Además, Trump no puede olvidar que “Europa no puede aceptar que su seguridad futura —porque es lo que está en juego junto a la soberanía de Ucrania— se negocie a sus espaldas entre una potencia que ya no comparte sus valores y otra que los desprecia”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto:Reuters
Así lo señaló el diario español El País en un editorial de esta semana en la que agregó: “Es el momento de sacudirse complejos. La Unión Europea debe asumir poner fin a su debilidad en defensa, una debilidad autoinfligida tras décadas de complacencia bajo el paraguas estadounidense. Pero tiene fortalezas importantes, es el mayor bloque comercial y de derechos del mundo. Esa no es una palanca menor y debe usarse con audacia para defender la libertad de Ucrania y la seguridad del continente. Las primeras reacciones europeas permiten intuir una sintonía en la estupefacción ante Trump. Esta debe traducirse inmediatamente en una posición negociadora unida”.
Aun así, desde la perspectiva de Daniel Fried, experto en seguridad nacional en el Atlantic Council, las cosas pueden jugar a favor de Trump.
No hay que mirar tanto lo que dice Trump sino lo que termina haciendo. A veces, y es parte de su estilo, le gusta usar un tono cálido con sus rivales para ganar su confianza
Para este analista, pese a que los intereses de Trump van mucho más allá de Ucrania, su gambeta con Rusia podría dar resultado si es bien utilizada.
“No hay que mirar tanto lo que dice Trump sino lo que termina haciendo. A veces, y es parte de su estilo, le gusta usar un tono cálido con sus rivales para ganar su confianza. Pero, la apuesta puede ser un alto el fuego sólido que preserve una Ucrania libre e independiente de la ocupación rusa, como una versión de Alemania Occidental de esta época, eso podría convertirse en una derrota estratégica para Putin y un éxito para Ucrania, Europa y el mundo libre”, afirma este analista.
En las próximas semanas sabremos si ese es el juego o, como dicen otros, Trump acaba de sacrificar a Ucrania y, de paso, la relación de Estados Unidos con Europa.