En 1933, con el ascenso al poder de Adolf Hitler, comenzó una persecución infame contra los judíos y los gitanos residentes en Alemania y en los países centroeuropeos.
El resultado de esta persecución, cuya mayoría pasó por los campos de concentración, fueron 6 millones de judíos muertos, y medio millón de gitanos desaparecidos.
Hoy, cuando se creía que el fascismo era cuestión del pasado, surgen nuevos áulicos del poder que centran su campaña electoral en el exterminio de los inmigrantes.
Me refiero a Donald Trump, el expresidente y actual candidato a la presidencia de Estados Unidos.
Trump es un gánster de la política norteamericana que en varias ocasiones ha pisado los estrados judiciales, por evasión de impuestos, acoso sexual y por ser el cerebro intelectual del asalto al Capitolio en 2021.
Desde que fue presidente del país, Trump, quien paradójicamente es hijo de madre escocesa y nieto de abuelos inmigrantes alemanes, ha enarbolado la lucha contra los inmigrantes que aspiran a ingresar a Estados Unidos.
En sus declaraciones, el candidato a la presidencia los ha llamado, “asesinos, traficantes y terroristas”.
Ha afirmado de los inmigrantes haitianos que viven en Springfield, Ohio, que se comen las mascotas de los vecinos.
En un acto propio de la psicopatología, comparó a los migrantes de origen hispano con Hannibal Lecter, el monstruo del celuloide.
Desde que fue presidente, Trump, quien paradójicamente es hijo de madre escocesa y nieto de abuelos inmigrantes alemanes, ha enarbolado la lucha contra los inmigrantes que aspiran a ingresar a EE. UU.
El mundo sabe que después de la guerra de Secesión, Estados Unidos lo construyeron los inmigrantes irlandeses, italianos, rusos y latinoamericanos.
La última intervención contra los latinos la expresó el comediante Tony Hinchcliffe en el mitin que realizó el político republicano en el Madison Square Garden cuando dijo: “Hay una isla flotante de basura en este momento. Creo que se llama Puerto Rico”.
A pesar de estas declaraciones xenofóbicas y racistas, muchos latinos que entraron legalmente al país o por el “hueco”, han afirmado que este 5 de noviembre, votarán por Trump.
¿Por qué esta franja de latinos apoya a un candidato que, de llegar a ser presidente, lanzará el “mayor programa de deportación en la historia estadounidense”?
Aquellos hispanos que se identifican con su enemigo político sufren el complejo de ‘Stephen Candy’, que consiste en que el inmigrante, en su condición de ser un hombre débil y vulnerable, se reconoce con quien lo golpea y le da una patada en el trasero.
Los latinos, que hoy en día son una de las fuerzas más importantes del país y han ayudado a construir los Estados Unidos de América, deben unirse y no equivocarse a la hora de las grandes definiciones políticas.
FABIO MARTÍNEZ