No me gusta la música de Karol G, pero me fascina el mensaje que esta cantante les transmite a sus seguidores sobre el cuerpo de la mujer. iro la firmeza y la claridad con las que, cada vez que tiene oportunidad, asegura que se siente cómoda y feliz con su cuerpo tal y como es, y exige respeto por su figura.
Hace apenas unos días manifestó su indignación con la revista GQ, que le dedicó la portada pero intervino las fotografías para que la cantante apareciera más delgada y con formas más estilizadas.
Hay una peligrosa mezcla de arrogancia, machismo y estupidez en la actitud de los editores de fotografía de tantas revistas del espectáculo que desestiman los encantos de la diversidad para proponer –y prácticamente exigir– un modelo único de belleza: las mujeres deben tener tal peso, tal estatura, tales curvas, tales formas, tal tono de piel.
Pero lo realmente grave no es su estupidez –¿se imaginan que todos los seres humanos tuviéramos idénticas características como si fuéramos producidos en serie y con el mismo molde?–, sino el daño enorme que estos estereotipos producen entre quienes terminan por creer que si no encajan en ellos no pueden sentirse bien, no tienen derecho a la felicidad, no merecen ser irados, no lograrán ser amados.
Karol G lo dice sin tapujos: “Nunca dejen que comentarios distorsionen la forma hermosa en cómo se ven... Todos los cuerpos son diferentes... Todos son bonitos tal y como son... Qué chimba la diversidad”.
No es nueva esta manía de establecer y de imponer parámetros ideales del cuerpo. La publicidad, el modelaje y ciertos sectores del periodismo llevan décadas dogmatizando al respecto, y en los últimos tiempos las redes sociales –algunas de las cuales incluso proponen el uso de filtros para que las fotografías de los s se ajusten a los cánones establecidos– se han encargado de multiplicar estos mensajes que tanto daño están causando, sobre todo entre los adolescentes.
La cantante colombiana, que cuenta con millones de seguidores en redes, habla de “violencia estética”, y asegura que acciones como la de GQ constituyen un irrespeto con “las mujeres que todos los días nos despertamos buscando sentirnos cómodas con nosotras mismas a pesar de los estereotipos de la sociedad”.
Celebro que algunos tengan tan claro que la belleza no está en las portadas, el Photoshop ni el bisturí.
FERNANDO QUIROZ