En un mundo que no fue diseñado para nosotras, las mujeres y las feministas nos hemos abierto camino logrando paso a paso transformaciones que materialicen nuestra aspiración de ser y existir como ciudadanas plenas y en igualdad de condiciones. Esta lucha que ha buscado impactar nuestras realidades sociales, políticas, culturales, laborales y educativas, entre otras, también se extendió a las leyes de un derecho tan patriarcal como la sociedad que lo crea. Esta lucha sigue vigente y busca no solo seguir derribando obstáculos, sino mantener los avances ya alcanzados.
En este contexto, surge la iniciativa de un “Estatuto de la Igualdad para la garantía de los derechos de las niñas y las mujeres en toda su diversidad”, iniciativa que fue radicada de manera pluripartidista ante la Secretaría General del Senado de la República para ser repartida y debatida en su Comisión Primera.
En cuanto al Estatuto, quiero destacar el tremendo esfuerzo colectivo que implicó su proceso de construcción. En efecto, reunió a las mujeres y sus organizaciones junto con la institucionalidad y fue denominado por la senadora Jahel Quiroga Carrillo, principal autora del proyecto, “Alianza por la igualdad y la democracia”.
Este ejercicio podemos compararlo con un frondoso árbol que se encuentra sostenido sobre cuatro fuertes raíces.
Este ejercicio podemos compararlo con un frondoso árbol que se encuentra sostenido sobre cuatro fuertes raíces: 1) Las mujeres y sus organizaciones que durante años se han movilizado demandando la eficacia de las leyes como medida para avanzar en su derecho fundamental a la igualdad. Quienes, en consecuencia, desde finales del año pasado, y de manera progresiva, se han sumado a la redacción y revisión del articulado de ese Estatuto.
2) Las expertas y académicas que desde sus distintos saberes aportaron a la cualificación del contenido del proyecto.
3) El Congreso de la República y el Gobierno Nacional, que decidieron tomarse en serio el compromiso con la igualdad de las mujeres y acompañarlas para materializar un Estatuto con 132 artículos que deberán ser carta de navegación sobre la forma en que todo el Estado debe actuar para garantizar sus derechos.
4) Y por último, la comunidad internacional, con una mención especial a ONU Mujeres que, mediante los recursos de cooperación posibilitó contar con un importante componente de asistencia técnica en la elaboración del Estatuto. Estas cuatro bases han permitido que el Estatuto se consolide en su estado actual, sino que su apoyo constante permitirá que esta iniciativa avance, crezca y logre constituirse en una ley estatutaria cuyos frutos sean abundantes de cara a los derechos y la igualdad de las mujeres y las niñas en el país.
El Estatuto apunta a la creación de acciones afirmativas que promuevan el derecho fundamental de las mujeres a la igualdad. En particular, es una ley que busca que el reconocimiento, ejercicio y goce de nuestros derechos, el desarrollo de nuestras potencialidades y sueños y la realización de justicia social, económica y ambiental para todas ya no solo sean un sueño y una aspiración sino una realidad.
Es una iniciativa que reconoce a las mujeres en sus diversidades: niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores, mujeres indígenas, afrodescendientes, negras, palenqueras, raizales y rom, en situación de discapacidad, de todos los cultos o religiones, condición social o económica, orientación sexual, identidad o expresión de género, procedencia urbana y rural, etc.
Así, pues, es un proyecto de ley que exige de todas nosotras seguimiento y respaldo para mandar un mensaje contundente al Congreso: ¡la lucha de las mujeres por una ciudadanía plena sigue!
FLORENCE THOMAS
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad