Las elecciones recientes de nuestro país vecino han generado múltiples reacciones internacionales. La falta de compromiso del gobierno de Nicolás Maduro y de la autoridad competente de hacer públicas las actas electorales, como se lo han solicitado ampliamente los actores internacionales ante la evidencia que ha hecho pública la oposición mostrando su triunfo, y la represión política contra ella por parte del Gobierno son hechos lamentables.
A estas apreciaciones se deben agregar dos consideraciones importantes: el desastre económico y social que ha experimentado Venezuela durante el período durante el cual Maduro ha estado a cargo del gobierno y el desafortunado retorno de nuestro país vecino a la tradición antidemocrática que lo ha caracterizado durante buena parte de su historia.
Sobre lo primero, los datos son claros: un período de lento crecimiento y fuerte inestabilidad macroeconómica en 1999-2012, durante el mandato de Chávez, y un colapso durante las istraciones de Maduro. Esto último es evidente: la economía venezolana tuvo en 2023 un producto interno bruto que es menos del 30 por ciento del de 2013. Era todavía un poco más grande que la economía colombiana en 2009; hoy es apenas la quinta parte. La disminución de la producción de petróleo es parte de este proceso: en 2023 fue apenas una cuarta parte de lo que era a comienzos de la primera istración Chávez.
Poniéndolo en términos comparativos, es la peor crisis en la historia mundial de una economía en época de paz. Sin duda, las sanciones son una de las causas, pero solo explican una parte del colapso. Por lo demás, uno de sus resultados ha sido la emigración masiva: de unos ocho millones de personas, equivalentes a casi una tercera parte de su población, y con una proporción alta de emigrantes con alto perfil educativo.
En términos sociales los datos son también dramáticos. De acuerdo con las estimaciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, es virtualmente el único país latinoamericano que no ha tenido avance en desarrollo humano desde 2000, un tema en el cual el progreso de nuestra región ha sido sustancial. De hecho, pasó de ser un país de desarrollo humano muy alto a estar en el límite de descender a desarrollo humano medio.
Poniéndolo en términos comparativos, es la peor crisis en la historia mundial de una economía en época de paz
De acuerdo con la encuesta de Encovi de la Universidad Andrés Bello, la pobreza aumentó rápidamente entre 2014 y 2019, como resultado de la altísima inflación y el desabastecimiento y, no obstante su mejoría reciente, fue del 83 por ciento en 2023 y 51 por ciento en el caso de la pobreza extrema.
En términos políticos, recordemos que la historia venezolana estuvo caracterizada por una secuencia de gobiernos autocráticos en el siglo XIX, una situación que continuó durante una parte importante del siglo XX. En este sentido, el período democrático que se inició en 1958 fue una excepción a esa regla histórica y desafortunadamente comenzó a fallar en la última década del siglo pasado, comenzando con el fallido golpe de Estado que dirigió Chávez en 1992.
Después de sus victorias electorales, todos los procesos en los cuales ha triunfado Maduro han sido irregulares: una victoria discutible en 2013, una elección sin garantías para la oposición en 2018 y una, la reciente, en la que no ha querido reconocer su derrota. A ello se agregan la falta de equilibro de los poderes públicos, la violación de la libertad de prensa y la persecución a los opositores políticos, que se está acentuando después de la derrota electoral. De esta manera, después de un corto período democrático ha vuelto desafortunadamente a gobiernos autocráticos.
Venezuela merece una nueva oportunidad, tanto en términos políticos como económicos y sociales. En la actualidad, el país necesita una transición política pacífica y negociada entre todas las partes, con apoyo de la comunidad internacional, que permita el restablecimiento de la democracia en el país.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO