Un académico me dijo lo mismo que un empresario: hay que hacerlo, pero despacio. Se referían al abandono de los combustibles fósiles. Me dio la impresión de que no era por ignorancia que argumentaban la lentitud. ¿Despacio para cuándo? Se encogieron de hombros. Ahí fue cuando el encogimiento me pareció una forma de complicidad. Quise decirles que van 60.000 muertos en Europa por la ola de calor de este verano, pero, en fin. Pensé que el negacionismo se expresa hoy mediante el eufemismo del minimisionismo.
Despacio, sí, lo más despacio que se pueda para que duren los negocios. Muchos quieren este camino a sabiendas de lo que dice la ciencia y confirma la realidad. Coinciden con China e India que han dicho que hay que ir aún más despacio que el Acuerdo de París. El señor Guterres se esfuerza: ¡hay que ir más rápido! Nadie lo escucha. Dice que debido a la gravedad de la crisis los países desarrollados deben alcanzar cero emisiones netas antes de 2040, pero China e India proponen esperar hasta 2060. Destaca que algunos países han atendido el llamado de la ciencia reformulando sus metas de 2050 para 2035.
El Secretario basa su llamado en el informe de científicos de 120 países que recomendó “reducciones profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones para aspirar a una desaceleración perceptible del calentamiento global en unas dos décadas”. Todavía hay esperanza, pero la lentitud acelera la crisis. Pasar de la procrastinación climática a la acción pidió Inger Andersen, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente. La transición hacia una economía sin carbono en Colombia debe acelerarse no para contribuir a la mitigación.
Tonto sería pensar que mucho importa el 0,6 % que aportamos. Hay que acelerar por dos razones: para no quedar por fuera del nuevo esquema de negocios del mundo que será (ya lo es) sin carbono, y por un sentido de la ética global del desarrollo (palabra exótica) que hoy debería ocuparnos, especialmente en las universidades. Quise preguntarles a mis contertulios si ‘ir despacio’ sugiere empezar en 2090 o 2100. Pero no, prefiero confiar en que, pronto, irán más rápido. El minuto 1.15.48 al 1.18.30 del documental La edad de la estupidez hace una pregunta que, pronto, nos harán quienes hoy son niños. Invito a verla, ojalá en compañía de ellos.
MANUEL GUZMÁN HENNESSEY