¿Piensan que esa pregunta es tonta y pasada de moda? Están equivocados; es actual, es importante, se hace todo el tiempo y refleja la preocupación más importante de la mayoría de los jóvenes. En algunas universidades se ha impuesto un discurso de tinte ideológico, que ignora esas aspiraciones individuales de sus estudiantes y las desprecia como si fueran un asunto menor, o infantil.
La pregunta tiene además un gran valor educativo y liberador si se les hace a aquellos que por sus condiciones no se atreven a soñar. Es importantísimo que los maestros se la pregunten a todas las niñas. Somos una sociedad desigual, represiva con las mujeres, y en muchas familias no se cree que haya caminos diferentes a ‘los de siempre’. Ellas tienen que saber que los hay, y que tienen derecho a soñar con ellos.
Hay que escuchar a los interesados; no basta con imaginar lo que piensan y responder en lugar de ellos. ¿Por qué aspiran los jóvenes que están por terminar su colegio a estudios superiores? ¿A qué se dedican los egresados recientes de la educación superior? La respuesta a esas preguntas directas nos permitirá no hablar tanta paja.
Una encuesta reciente de la Fundación Empresarios por la Educación encontró que el 97 % de los jóvenes encuestados piensan que el estudio es importante para construir su futuro. Otro estudio de la revista Educación y Pedagogía revela que el 70 % de los ya estudiantes universitarios consideran que acceder a una carrera exitosa es el factor más importante en sus vidas. Ese porcentaje se sube casi al 80 % entre estudiantes de estratos socioeconómicos más bajos.
La mayoría de los aspirantes a estudios universitarios ven en ellos la posibilidad de lograr un trabajo que les permita desarrollar vidas felices y productivas, pero no escogen la carrera por consideraciones meramente utilitarias; para ellos son más importantes la vocación y los propósitos personales. Ven la educación profesional como respuesta a sus sueños de vida.
Lo que pasa con los egresados es también muy relevante. Por experiencia puedo decir que la inmensa mayoría de ellos tratan de encontrar un trabajo en lo que estudiaron. Incluso los activistas en movimientos estudiantiles, que quieren dedicarse a la política, lo hacen exitosamente, impulsados por lo que aprendieron y por sus títulos.
Infortunadamente, hoy, en el país, cerca del 59 % de los egresados trabajan en áreas no relacionadas con su formación académica. Pocos, por escogencia personal; la mayor parte, porque no encuentran el trabajo que quieren.
Acá cometeré una herejía adicional y diré que es un problema que hay que resolver en conjunto con el mercado laboral. Que la economía crezca será un buen resultado colateral, pero me interesa mucho más que ese crecimiento disminuya la frustración de quienes no encuentran el trabajo deseado. Hay una desconexión entre las aspiraciones de los egresados y las oportunidades que encuentran. Los jóvenes profesionales sin duda agradecerían que esa brecha se cerrara.
En resumen, los jóvenes quieren estudiar una profesión que les guste y les dé a un trabajo que les permita construir sus vidas personales y familiares (aún no todos lo logran). Los egresados mayoritariamente quieren trabajar en el ámbito para el cual se prepararon (no todos lo logran). Para ellos se construyó la universidad; a ellos hay que responderles prioritariamente.
La universidad moderna debe ofrecer una formación integral, con actividades complementarias, y tiene deberes de investigación y extensión (también vinculados a la formación). Un compromiso ideológico con programas gubernamentales o políticos no puede sustituir el esfuerzo para que sus estudiantes sean cuando grandes lo que querían ser. Ese deber es irrenunciable.
@mwassermannl