Desconocer la reputación de un periodista como Daniel Samper Pizano, más que un acto de miopía o de mala leche, es una necedad. Con más de medio siglo de recorrido –la mayor parte, como redactor y columnista de EL TIEMPO–, la carrera y los logros de Samper Pizano son inobjetables.
Por donde uno la mire, su trayectoria está colmada de éxitos. Como reportero de este periódico, se destacó tanto por la calidad como por la solidez de sus escritos. No en vano, es considerado –junto a Alberto Donadío y Gerardo Reyes Copello– uno de los artífices del periodismo investigativo en Colombia, gracias a las metódicas y certeras denuncias que realizaron en estas páginas hace ya más de cuatro décadas; publicaciones que pusieron contra la pared a encopetados personajes de la política y el poder en Colombia.
Al mismo tiempo, Samper Pizano sacaba a relucir su gran capacidad de análisis para comentar la actualidad en su célebre columna ‘Reloj’, que lo convirtió en una de las plumas más leídas de la prensa nacional, en una época en que los periódicos tenían una fuerte influencia en la opinión pública.
Al insultar a Samper Pizano, Barreto no midió el alcance de sus palabras, no pensó en las consecuencias de sus señalamientos e hizo gala de una ignorancia supina.
No contento con eso, el papá del ‘youtuber de 40’, dueño de una irreverencia legendaria, nos ayudaba a endulzar nuestra amarga realidad con su célebre ‘Postre de notas’ en la revista Carrusel, donde sabía deleitarnos no solo con sus ocurrencias, sino con las de los invitados de la prensa extranjera a los que ocasionalmente les cedía el espacio.
Aunque su trabajo le ha deparado sinsabores como el exilio al que tuvo recurrir en 1987, para poner a salvo su vida, la destreza y versatilidad de Daniel Samper Pizano también lo han hecho merecedor de numerosas distinciones internacionales de periodismo; como el premio María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia, o el Rey de España, entre otros.
Así pues, luego de este somero e incompleto repaso de la vida profesional de Daniel papá –a la cual hay que sumar una extensa producción bibliográfica y su escaño en la Academia Colombiana de la Lengua– es fácil darse cuenta de lo inútil que puede ser tratar de desacreditar en Twitter a uno de los reporteros más completos del país.
Y pese a que este periodista ya está vacunado contra esos absurdos ataques digitales y virales, resulta patético que Andrés Barreto, el superintendente de Industria y Comercio, se sume a ese matoneo con un trino tan desafortunado como el que publicó en la tarde del domingo pasado.
En referencia a Samper Pizano, el funcionario escribió: “Un apellido que solo trae vergüenza”. Es obvio que al trinar esa frase Barreto no midió el alcance de sus palabras, no pensó en las consecuencias de semejante señalamiento e hizo gala de una ignorancia supina, al desconocer a todos los Samper que le han hecho valiosos aportes a la nación en campos como la literatura, la ciencia, la educación, la música, la arquitectura y, desde luego, el periodismo.
Por otra parte, con esa desafortunada afirmación y al mejor estilo medieval, el superintendente estigmatiza a todo aquel que lleve ese apellido, más allá de que tenga nexos con la familia del periodista. (No sería mala idea que Barreto averiguara por qué, hace unos años, el Gobierno le cambió el nombre al ‘clan Úsuga’.)
Y, para completar, el burócrata de marras acabó insultando también a la primera hermana de la Nación, María Paula Duque Samper, quien, en efecto, es pariente de los Samper Pizano. ¡Y pensar que este señor aspiraba a ser magistrado de la Corte Penal Internacional!
En un país serio, tan insólita metida de pata –o de tecla, en este caso– se pagaría con la renuncia o la destitución, pero, tratándose de la Colombia del Centro Democrático, todo debe quedar reducido a una anécdota. O a un nombramiento en el servicio exterior.
Vladdo