El 2023 arrancó con unas perspectivas complicadas desde algunos sectores, como el del transporte aéreo de pasajeros. La pandemia de covid-19 impactó con severidad en todo el mundo a las aerolíneas comerciales, que vieron sus aviones parados y luego volvieron a operar con costosas restricciones. Colombia no estuvo ajena a ese choque en los que el sector aeronáutico se convirtió tanto en uno de los ‘últimos en abrir’ como en símbolo del dinamismo de la reactivación.
Como parte de un paquete de ayudas a distintas actividades golpeadas, y para impulsar la recuperación de la cadena de viajes y turismo, la istración Duque redujo el IVA de los tiquetes aéreos, entre otras medidas de alivio. El año pasado, tanto el transporte aéreo de pasajeros como la industria turística experimentaron una “recuperación total de los efectos de la pandemia”, según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Estimaciones de esta cartera apuntan a que las actividades turísticas habrían contribuido con unos 45 billones de pesos al PIB nacional en 2022, con un aumento de 33,4 por ciento en comparación con el dato de 2019, y con más de 1,66 millones de empleos.
No obstante, en simultánea con este crecimiento, el año pasado la guerra rusa en Ucrania y la crisis energética que desató, la devaluación del peso en una industria basada en el dólar y la disparada de la inflación deterioraron la estructura de costos del sector aeronáutico. De hecho, con base en cifras de la Aerocivil, a mediados de 2022 las aerolíneas acumulaban pérdidas de alrededor de 1,5 billones de pesos. A ello se debe añadir que, a partir del pasado primero de enero, estos alivios no fueron renovados por el gobierno Petro y los impuestos a los pasajes de avión aumentarán.
Los impactos sobre las aerolíneas y sus operaciones repecurtirán en la cadena del turismo y demás negocios asociados a este
La economía de la industria aérea colombiana será cargada con más impuestos, nuevas cargas tributarias, subida de los costos aeroportuarios y de servicios de navegación, además de los efectos de la generalizada inflación y de la devaluación. Estas tasas e impuestos corresponden a un 25 por ciento de los tiquetes a destinos nacionales y hasta un 48 por ciento en los internacionales. A las permanentes quejas de los s sobre el servicio aeronáutico, de las cancelaciones y sobreventas de vuelos y de las políticas de mascotas –que han generado inaceptables actos de intolerancia contra los funcionarios de las aerolíneas– se suman ahora reclamos por los altos precios de los tiquetes aéreos.
Es ingenuo pensar que todos estos factores no tendrán consecuencias sobre las finanzas de las empresas aeronáuticas, la prestación de estos servicios a millones de pasajeros y la capacidad de compra de los s. Además, el Gobierno deberá estar muy atento a evaluar el impacto de esta situación en la cadena del turismo y demás negocios asociados a este. La ‘industria sin chimeneas’ no solo es un generador dinámico de puestos de trabajo, sino también una rama crucial para las economías locales de los destinos turísticos más importantes del país.
Una política integral de promoción del turismo debe abordar este complejo escenario con el aporte de voces de todos los actores y resolviendo los asuntos que estén pendientes de definición para incorporar un enfoque integral y sostenible a la cadena.
EDITORIAL