El exsenador Jorge Enrique Robledo habla de sus planes si llega a ganar la alcaldía de Bogotá y de la forma como ha logrado acoplarse en equipo con Sergio Fajardo. También revela qué lo separa de Petro: “Nunca ha tenido claridad ideológica”.
¿Qué significa Dignidad y Compromiso? Hábleme un poquito de esa amalgama de partidos con los que va a intentar llegar a la alcaldía de Bogotá…
El Moir y otras fuerzas nos retiramos del Polo y, con otros sectores más, como Juan Manuel Ospina, creamos Dignidad. Sergio Fajardo había construido a Compromiso Ciudadano. Entonces, nos unimos y creamos un nuevo partido, Dignidad y Compromiso.
¿Ha ablandado su izquierdismo o ha evolucionado? ¿O será que aterrizó en Dignidad como una sigla para tener un juego electoral?
Estoy en la lucha política desde 1971, en días en que fue muy fuerte la izquierda, en medio de muchas diferencias. Nosotros no planteamos estatizar la economía y sí desarrollar la economía de mercado, porque el problema principal de Colombia era y es el subdesarrollo de su capitalismo. Al tiempo dijimos: ningún sometimiento a la Unión Soviética ni a otro país y no a la lucha armada. Eso también nos separó.
¿Usted hoy es marxista?
Digamos que utilizo el materialismo y la dialéctica como método de análisis, para mejor tomar la verdad de los hechos. Lo de los rótulos es muy complicado.
Hablando de rótulos, yo lo veo a usted hoy más cerca de una izquierda de centro que de una extrema…
Si se quiere, sí. Porque, por ejemplo, si la izquierda extrema justifica la lucha armada, estoy lejísimos de eso desde siempre. O si la izquierda extrema no defiende la soberanía nacional, también estamos muy lejos. E igual si en los reclamos sociales se promueve o justifica destruir propiedad pública y privada.
Ahora el enemigo son los capitales extranjeros, las multinacionales, los TLC.
Defender la soberanía nacional viene de Simón Bolívar y es un reclamo de más de un siglo en el país. Colombia debe tener relaciones con todos los países y con sus transnacionales. Ahí no hay discusión. Pero sí, si esas relaciones son de mula y jinete. Lo pongo de manera sencilla: desde 1945, Colombia está haciendo lo que nos dicta el Fondo Monetario Internacional. Y mire la desgracia en la que estamos. Con un capitalismo de 6.500 dólares de producto por habitante, mientras que el de Estados Unidos es de 76.000 dólares, por ejemplo. Si no desarrollamos la economía, la de mercado, no tenemos ninguna posibilidad. Y ahí nos estrellamos con los TLC.
El presidente Petro ha sido enfático en que la guerra acá es entre “la señora de los tintos” y el “señor de la oficina”. ¿Lo suyo está muy fuera de ese juicio político tan estrecho?
Ese no es nuestro punto de vista, pero sí defiendo que “la señora de los tintos” tenga los derechos laborales de ley. Y las naturales diferencias entre trabajadores y patrones no deben impedir unirnos para desarrollar la economía nacional. El peor problema de un país es el subdesarrollo de su aparato productivo y eso no se resuelve si no se crea más empleo formal y más riqueza. Luchamos por un país que industrialice la ciudad y el campo, avance en la ciencia, genere más trabajo formal. Y en ese proyecto siempre ha cabido el empresariado que crea riqueza, como lo dijimos en 1971.
¿Qué diferencia hay entre eso que usted me acaba de decir y lo de la “señora de los tintos” de Petro?
Gustavo Petro es la confusión hecha persona, con una visión infantil de las diferencias de clase. Incluso es capaz de decir locuras, como su cantaleta antipetrolera, en la que, como buen sofista, de premisas ciertas, como la necesidad de hacer la transición energética, saca conclusiones falsas. O descubrir que en La Guajira hay problemas gravísimos… doce meses después de posesionarse.
¿Cómo fue posible esa división del trabajo entre Dignidad y Compromiso ciudadano, en la que usted quedó de candidato a la alcaldía de Bogotá y posiblemente Sergio Fajardo iría a la presidencia?
Dignidad es una escisión del Polo Democrático y logramos personería jurídica. Compromiso Ciudadano nunca la tuvo. Entonces, usando nuestra personería, nos unimos y creamos un nuevo partido, con nuevo programa, nuevos estatutos y nuevas directivas.
¿Y lo de la división del trabajo?
No hay nada conversado sobre el 2026. Nada es nada, cero. Sí concluimos que lo mejor era tener candidato propio a la alcaldía de Bogotá. Los nombres obvios eran Sergio Fajardo o Jorge Enrique Robledo. Y me tocó a mí, digamos…
¿Eso fue por una rifa o por un acuerdo?
Sergio fue enfático en decir que no le interesaba, aunque sé que lo habría hecho muy bien. Entonces asumí la responsabilidad.
¿Y Dignidad y Compromiso qué aspira a representar?
Convertirnos en otra alternativa en la política nacional. Que por un lado queden los mismos con las mismas de siempre, como los llamara Gaitán, que han gobernado tan mal que eligieron a Petro y el popurrí petrista. Y nosotros, como tercera fuerza política, construyendo un proyecto de envergadura nacional de verdadero cambio para Colombia.
Hablemos de Bogotá. Movilidad y seguridad. ¿Me da las claves de cómo arreglará nuestros dolores e cabeza?
Mi preocupación principal es promover la creación de más empleo formal y más riqueza y, al mismo tiempo, respaldar más a los pobres de la ciudad porque las condiciones sociales de Bogotá son espantosas. Y esto ocurre principalmente por las pésimas políticas económicas nacionales. Pero hay una cosa que sí es un grave error de Bogotá: desde hace muchos años y lo voy a proponer en mi alcaldía, ha debido darse un gran acuerdo no para hacerle una o dos líneas de metro a la ciudad, sino muchas, una red de metros. Porque una urbe de este tamaño no podrá funcionar bien sin esa red. A los del Polo del 2008 nos cupo el acierto de ser la primera alcaldía de Bogotá en proponerse en serio un metro subterráneo. Pero Petro ganó la alcaldía siguiente y, en vez de continuar los esfuerzos de cuatro años, se dedicó a sabotearlo, cambiándolo por un tranvía, quitándole los recursos y alargándolo hasta hacerlo inviable. De modo que al terminar su período, el metro subterráneo seguía crudo y Peñalosa, su sucesor, en un acto de irresponsabilidad, en vez de continuarlo, lo cambió por uno elevado, destruyendo ocho años de esfuerzos y grandes inversiones.
¿Y qué metro construirá entonces usted si gana la alcaldía?
El que esté contratado, y seguramente en construcción, el primero de enero. Más aún: con nada de mezquindad, terminaré las obras que no se hayan terminado. Respetaré los contratos vigentes y decidiré sobre los que se venzan. Como se sabe, respaldo la economía privada y también las empresas públicas, que pueden operar con tarifas menores. En mi alcaldía no habrá privatizaciones.
¿Y sobre el gravísimo problema de la seguridad?
Habrá que utilizar más artilugios tecnológicos: cámaras y ese tipo de cosas. Pero, si se quiere avanzar de verdad, hay que aumentar la policía y mejorarle su operabilidad y ese aumento debe financiarlo el Gobierno Nacional. Porque Bogotá no tiene con qué pagar un aumento importante, capaz de modificar el problema. Además, en acuerdo con la policía, trabajaremos en pro de la colaboración ciudadana, con estricto apego a la legalidad y a una visión democrática. Y espero que la reducción de la pobreza colabore con este propósito.
Soy enemiga de condenar a los pobres a que necesariamente sean violentos…
No justifico que por la pobreza se viole la ley. No. Pero sí digo que la pobreza es caldo de cultivo de la inseguridad, luego es positivo reducirla.
¿Cómo va a hacer para que el presidente Petro, que no lo quiere a usted y usted tampoco a él, le ayude, si gana la alcaldía?
No es que me ayude a mí. Es que respalde a los bogotanos y a las bogotanas. Tengo diferencias con él, pero no tengo inconveniente en que nos sentemos y acordemos los mejores apoyos a Bogotá, como es su deber, y para la ciudad que más le aporta al presupuesto nacional. Espero que el Presidente esté dispuesto a hacer lo mismo.
Pasando al país, ¿qué opina de lo que está pasando con este gobierno de izquierda montado sobre los atriles, por decirlo de alguna manera, de Benedetti, Roy, del Partido Conservador en un comienzo y un poco como usted dice, de los “nuevos mismos con las mismas”?
Y de Santos, Samper, Gaviria, Dilian Francisca y Efraín Cepeda. Esas fueron otras de las razones por las cuales no voté por Petro en la segunda vuelta, ni en la primera. Cuando los amigos de Petro presentaron esos apoyos como una genialidad suya, puse un trino diciendo: ‘Esa gente no entra sin mermelada, pero tampoco entra sin sus ideas’. Y así lo probó el fracaso legislativo de Petro y en parte su mal gobierno.
Esta pregunta no la quiero hacer brusca, pero…
(Risas). Pero sí… Dele.
A Santos lo consideran un traidor de la derecha. ¿A usted lo considerarán un traidor de la izquierda?
Esa preocupación no me asalta porque si usted mira, todo lo que he pensado y hecho en toda mi vida es lo mismo que estoy pensando y haciendo hoy. Queda constancia en los más de mil artículos que he escrito en La Patria de Manizales y en otros medios, en mis debates y en una docena de libros en defensa del desarrollo de la economía nacional, incluida la empresarial, sin la cual, no hay que engañar a las gentes sencillas, no puede ampliarse y mejorarse el empleo formal y el ingreso, lo mejor que puede pasarles a los sectores populares. Es por eso que me he opuesto al llamado libre comercio, que tiene como fin un mundo de monopolios y oligopolios contra países como Colombia. Fui uno de los promotores de la primera organización agraria que hubo en Colombia, Unidad Cafetera, con enorme éxito, que unió a campesinos, indígenas y empresarios y que incluso contó con el respaldo de varios obispos de la Iglesia católica. Y es lo que estoy planteando ahora. Lo nuevo es que se conoce más.
Sí, pero usted está aliado hoy con personas como Sergio Fajardo, que no son propiamente de izquierda…
En Manizales hice acuerdos políticos electorales con sectores liberales y conservadores, como una vez que a una guerrilla le dio por asesinarnos. Nunca he tenido una actitud de veto absoluto a dirigentes de los partidos tradicionales, porque los acuerdos deben depender de que sea correcto el objetivo de lo que se pacte. Le cuento que el presidente de Unidad Cafetera, Fabio Trujillo Agudelo, fue un importante empresario del café que había sido gobernador de Caldas y alcalde de Manizales por el Partido Liberal. ¿Qué es lo que pasa? Que aquí ha habido otras izquierdas, para usar ese nombre, que tiene ideas diferentes a las mías. Y apenas el país está empezando a enterarse sobre qué es lo que pensamos. Cuando a mí me ponen el rótulo de izquierda y a otro también, pero él secuestra y extorsiona o no respalda la producción, pero yo no, ¿cómo hacemos?
Sin negar que usted es un hombre de izquierda…
Sí, pero el rótulo genera confusiones. Cuando dicen, Petro es de izquierda, y Robledo es de izquierda, pues... Y parecido puede pasar entre la derecha.
Entonces, ¿usted qué es?
Bueno, yo soy yo (risas). Más que en los rótulos, lo que importa es acordarnos para hacer una transformación democrática de Colombia que tenga un foco muy centrado en crear más riqueza y más empleo formal, además de otros aspectos, democráticos, por supuesto. Si la palabra izquierda, por muchas razones, creaba confusión hace 50 años, ahora la crea todavía más.
¿Qué opinó de ese escándalo Benedetti-Sarabia, que aún no termina? ¿Y de lo del hijo de Petro? ¿Y de lo del hermano? Este es un gobierno donde parece que saltara efectivo por todos lados…
Esos son hechos horrorosos que no han podido explicar, ni han condenado. El colmo. Por eso he dicho que este gobierno resultó peor de lo que yo pensaba.
¿Qué tal las ‘desapariciones’ del Presidente?
Bochornosas. Y también explican que los arrepentidos estén creciendo. Ya no somos tan impopulares los que votamos en blanco. Para la verdad, el tiempo.
¿Qué opinó de las grabaciones que comprometen a Óscar Iván Zuluaga con Odebrecht? ¿No está en crisis el sistema de verificación de la financiación de campañas?
Con las grabaciones de Zuluaga debe confirmarse, también judicialmente, que sí entró plata de Odebrecht a su campaña del 2014. Además está establecido que de esas platas también entraron a las campañas de Santos de 2010 y 2014, así él no haya sido imputado. Pero lo peor es que los de Odebrecht daban esos dineros para que luego, con corrupción, el gobierno, en contratos de obra pública, con grandes ganancias, les restituyera lo aportado. Hubo además de esta corrupción en gobiernos de Uribe y Santos. Y estuvieron todos los partidos tradicionales, como los expliqué en mis cinco debates en el Senado. Este es el país inaceptable que debemos transformar.
Finalmente, ¿relaciones con Sergio Fajardo, perfectas?
Tenemos una relación muy cordial.
¿No hay desacuerdos?
Siempre puede haber desacuerdos, pero estamos aprendiendo a tramitarlos y listo.
Sobre todo los ideológicos…
El programa que acordamos para Dignidad y Compromiso es uno que Sergio y yo pudimos firmar. De entrada, no se propone estatizar la economía y sí desarrollarla. Y nos acordamos en otros temas democráticos de gran importancia. Luego la relación con Sergio, y con muchos más, es muy buena… Si esto se mejora, se daña… (Risas de los dos).
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO