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Noticia
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'El lenguaje incendiario del presidente Petro no contribuye a generar un clima propicio para la paz': Eduardo Pizarro
En entrevista, el analista ofrece su visión de las negociaciones de paz que adelanta el Gobierno.
Eduardo Pizarro Leongómez. Foto: Héctor Fabio Zamora El Tiempo
El profesor emérito de la Universidad Nacional y analista político, Eduardo Pizarro Leongómez, analiza en EL TIEMPO los principales frentes de paz está llevando a cabo el gobierno de Gustavo Petro. Dice que hay que replantearse el modelo actual de negociaciones, pues, según su punto de vista, han sido escasos los avances.
El Gobierno del presidente Petro abrió la puerta a una negociación con el ‘Clan del Golfo’. ¿Qué opinión tiene usted de esto?
Es interesante recordar que el 'Clan de Golfo' decidió rebautizarse y ahora se denomina Ejército Gaitanista de Colombia con objeto de ocultar que se trata de un grupo criminal y darse aires de un movimiento con objetivos políticos. Lo mismo acaban de hacer 'Los Pachencas' que ahora se llaman de manera pomposa las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN).
A mi modo de ver, si bien el logro de la paz es un sueño de la mayoría de los colombianos desde hace ya décadas, buscar la paz de cualquier manera, sin un norte y una metodología claras, puede traer como consecuencia un agravamiento de la violencia interna. El infierno está empedrado de personas de buenas intenciones.
Si duda, la salida de Danilo Rueda y la llegada de Otty Patiño a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz constituyó una ganancia neta. Pero ya el daño estaba hecho.
En vez de haberse concentrado en las organizaciones con algún barniz político (el ELN y los grupos disidente y reincidente de las Farc, las Farc-EMC y las Farc Nueva Marquetalia), el gobierno lanzó la idea mesiánica de la “paz total” y ese complejo tablero de ajedrez -con decenas de fichas- desbordó la capacidad de la oficina de paz. No solo por la ausencia de una normatividad que permita negociar con grupos de orientación puramente criminal -cuya única alternativa es acogerse a la justicia-, sino por la multiplicidad de grupos, la disparidad de sus portafolios criminales, la heterogeneidad regional y los vínculos con los principales carteles mexicanos (principalmente, los del Golfo, Tijuana, Juárez y Sinaloa).
Otty Patiño, alto comisionado de Paz. Foto:Presidencia
El ‘Clan del Golfo’ es un grupo de narcotraficantes con amplio control territorial. Dada su experiencia, ¿cómo hacer para abordar una negociación en estas condiciones?
En América Latina la acumulación de rentas ilegales se ha convertido en el principal motor de la violencia desde México hasta el Cono Sur. Ya la ideología pasó a un segundo plano, pues solo subsisten grupos guerrilleros en Colombia, así sea cada vez con unas bases ideológicas más precarias. Y la pobreza, aunada a la desigualdad de los ingresos, puede ayudar a explicar la violencia urbana de subsistencia, pero no explica la violencia organizada.
A mi modo de ver, si queremos acabar con los grupos criminales cada día más poderosos el eje prioritario debería ser la lucha contra las rentas ilegales y el debilitamiento del control territorial que ejercen estos grupos. Es decir, fortalecer la presencia del Estado mediante la fuerza pública, el aparato de justicia y la inversión social y, a su turno, fortalecer la lucha contra la producción y comercialización de la cocaína, la minería ilegal, el microtráfico, el tráfico de personas, la deforestación y apropiación de baldíos del Estado.
El presidente Petro anunció el fin del cese al fuego con las Emc. ¿Cómo valora esto?
La política de paz basada en ceses al fuego bilaterales fundados en la necesidad de disminuir las afectaciones a la población civil está, sin embargo, produciendo un “efecto perverso”: mientras han disminuido los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y los grupos armados ilegales (muchos analistas hablan de una parálisis de las FF. AA., falta de recursos y una decapitación de mandos muy preparados), ha aumentado dramáticamente la violencia contra la población civil y los enfrentamientos entre los propios grupos armados ilegales por el control territorial y las rentas ilegales.
¿En plata blanca que significa esto? Que el Estado es cada día más impotente y que los grupos armados se están enfrentando entre ellos y castigando duramente a la población civil (mediante confinamientos, desplazamientos, asesinatos selectivos) para obligarla a la lealtad con el “señor de la guerra” local.
El fin del cese al fuego con las Farc-EMC es el resultado de una política equivocada: si los ceses al fuego entre el Estado y los grupos armados no se acompañan de un cese de las afectaciones humanitarias y un cese de las numerosas guerras entre los grupos armados ilegales, lo único que vamos a vivir es una creciente fragmentación del territorio nacional. ¿Por qué no nos miramos en el espejo de México?
A propósito, ¿cómo mantener un cese al fuego con el mismo grupo en unos departamentos, pero en otros no?
Es una decisión insostenible y perversa. Dado que hoy en día los principales grupos criminales no se especializan en un campo de la economía ilegal, sino que disponen de un portafolio criminal diversificado y muchas franquicias, outsourcing o subcontratación dispersas en numerosas regiones, simple y llanamente, cuando el Estado rompe el cese al fuego en una región o bajan el perfil o se desplazan hacia otra región en donde persiste el cese al fuego. Es el juego del gato y el ratón, con la particularidad de que en Colombia el ratón está ganando la partida.
En la misma línea, el gobierno del presidente Petro empezó diálogos regionales con frentes del Eln al margen de la mesa que mantienen entre las delegaciones. ¿Qué impacto tiene esto?
Antonio García ha reaccionado con enorme indignación. El actual comandante general del ELN teme que la postura del Frente Comuneros del Sur que actúa en Nariño sea el inicio de la desagregación definitiva del ELN. Si bien este grupo guerrillero ya había tenido en el pasado varias fracturas internas, tales como Replanteamiento (1975), la Corriente de Renovación Socialista (1994), el Ejército Revolucionario del Pueblo (2007) o el Ejército Revolucionario Guevarista (2008) que abandonaron la lucha armada, hoy en día numerosos frentes de guerra están soportando una dura arremetida de otros grupos armados por el control de las rentas ilegales y, de manera creciente, están intentando izar una bandera blanca.
En esta línea, usted planteó hace unos días una pregunta trascendental: ¿cómo se vislumbra el ELN tras la dejación de las armas? ¿Cuál es su respuesta?
En ese artículo planteada cuatro escenarios posibles (conformar un partido político propio, integrarse al Pacto Histórico, buscar el reconocimiento como poder local en sus zonas de presencia histórica o continuar utilizando las negociaciones de paz como un recurso para la guerra). Sin embargo, añadí tímidamente que había un quinto escenario también posible: la fragmentación del ELN.
La decisión del Frente Comuneros del Sur en Nariño debería ser una campanada de alerta para la Comando Central (COCE) del ELN: muchos frentes ya no están de acuerdo con continuar una guerra inútil, impopular, que solo les está trayendo desgracias a las poblaciones en las zonas rurales y que los está conduciendo a su lento aniquilamiento con el avance de otros grupos armados. En las próximas semanas vamos a escuchar a otros frentes llamando también a diálogos regionales y, eventualmente, a la dejación de las armas.
¿Está jugando con candela el Eln?
Si no pone el acelerador en las negociaciones y pacta pronto su tránsito de las “armas a la politica”, puede terminar como la disidencia del Ejército Popular de Liberación (EPL) que no adhirió a los acuerdos de paz de 1991 y terminó lánguidamente en una dura descomposición criminal en la región del Catatumbo dedicada al tráfico de drogas y llamada por la prensa con el horrible mote de “Los Pelusos”.
El Eln respalda la Asamblea Constituyente propuesta por el presidente Petro. Foto:Archivo El Tiempo
El gobierno del presidente Petro está dispuesto a negociar con Iván Márquez y sus disidencias. ¿Qué significa esto?
El tema de las Farc Nueva Marquetalia es muy delicado. Debemos recordar que a diferencia de las Farc-EMC que, bajo el liderazgo del Frente I “Armando Ríos”, rompieron antes de la firma de los acuerdos de paz en el Teatro Colón el 24 de noviembre de 2016 -es decir, que se trata propiamente de un grupo disidente-, las Farc Nueva Marquetalia rompieron después de esa firma e, incluso, su máximo dirigente Iván Márquez era senador, así como Jesús Santrich ejercía como representante a la Cámara. Es decir, se trata de un grupo reincidente y, por tanto, solo tienen según lo acordado en los propios acuerdos de paz, la opción de acogerse a la justicia.
El delegado presidencial para el diálogo con este grupo reincidente, Armando Novoa, un jurista respetado y experimentado, va a enfrentar un verdadero desafío legal para desenredar ese ovillo.
Vamos para dos años de gobierno. ¿Cuál es su balance de este tiempo en materia de paz total?
Los avances han sido, desgraciadamente, muy escasos. Yo le recomendaría a Otty Patiño, a Vera Grave, a Iván Cepeda, a Camilo González y al resto de los de los equipos de paz un alto en el camino, la organización de su encuentro en Villa de Leyva con expertos nacionales e internacionales y el rediseño serio del modelo actual de las negociaciones de paz. El techo está goteando y antes de que se desfonde valdría la pena reforzar las tejas.
E, igualmente, le pediría a Gustavo Petro que modere su discurso: su lenguaje incendiario no contribuye a generar un clima propicio para la paz.