Horas después de realizada esta entrevista, Otty Patiño llamó a contarme que lo habían nombrado comisionado de Paz. Pero en sus descripciones como jefe de la delegación del Gobierno en la mesa con el Eln adivinamos iniciativas que caracterizarán su nueva misión. Por ejemplo, que la ‘paz total’ no puede eludir el uso de la fuerza legítima del Estado ni que se haga justicia.
Otty, está manejando esa dificilísima mesa de conversación con el Eln, pero yo me pregunto, a estas alturas: ¿ustedes por qué dejaron pasar esa contradicción entre que ellos se comprometieran a respetar el DIH, pero a la vez ‘Pablo Beltrán’ y luego ‘Gabino’ dijeran que el secuestro no estaba suspendido porque ellos tenían que financiarse?
No se ha dejado pasar. Quedó el mecanismo de monitoreo y de verificación, encargado de hacer esas valoraciones. Ellos todavía se mantienen en esa posición y, desde luego, el mecanismo tiene que decidir sobre esta situación. Pero no solamente el mecanismo, sino la sociedad colombiana y desde luego también los países garantes y acompañantes tienen que plantear que bajo el DIH está prohibido secuestrar.
¿Pero ustedes, como delegación, lo han planteado en la mesa?
Por supuesto. Como violación al DIH y al cese del fuego. Pero queremos que el tema sea asumido, de una manera mucho más amplia, por la opinión nacional, por la sociedad colombiana y, desde luego, por la comunidad internacional.
¿Le causó sorpresa el secuestro del ‘Mane’ Díaz y la indignación que produjo entre los colombianos? Fue hasta titular en varios medios internacionales…
Tuve varias sorpresas... Nosotros, como delegación, fuimos los primeros que dijimos que al padre de Lucho Díaz lo tenía el Eln. La segunda sorpresa es que el frente norte del Eln itiese que lo tenía, pero que pretendía liberarlo. Y la tercera sorpresa fue que reconocieran que había sido un error. De esas sorpresas surgen una serie de preguntas.
El secuestro es un camino perdedor y un obstáculo insalvable para los procesos de paz.
Por ejemplo: si fue un error porque era el padre de un personaje muy conocido y muy querido por los colombianos, o si habría sido también un error el hecho mismo de secuestrar a cualquier otro colombiano…
Sí, esa es una pregunta importante. Uno sabe que en la historia de este país los secuestros han sido un obstáculo mayor, han acabado con procesos enteros, han creado un desprestigio enorme en organizaciones que han estado en los procesos de paz; creo que el odio que se ganaron las Farc, enorme, fue por el tema del secuestro. El proceso del Caguán murió con el secuestro de Jorge Eduardo Gechem; el secuestro de Argelino Durán tumbó todas las conversaciones en México. El secuestro es un camino perdedor y un obstáculo insalvable para los procesos de paz.
A usted le tocó aplazar el comienzo del quinto ciclo en México porque solicitaron hacer una reunión con el Eln para hablar específicamente de este tema…
Pensamos que a México no podíamos llegar con esa crisis, porque el Eln ha opuesto al tema del secuestro al de la financiación. Hemos planteado claramente que no secuestro no significa financiación. De financiación, si acaso, se puede hablar cuando se avizore el fin del conflicto. Ellos están planteando que lo que hay que financiar es el cese al fuego; nosotros pensamos que lo que hay que financiar es la construcción de paz.
La reincorporación propiamente dicha…
Sí. Pero, además, nosotros estamos planteando que la reincorporación y la transformación en esos territorios se trabajen juntos. Es más, que los actores armados se puedan desarmar y puedan convertirse, si es el caso, en líderes comunitarios, sociales, cívicos en esos territorios, y en esa medida que se desarmen.
Y que trabajen, ¿o no?, como los demás colombianos… casi que le hace a uno recordar la famosa frase de la senadora María Fernanda Cabal: “Trabajen, vagos…”
(Risas)
¿Qué diferencia hay entre este proceso con el Eln y el que hubo con el M-19? ¿Por qué ese pareció fluir más fácil?
Esos análisis comparativos pueden ser odiosos. Pero indudablemente hay un elemento que me parece fundamental, y fue el liderazgo de Pizarro. Para hacer la paz se necesita mucho más liderazgo.
Más liderazgo que para hacer la guerra, es necesario para hacer la paz. Porque cambiar abruptamente una situación de una gente que ha estado en armas durante casi sesenta años, no es nada fácil.
¿Usted no está viendo acá en el Eln ese liderazgo?
Más liderazgo que para hacer la guerra, es necesario para hacer la paz. Porque cambiar abruptamente una situación de una gente que ha estado en armas durante casi sesenta años, no es nada fácil.
¿Pero está viendo ese liderazgo?
Digamos, hay la esperanza de que ese liderazgo se construya. El de Pizarro ya estaba construido, no solamente por sus capacidades de caudillo militar, sino también porque él fue quien tomó esa decisión de paz, y en eso fue muy serio. En el Eln ese liderazgo y esa decisión les toca construirla, con un poquito de paciencia.
¿Usted cree, Otty, como dicen, que el problema grave de negociar con Eln es que está federalizado?
No, pero sí es una organización extraña. Los que la dirigen son muy viejos. Eso ya crea una brecha. Y tienen dispersión territorial, no están concentrados en una sola parte de la geografía nacional. Desde luego han ido cambiando, a pesar de que ellos creen que mantienen cierta fidelidad a sus principios fundacionales, pero la realidad les ha dado muy duro. Hoy esa realidad no les permite avizorar con claridad en qué momento hay que hacer la paz. Creo que este es el momento para ellos, pero en ese convencimiento hay diferencias internas que tienen que trabajar.
Poniéndose de acuerdo entre ellos mismos…
Sí. Porque hoy el proceso ya arrancó, tiene unos carriles, ahí ya está metida la sociedad, las zonas críticas están desarrollándose, y hay una comunidad internacional comprometida. Pero igualmente hay mucha lentitud, por la manera de andar del Eln. Son despaciosos.
Y muy resbaladizos. Suelen zafarse muy fácilmente de lo que han acordado y se lo digo con conocimiento de causa, porque yo le trabajé mucho a lo que comenzó con ellos en Maguncia, con pésimos resultados al cabo de muchos meses, porque eso no sirvió absolutamente para nada, sino para que se fortalecieran.
Al contrario, creo que en algunos territorios donde no impera el Estado Social de Derecho, e impera, como dijo la Corte Constitucional, un estado de cosas inconstitucional, allí creo que el Eln está retrocediendo, cediendo su poder a otras fuerzas. Por eso, su única salida hoy es hacer la paz, no hay de otra.
¿El cese al fuego está funcionando?
Relativamente. Se han evitado muchos choques entre las fuerzas militares con el Eln, pero, la mayor parte de esos incidentes que han ocurrido, afectan a la población civil. Evitar muertos ya de por sí es una ganancia, así sea entre gente armada. Avanzaremos cuando el cese al fuego esté en el horizonte del fin del conflicto, y no como un mecanismo para humanizar la guerra, y así avanzar mucho más rápido hacia un cese al fuego definitivo.
Creo que el Eln está retrocediendo, cediendo su poder a otras fuerzas. Por eso, su única salida hoy es hacer la paz, no hay de otra.
¿Usted diría que con el secuestro del ‘Mane’ Díaz y su posterior liberación por la presión de la indignación nacional e internacional, es el momento más difícil que ha atravesado este proceso, desde que asumió las riendas?
Yo diría que es el más interesante, porque es un momento de definiciones.
¿Y qué pasa si el Eln insiste en que no va a dejar de secuestrar?
Tengo la esperanza de que la capacidad de reflexión que tiene el Eln, y también por oír a la gente que está en los territorios, recapacite.
Bueno, entonces en México el primero de diciembre, ¿no?, esos son los planes…
Y ojalá una preliminar antes.
Y esa preliminar en Venezuela…
Es una gestión que están haciendo Naciones Unidas e iglesia. Esperamos que el Eln se ponga de acuerdo entre sí, y no desaire las propuestas de los países acompañantes, de los garantes, de Naciones Unidas y de la Iglesia. Ninguno de ellos pasaría por encima de la crisis que generó todo este problema del secuestro, que se le atravesó otra vez al camino de la negociación.
Y usted no acepta las justificaciones que ha alegado el Eln…
Por supuesto que nadie las acepta. Nadie puede sostener que el secuestro no sea una violación del DIH; tampoco es una explicación suficiente que el secuestro del señor Díaz fue un error, pero que no expliquen por qué los otros secuestrados no son error.
Al M-19 el país le creyó. Hasta el punto de que se tomó una tercera parte de la Constituyente, un éxito electoral brutal. En cambio, a estos gorditos de las Farc, primero, les regalaron las curules por ocho años; y cuando estos se cumplan es muy probable, como pasó en las elecciones de ahora, que no saquen un voto. ¿Lo mismo no podría sucederle al Eln?
Repito que el liderazgo de Pizarro radicó no solamente en su fuerza como dirigente, sino también en su visión de que ese era el momento. La paz es como un ascensor cuyas puertas se abren en determinados momentos, y en uno de esos, Pizarro supo que era el momento de montarse. El país estaba en modo Estado fallido, con el asesinato de una serie de candidatos presidenciales que luego hasta lo incluyó a él.
Pero lo mismo podríamos decir de las Farc…
En el caso de las Farc, primero fue un proceso que duró demasiado tiempo, a mi modo de ver, y fue muy en el exterior. La comunicabilidad con la gente acá en Colombia, no fue fácil. El acuerdo fue demasiado grandote, muchas páginas, y poca comprensión de la gente. Y pese a los mecanismos que crearon de verdad, uno no siente que hubo la suficiente. Creo que ese odio que se ganaron las Farc, por sus secuestros indiscriminados, sistemáticos, el asesinato de personas y sus reglas de juego en los territorios que dominaban, no lograron superarlo en ese tiempo. Sobre ese odio se alimentó un poco el liderazgo de Uribe; y el 80 % de aceptación que tuvo significó un rechazo muy profundo que hoy recae sobre las prácticas del Eln. Incluso el mismo plebiscito mostró a una población que tenía muchas dudas sobre ese proceso, encarnadas en el castigo que merecían las Farc, que iba mucho más allá de lo que se planteó en los acuerdos. En este momento hay un sentido de oportunidad, que el Eln debe ver, y que desde luego no se construye solamente en tiempos demasiado prolongados, porque también hay unos tiempos políticos precisos para hacerlo. Si esos tiempos se pasan, la puerta de cierra. Y la gente se desentiende y empieza a pensar que eso es un acuerdo entre un gobierno y una guerrilla, en el que para nada se tiene en cuenta a la opinión pública ni el sentimiento de la Nación.
Hay un sentido de oportunidad, que el Eln debe ver, y que desde luego no se construye solamente en tiempos demasiado prolongados, porque también hay unos tiempos políticos precisos para hacerlo.
El Fiscal dice que esto, más que paz total, es una paz criminal...
Para mí la paz total es lograr que en ninguna parte del territorio nacional gobierne un grupo ilegal. Eso se puede hacer de buenas maneras, con transformaciones en los territorios para suplir en buena parte el abandono del Estado y sobre la base de que sea beneficioso para la gente que habita esos territorios con el menor derramamiento de sangre posible. Digamos, para mí eso es la paz total.
Pero la gente está esperanzada en que el Eln es el único proceso, dentro de la ‘paz total’, que tiene un camino que parece semiabierto, gracias en parte a usted…
Hay muchas comunidades actualmente a merced del más fuerte. Cómo se controla el tema territorial y cómo se hacen esas programaciones con la gente, es la esencia misma del proceso.
Finalmente, el expresidente Santos, con el lema de que los presidentes calladitos son más bonitos, resolvió volverse un poquito feíto, rompiendo su silencio… Entonces dijo que los procesos de paz no se hacen sólo con zanahoria sino también con garrote... ¿Usted no cree que en ese sentido, el cese al fuego bilateral no fue demasiada zanahoria y muy preliminar?
El proceso de paz no es solamente cese al fuego. Pero el esfuerzo por lograr la paz no excluye el uso de la fuerza legítima del Estado, y mucho menos que se implante justicia. Sobre el acuerdo de paz que firmó el presidente Santos con las Farc, el hecho de que hoy aún se esté discutiendo con disidencias de las Farc, afea ese proceso que hizo Santos. Pero qué vamos a hacer, si mucha de la gente que participó en ese proceso, y sobre todo mucha de la población que tuvo mucha esperanza en que se cumplieran las promesas del acuerdo, hoy está defraudada. Creo que una de las cuestiones más terribles que pasa en estos procesos no es que la firma de los acuerdos sea buena o mala, sino que el Estado no cumpla. Ese es uno de los grandes problemas que se tiene.
¿Qué lecciones le deja lo ya recorrido con el Eln?
Se habrá podido dar cuenta de que así como con el Eln, sucede lo mismo con los demás grupos ilegales: a la gente le interesan menos detalles de cuántos protocolos se han firmado, o cuántos acuerdos se han hecho. A la agente le interesa básicamente una cosa: ¿cuándo se va a acabar esta joda? Y a eso nos vamos a dedicar en el próximo ciclo.
¿Y todo eso lo deja dormir tranquilo?
Mucho más tranquilo que nunca.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO