La alimentación adecuada y el ejercicio son importantes para mantener la salud en el curso de la pandemia de covid-19. Esto con la premisa de que lo que se ingiere afecta de manera directa las capacidades del organismo para prevenir, combatir y recuperarse de todo tipo de infecciones. En este sentido, es necesario recoger los siete elementos que se deben tener en cuenta para garantizar el bienestar a partir de la nutrición en este tiempo.
Seguridad para los alimentos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y diferentes estudios, no hay evidencia de que el SARS-CoV-2 se pueda transmitir a través del o directo de alimentos o sus empaques. Sin embargo, es necesario aplicar rigurosas medidas de higiene al manipular los productos para evitar no solo la presencia de virus, sino también de otros factores que puedan desencadenar enfermedades.
Es importante mantener los productos y las superficies donde se manipulan limpias; lavarse las manos con agua y jabón antes de manipularlos; aplicar agua limpia abundante a las frutas y verduras; separar los alimentos crudos de los cocidos para evitar contaminación cruzada y cocinar mínimo a 70 grados para abolir microorganismos.
Al congelar alimentos es clave que las carnes estén a menos 5 grados y usar siempre agua potable o hervida, además de vigilar el origen de las materias primas y productos frescos y de consumo crudo, los cuales tienen que lavarse de manera exhaustiva.
Dieta saludable
Si bien ningún alimento puede prevenir o curar la infección por covid-19, las dietas saludables y equilibradas son necesarias para favorecer el funcionamiento del sistema de defensas del organismo. Es claro que la buena nutrición reduce la probabilidad de desarrollar otros problemas de salud como obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes e, incluso, tumores que aumentan la vulnerabilidad del organismo.
Para lograr esto hay que empezar por mantenerse hidratado (6 u 8 vasos de agua diarios) y evitar las bebidas azucaradas. El consumo de proteína animal es recomendable, al menos dos veces al día, incluidas la leche, los huevos y los derivados bajos en grasa; las leguminosas (fríjol, arveja, garbanzos) deben ser consumidas 4 o 5 veces por semana. Por su parte, las harinas y los cereales como papa, arroz, plátano, yuca, pan se recomiendan de tres a 5 porciones diarias, lo mismo que frutas y verduras.
Se deben preferir los aceites vegetales y minimizar hasta donde se pueda los alimentos fritos. Es urgente limitar el consumo de azúcares y dulces, lo mismo que la sal, principalmente en las edades extremas. En el caso de la sal, 5 gramos diarios son suficientes (una cucharadita). Hay que minimizar el consumo de alcohol y sacar de la dieta los alimentos ultraprocesados, dándoles paso a los preparados en casa con ingredientes preferiblemente frescos.
Ejercicio
La OMS recomienda que para estar físicamente apto se debe realizar ejercicio, al menos 75 minutos de actividad intensa o 150 minutos de actividad moderada.
Evaluación
Algunas señales como las pérdidas de apetito, del gusto y del sabor que acompañan a las infecciones virales pueden disminuir el consumo de alimentos. Incluso, quienes se recuperan y salen del hospital pueden presentar dificultades en la deglución.
En estas circunstancias es necesario evaluar la cantidad de alimentos que se han consumido, y para esto se puede utilizar una herramienta sencilla: fijarse en la comida principal del día. Si la persona no consumió nada o menos de un cuarto de plato, existe un riesgo alto de enfermar; si consumió medio plato, el riesgo es menor, por lo tanto hay que vigilar siempre. Esto en vista de que la baja ingesta es un factor que se agrega a enfermedades de base, y en tal sentido cuando se hace frecuente se debe consultar.
Riesgo nutricional
La Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo estableció cinco preguntas para determinar el riesgo que desde el plano nutricional puedan tener las personas afectadas por una enfermedad. Ellas son: ¿el índice de masa corporal (peso en kilos) dividido por la estatura en metros elevada al cuadrado es menor de 20,5 kg?, ¿ha perdido peso en los últimos tres meses?, ¿ha dejado de comer en la última semana?, ¿enfrenta una enfermedad o está hospitalizado? y ¿es mayor de 70 años?
Si más de tres de estas preguntas son positivas, hay un riesgo nutricional muy alto y debe consultarse con urgencia. Si hay una o dos respuestas positivas, se debe iniciar un plan de fortificación nutricional y repetir el cuestionario semanalmente.
El plan de fortificación exige incrementar las proteínas en la dieta (dos a tres huevos diarios sin yema, aumentar el consumo de leche o derivado de lácteos bajos en grasa, vísceras cocidas y aceite de oliva, agregados dos veces por día en los alimentos).
Para la recuperación
Las personas que han superado una infección por el nuevo coronavirus pueden experimentar cansancio, fatiga o desánimo, o incluso continuar con pérdidas del apetito, el olor y el gusto que son dificultades para comer.
En ese sentido, las proteínas contenidas en leche, kumis o huevos en cualquier preparación son aliadas para reanudar la dieta favorable. Las preparaciones en sopa o purés, siempre con carne, pollo o pescado licuados con una cucharadita de aceite de oliva por porción, garantizan una buena recuperación. Si después de dos días estos elementos no son recibidos por la persona, debe necesariamente consultarse.
Amamantar siempre
Hasta el momento no se ha documentado la transmisión del covid-19 activo a través de la lactancia. En tal sentido, no hay razón para dejar de amamantar. Las mujeres con covid-19 pueden hacerlo, aplicando todas las medidas de bioseguridad, en el entendido de que la lactancia materna supera todos los riesgos derivados de la transmisión de las enfermedades asociadas con el nuevo coronavirus.
PATRICIA SAVINO LLOREDA
Para EL TIEMPO
*Nutricionista dietista de la U. Javeriana; miembro de la Academia Nacional de Medicina, directora del Centro Latinoamericano de Nutrición (CELAN).