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El síndrome de Ulises, cuando migrar es toda una odisea
Este síndrome toma su nombre del héroe de la mitología griega que Homero recreó en la Odisea.
Cientos de migrantes caminan en caravana en el municipio de Tapachula, en el estado de Chiapas (México). Foto: EFE
Durante el XII Congreso internacional sobre migración y salud mental que se realizó por primera vez en América Latina, EL TIEMPO habló con el doctor Joseba Achotegui, psiquiatra español conocido por haber descrito el síndrome de Ulises en 2002.
Este síndrome toma su nombre del héroe de la mitología griega que Homero recreó en la Odisea. Un semidiós que afronta múltiples peligros lejos de los suyos y que, no obstante su condición divina, sufre.
“La Odisea es el poema de los inmigrantes”, dijo Achotegui durante una rueda de prensa en la que mencionó haber escuchado esta frase de un académico. En este sentido, el síndrome de Ulises es descrito como un cuadro de estrés crónico y múltiple que se presenta en la mayoría de quienes emprenden una travesía migratoria en condiciones extremadamente difíciles.
¿Qué es el síndrome de Ulises?
Es un cuadro psicológico de estrés muy intenso, relacionado con vivir situaciones muy duras en la migración. Es decir, no es migrar en buenas condiciones, con familia y trabajo, sino hacerlo con dificultades importantes como soledad, miedo e indefensión. Esto genera una respuesta en las personas con sentimientos de tristeza, dificultades para dormir, dolores de cabeza, entre otros. El síndrome de Ulises no es una enfermedad, es una respuesta reactiva a una situación tan compleja como esta.
¿Dicho diagnóstico es una patología específica en la clasificación actual de enfermedades mentales?
El síndrome de Ulises no es una enfermedad mental. No pertenece a la clasificación de trastornos mentales. Es un cuadro relacionado con la salud emocional. Se podría decir que está en el límite entre el bienestar y la enfermedad mental, es una frontera, como en la que viven los inmigrantes lo que les genera riesgo potencial de que su situación se deslice hacia un diagnóstico verdadero, por eso es importante prevenirlo.
¿Cómo se relaciona el estrés del inmigrante con sus duelos?
El estrés y el duelo están relacionados. Entiendo que el estrés es una lucha o un esfuerzo muy intenso y el duelo tiene que ver más con la sensación ante pérdidas o cuando se deja algo atrás. Así el inmigrante enfrenta las dos cosas: un duelo por lo que deja y el estrés que le genera su nueva vida. De hecho, existen siete duelos universales de la migración: familia, lengua, cultura, tierra, estatus social, tipo de pertenencia y los riesgos físicos.
Vemos que el síndrome de Ulises se define por sus estresores, ¿cuáles son los principales
. Foto:RED ATENEA
Los estresores serían vivir las circunstancias extremas en los siete duelos que he nombrado. A nivel familiar, se puede imaginar una madre que emigra dejando a su hijo pequeño. También pensemos en la lengua y las costumbres en niños que llegan a algunos lugares y que no entiende nada de lo que ocurre en su entorno, esto tiene que ser un duelo muy fuerte. En cuanto a la cultura, vas a un lugar con otras costumbres y se puede tener un duelo por la tierra porque pueden llegar a lugares más fríos o que no les gustan. Por otro lado, el estatus social cambia porque cuando se migra se deben hacer trabajos con una cualificación más baja. Por supuesto, sin papeles no tienen muchas garantías, sin dejar de lado el racismo. Finalmente, los riesgos físicos, como los de quienes viajan por el Darién o en las barcas que llegan desde África, donde muere muchísima gente, los desiertos que cruzan en Estados Unidos, en fin.
Uno de los estresores más importante es el miedo. ¿Podría ampliarnos algo al respecto?
El miedo en psicología se ha considerado como uno de los mayores estresores, incluso se considera que es mucho más importante que otros porque tiene manifestaciones físicas que se expresan cuando se reacciona. El modelo psicológico de Maslow deja claro que la segunda necesidad básica de un ser humano es la seguridad, sin la cual no hay tranquilidad. El miedo nos marca completamente, afecta todo el sistema nervioso y realmente yo diría que las migraciones lo empeoran. Cada vez hay más miedo, más indefensión.
Llama la atención que entre estos factores usted involucra la culpa ¿por qué?
La culpa es un sentimiento que vemos sobre todo en muchas mujeres inmigrantes que sienten que al haberse separado de sus hijos, los han abandonado. Creo que sería un elemento a trabajar en ayuda psicológica: desculpabilizar. Porque la culpa después genera conductas inadecuadas o sufrimiento inadecuado. Sabemos en psiquiatría que la culpa luego se relaciona con síntomas obsesivos porque la obsesión disminuye la culpa, pero entonces para tapar un problema aparece otro. Creo que con un buen programa de ayuda psicológica a los migrantes disminuiríamos la culpa.
Si bien los estresores de por sí son dañinos, ¿qué factores los pueden potenciar?
Estos estresores se potencian entre ellos. El inmigrante a veces no tiene redes de apoyo, frente a un problema está solo, no conoce a nadie. De igual forma, la situación se agrava porque en ocasiones no puede salir a la calle, se trabaja a escondidas y bajo riesgo, sin o con la familia y en una búsqueda permanente de la subsistencia todo empeora. Además, cuando el sistema sanitario y el sistema de atención a los inmigrantes no actúa bien se convierte en un nuevo problema porque se pueden confundir estos cuadros de estrés con enfermedades.
¿Cómo diferenciar la somatización de los inmigrantes con otros síntomas propios de su condición?
Creo que es muy importante que los médicos de cabecera tengan una buena formación y sepan diferenciar lo que son respuestas reactivas al estrés de gente sana de lo que son enfermedades. El migrante en general es una persona fuerte, resiliente, una persona con capacidad que tiene un padecimiento porque vive un contexto horroroso, pero eso no quiere decir que esté enfermo. Entonces si convertimos un dolor de estómago en algo que tratamos como si fuera una úlcera, pues no estamos ayudando. Se generan problemas añadidos. Creo que en lo somático es muy importante hacer un buen diagnóstico.
¿Las características de este síndrome en el mundo de hoy son similares a las de hace algunos años?
A partir del año 2000 vi que empezaron a cambiar las cosas, porque es cuando se comenzaron a cerrar las fronteras, empiezan a aparecer los indocumentados, las familias rotas, entonces en ese momento me viene la imagen de la Odisea. Sabemos que Ulises está solo, asustado, inseguro, indefenso. En ese tiempo describí el síndrome y desde entonces han empeorado las cosas. Cada vez hay más muros, más barreras, más problemas en general y en todo el mundo. Hay datos de que por primera vez en la historia están disminuyendo las migraciones debido a que la gente está asustada por todas las barreras que aparecen.
¿El mundo está en condiciones de hacer diagnósticos específicos y acercamientos terapéuticos adecuados?
Yo creo que hay algunos países en los que sí se han implementado estos planteamientos, pero en muchos otros sigue primando una visión muy psiquiátrica. Otra cosa con la que no estoy muy de acuerdo es que si hay un inmigrante que ha tenido un problema, se suele creer que ya tiene un trastorno de estrés postraumático y tampoco es así. Trauma no es lo mismo que enfermedad. Tenemos resiliencia. Solo el 20 por ciento de las personas (no solo inmigrantes) que sufren traumas desarrollan trastorno de estrés postraumático, pero hoy en día hay una tendencia a considerar que cualquier persona que tenga un trauma ya tiene una enfermedad. Entonces pasa que se empieza a medicalizar, estigmatizar, etc.
Colombia es un receptor singular de inmigrantes que procuran instalarse en el país, pero a su vez es un importante lugar de paso para muchos que van hacia otros lados. ¿Qué recomienda frente a esta situación?
He tenido un o con el Ministerio de Salud y les hemos hecho una propuesta. Estamos hablando para implementar o tener un plan que permita una mayor calidad de atención con los inmigrantes. Yo tengo un programa que permite hacer una intervención mucho más económica, mucho más ajustada, que victimiza menos y que creo que es mucho más operativa. Ya lo hemos puesto en marcha en California, en Sacramento, con los refugiados que venían de Afganistán y esto permite que la ayuda sea de más calidad y no se ocupen plazas de ayuda psiquiátrica que necesitan otras personas que están enfermas.
¿Qué pasa con las personas que no migran, pero se separan de la persona que migra?
Emigrar es un cambio pero, por ejemplo, una mujer que tiene dos niños decide migrar esta mujer viene a España, lo pasa muy mal etc y los niños que se quedan aquí lo pasan pero que ella. La migración es un cambio que le afecta a todo el mundo. Estos niños que lo cuida un abuelo, un tío, un primo, no cuidan igual que una madre. Nosotros conocemos muchos casos de personas que se quedan en el país de origen que sufren otros tipos de violencia, incluso hay casos de mucho suicidios entre hijos que se quedan. Hay una ciudad de Ecuador en la qué hay descritos un montón de casos de niños que se han suicidado por tener los padres en Europa.