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El envejecimiento cerebral en Latinoamérica es más acelerado: desigualdad y polución, entre los factores relacionados

Un grupo internacional de investigadores analizaron datos de más de 5.000 participantes con un algoritmo de IA para generar ‘relojes cerebrales’, que les permitiera estimar cómo los factores asociados con la desigualdad pueden impactar la salud cerebral.

Científicos revelan hábito que afecta el cerebro.

Se analizaron conjuntos de datos de 5.306 participantes de 15 países (siete de América Latina y el Caribe y ocho por fuera de la región). Foto: iStock

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PERIODISTA DE CIENCIAActualizado:

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En 1953, en Colombia, había 529 personas de 100 años de edad o más. De acuerdo con el Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane), para el 2023 la población de colombianos centenarios se calcula en 19.400 personas, un ejemplo de que, al igual que ocurre en el resto del mundo, cada vez vivimos vidas más largas: hace siete décadas la esperanza de vida al nacer de un colombiano era de 48 años y para una colombiana era de 52. Hoy una persona nacida en nuestro país puede llegar a vivir, en promedio 77,23 años. Si se trata de un hombre, 74,48. Si es una mujer, 80,13.
Ante este panorama, llegar mejor y más saludable a la vejez es una preocupación cada vez más frecuente. Para ello, la ciencia y las personas del común se preguntan, entre otras cosas, cómo conseguir ralentizar no solo el envejecimiento físico sino también el cerebral y qué factores podrían estar ocasionando un deterioro más rápido de las capacidades cognitivas.
Un grupo internacional de investigadores ha abordado esta problemática en los últimos años y en una publicación reciente en la revista Nature Medicine se muestra cómo modelos computacionales que emplean inteligencia artificial permiten no solo determinar si el cerebro de una persona envejece más rápido de lo que sugiere su edad cronológica, sino incluir en el análisis el impacto que tiene en este proceso factores geográficos, socioeconómicos, sociodemográficos, de sexo y de neurodegeneración.
Entre los más de 70 autores que participaron en este trabajo se destacan algunos nombres de científicos colombianos, como el recientemente fallecido profesor de la Universidad de Antioquia Francisco Lopera, y la profesora de la Universidad de los Andes y follow del Global Brain Health Institute (GBHI), Sandra Báez, quien detalla que, aunque esto de los relojes cerebrales para cuantifican las discrepancias entre la edad cerebral y la cronológica no es algo nuevo, la inclusión de cómo la diversidad de la población y las condiciones en las que vive, se había dejado de lado hasta el momento.
“Eso fue lo que nosotros quisimos investigar, cómo factores relacionados con la desigualdad, con la exposición a la polución, con el a los sistemas de salud y la inequidad de género pueden afectar el envejecimiento del cerebro”, explica la investigadora sobre el estudio en el que se analizaron conjuntos de datos de 5.306 participantes de 15 países (siete de América Latina y el Caribe y ocho por fuera de la región).
Estos datos les permitieron identificar no solo que los latinoamericanos tienen un envejecimiento cerebral más acelerado (unos cinco años por encima de otras regiones) sino que hay varios factores que pueden explicar esta condición, como la desigualdad en la distribución de los ingresos –medida con el índice Gini–: los países en los que es mayor tienen un envejecimiento cerebral más acelerado; o la polución: una menor calidad del aire también implica un envejecimiento acelerado.
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Una menor calidad del aire también implica un envejecimiento acelerado. Foto:Europa Press

“También la carga de enfermedades comunicables y no comunicables, que es una medida indirecta de la calidad y el a los sistemas de salud. Además encontramos que en las mujeres hay un envejecimiento cerebral más acelerado que en los hombres. Esto se asocia con la inequidad de género”, detalla la profesora Baéz.

Inteligencia Artificial

Según la profesora de la Universidad de los Andes, en este estudio desarrollaron una arquitectura de un algoritmo de aprendizaje profundo (deep learning) de predicción de edad cerebral para estudiar en imágenes de resonancia magnética funcional (2.953) y en electroencefalografías (2.353) algo que se conoce como interacciones de alto orden.
“Estas interacciones hablan de cómo se comunican entre sí las regiones del cerebro, pero no cómo se comunican de a pares, que es algo que se ha estudiado mucho hasta el momento, sino cómo lo hacen de forma más compleja. Es decir, cómo se comunican entre sí tres o más regiones, que es la forma en la que sabemos que nuestro cerebro funciona realmente”, asegura Baéz.
¿Qué tan efectivas resultaron estas interacciones? les permitió determinar la edad del cerebro y la brecha entre la edad cerebral y la edad cronológica. Adicionalmente, los conjuntos de datos que emplearon comprendían individuos sanos e individuos con deterioro cognitivo leve, enfermedad de Alzheimer y demencia frontotemporal con variante conductual.
El neurocientífico Agustín Ibañez y la profesora de la Universidad de los Andes Sandra Baéz.

El neurocientífico Agustín Ibañez y la profesora de la Universidad de los Andes Sandra Baéz. Foto:Cortesía Sandra Baéz

Pero el acelerado envejecimiento en América Latina es algo sobre lo que esta colaboración internacional, liderada por el neurocientífico Agustín Ibañez ya había alertado con otras investigaciones. “Venimos estudiando población latinoamericana hace mucho tiempo, y desde las neurociencias, desde el estudio de la demencia, del envejecimiento, desde la salud cerebral, recién empieza a haber un poco de conciencia acerca del rol que tiene la diversidad en entender estos modelos”, asegura el científico argentino, investigador del GBHI y director del Instituto Latinoamericano de Salud cerebral (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibañez en Santiago de Chile y del Multi-partner consortium to expand dementia research in Latin America (ReDLat).
“Los modelos de aprendizaje profundo permiten capturar interacciones de alto orden a partir de datos obtenidos de distintas modalidades de neuroimágenes, y tienen el potencial de ser aplicados para producir diagnósticos más tempranos y efectivos en poblaciones diversas”, afirma Sebastian Moguilner, fellow del GBHI e investigador de ReDLat.
El año pasado también publicaron en Nature Medicine un artículo sobre un estudio, en el que participó por Colombia la Universidad Javeriana, que muestra cómo en la región no son predominantes factores como el sexo y la edad en el progresivo deterioro de las capacidades cognitivas y de desenvolverse en la vida cotidiana, sino que cobran mayor relevancia temas como determinantes sociales (como el a la educación, ingresos y empleo), el estilo de vida, el estado de salud, y los síntomas de salud mental.
Sebastian Moguilner, fellow del GBHI e investigador de ReDLat.

Sebastian Moguilner, fellow del GBHI e investigador de ReDLat. Foto:Cortesía

“Si usted es pobre, va a presentar una serie de factores de riesgo combinados. Va a tener dificultades de a la salud mental, probablemente no va a tener tiempo para hacer ejercicio, no va a tener controlado su nivel cardiometabólico por la dieta, va a tener menor educación y menores ingresos. Todo eso empeorará su capacidad cognitiva y funcional en el envejecimiento. La pobreza tiene un rol tremendo en el envejecimiento. Ese es el mensaje simple y claro que tiene esta investigación”, afirma el doctor Ibáñez sobre ese estudio que involucró a un grupo de estudio de 44.394 participantes de Colombia, Ecuador, Chile, Uruguay y Costa Rica.
En el caso de Colombia, encontraron que, al igual que en el resto de la región, muchas veces el deterioro cognitivo no se debe solamente al desgaste natural por la edad, sino que es agravado por la acumulación de disparidad a lo largo del tiempo. “Pesan factores de desigualdad social, como tener baja educación, tener un índice socioeconómico más bajo, pobreza, aislamiento social, que muchas veces está relacionado con pobreza. Además, no hay planes estructurados en salud pública para que la gente pueda tener espacios de conexión social”, explicó el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana Hernando Santamaría, quien participó en este estudio del 2023.
Y añade: “Hay otros factores que me llaman también la atención que tienen que ver con disparidades en salud. Por ejemplo, tenemos pocas posibilidades de salud pública, de emprender planes nacionales para promover actividad física, reducir el consumo de cigarrillos o el alcoholismo”. Temas que, de acuerdo con el experto, impactan primero la salud mental de la población y por consiguiente afectan el envejecimiento saludable.

Mujeres, más vulnerables

Al igual que en el estudio de este año, los investigadores ya habían señalado también que el panorama del envejecimiento cerebral es menos favorable para las mujeres, porque además de cuestiones biológicas relacionadas con el sexo femenino, socialmente están más expuestas a condiciones socioeconómicas desfavorables e inequidades como un pobre a la educación y peores condiciones de ingresos y empleo.
“Si se analiza si el género impacta a nivel cognitivo y funcional, sí lo hace cuando se mira esa variable aislada. Pero, cuando metemos otras variables, en algunos efectos sigue siendo significativo, pero se reduce muchísimo. ¿Por qué? Porque básicamente lo que está diciendo es que, por ejemplo, si se es mujer se tiene más riesgo porque hay mayor desigualdad asociada”, explica el doctor Ibañez.

La pobreza tiene un rol tremendo en el envejecimiento, dicen los autores. Foto:iStock

Esta vulnerabilidad de las mujeres está presente también en el estudio publicado recientemente. “Esto seguramente tiene que ver con los factores de riesgo que están asociados con la inequidad de género. Históricamente hemos visto que las mujeres tenemos menor a la educación formal, que todavía hay una brecha grande entre las ocupaciones que tenemos las mujeres y los hombres, entre los ingresos, entre la posibilidad de acceder a los sistemas de salud y todo esto son factores de riesgo para el envejecimiento cerebral”, señala la profesora Baéz.
La experta agrega que la falta de a una educación de calidad o formal puede incidir en el envejecimiento acelerado, pues es conocido que este es un factor de protección frente a enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aclara que aunque se tienen indicios sobre esto, es un tema en el que se debe ahondar más en futuros estudios.
Aunque esto sí da pistas sobre las medidas que se deben tomar en materia de salud pública para detener el acelerado envejecimiento de la población latinoamericana. “Creo que el mensaje más importante de nuestro estudio es que hay factores estructurales que deberían considerarse en políticas públicas, porque el hecho de que encontramos que la distribución de los ingresos de un país, la polución, la calidad de los sistemas de salud son predictores claves del envejecimiento cerebral, pues esto lo que hace es hablarnos de que es algo que deberían considerar los políticos. Si tú sabes que si mejoras el a la salud de la población, si tienes en cuenta la polución y la inequidad, cambios a nivel estructural podrían mejorar en general la salud cerebral de la gente”, concluye la doctora Baéz. 
ALEJANDRA LÓPEZ PLAZAS
REDACCIÓN CIENCIA
@malelopezpl
@TiempodeCiencia

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