No quiero entrar en el circo en el que se ha convertido la discusión de la relación de Shakira y Piqué, pero sí quiero aprovechar la oportunidad para recordar que el matoneo a cualquier persona de cualquier género está mal. No estoy condonando la infidelidad dentro de una relación de pareja, pero por ningún motivo considero que el castigo y la difamación pública estén bien. Dos males no hacen un bien.
Hoy en día, poco a poco estamos ganando consciencia acerca de los mensajes tan duros que les hemos dado a las mujeres en cuanto a estándares de belleza y su rol en la sociedad, pero creo que hemos empeorado en cuanto a los hombres.
Desde niños les dicen que solo las niñas y los homosexuales lloran, así que mejor no lo hagan. Que a las niñas se las debe tratar bien y jamás pegar, pero si es a otro niño, los premiamos y estamos orgullosos, que deben ser fuertes y rudos y que un caballero jamás habla de sus intimidades.
Los llenamos de expectativas y de reglas rígidas para describir lo que debe ser el comportamiento “correcto” de un hombre, pero en la práctica como mujeres y como sociedad les mandamos mensajes confusos y contradictorios.
Las mujeres decimos que nos enamora un hombre romántico y sensible pero nos parece el colmo que llore más que nosotras. Queremos que nos abran su corazón, pero describimos al hombre ideal de las películas como “fuerte y de tipo silencioso”. Los tildamos de débiles si nos confiesan que tienen inseguridades o miedos o si tienen dudas de cómo afrontar los retos de la vida.
Queremos que ayuden con los hijos porque son 50 por ciento de ellos, pero les damos cátedra de cómo hacerlo bien y los juzgamos duramente porque creemos saber más por el simple hecho de ser mujer. Incluso, muchas veces asumimos que quieren menos a sus hijos simplemente por no ser la mamá.
Hay campañas buenísimas y tremendamente necesarias que alertan y tratan de prevenir la violencia de género, pero no hay ni una que hable de la agresión en general. Un hombre no le debe pegar a nadie. Sea una mujer u otro hombre. Sin embargo, nos parece valiente, macho y hasta romántico ver una pelea entre dos hombres por el amor de una mujer.
Como mujeres, enfatizamos nuestra autonomía, pero en la misma frase tildamos de tacaños a los que no nos pagan las cuentas. Entendiendo que todo puede ser sujeto a discusión, hay rayas grises muy difíciles de demarcar. Nos encanta que iren nuestra belleza, pero en ciertos países se quiere penalizar a los hombres que echan piropos en la calle.
Creo vehementemente que hay que ponerles atención a los mensajes que le estamos dando a los niños y a los hombres. Hoy, la cifra de suicidios masculinos en el mundo es alarmante. Los hombres representan el 49 por ciento de la población y el 80 por ciento de los suicidios. Debemos, como mujeres y sociedad, darles amor, cariño y un espacio, para hablar y ser vulnerables.