La
Oración al Sagrado Corazón de Jesús ha perdurado a lo largo de los siglos como una expresión de fe y esperanza para innumerables creyentes en todo el mundo.
Ante los desafíos y obstáculos de la vida cotidiana, muchos encuentran consuelo y fortaleza en esta devoción, buscando una guía y una luz en momentos de incertidumbre y adversidad.
Esta devoción se centra en su corazón como emblema de su amor hacia la humanidad, y simboliza su vida moral y emocional, así como su amor hacia sus hijos, explica el portal religioso Aci Prensa.
En el siglo XVII, surgió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús cuando Santa Margarita María de Alacoque, una religiosa sa, relató haber tenido visiones de Jesús que le mostraron su corazón divino.
Esta es la oración que el portal del 'Devocionario Católico' recomienda hacer a los creyentes para una grave necesidad y que todo salga bien ante un problema:
Oración al Sagrado Corazón de Jesús
Oh Divino Jesús, que dijiste: "Pedid, y recibiréis; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre".
Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor: (se ora en silencio pidiendo el favor).
¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?
A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.
Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.
Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.
Sin embargo… dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, si me darás, en cambio, otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.
Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús. Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.
A continuación, se rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre.
SOPHIA SALAMANCA GÓMEZ
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO
Más noticias