Desde hoy empieza la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Inicialmente, la Pascua se celebraba en la noche del Sábado Santo y finalizaba en la mañana del domingo de Pascua. No obstante, a partir del siglo IV, la conmemoración empieza desde el Jueves Santo, día en el que inicia el Triduo Pascual, y termina con la Vigilia.
Según Vatican News, la historia detrás de la celebración del Jueves Santo radica en la última cena. Durante el banquete, Jesús fundó la Eucaristía, el sacramento de la salvación, y el sacerdocio ministerial. Además de ofrecerles dicho discurso, que más tarde sus discípulos se encargarían de vociferarlo, Jesús realiza otro acto simbólico del catolicismo: les lava los pies a los 12 apóstoles.
El lavatorio de los de pies a sus discípulos significó “un gesto que revela el servicio y el amor”, menciona el medio. De lo anterior se desprende el siguiente mensaje del Jueves Santo: además de orar y asistir a misas, la importancia del inicio de la Pascua también consiste en el servicio y el amor mutuo con los demás.
Todo lo que se conmemora en torno a los eventos de Semana Santa este jueves viene de la última cena. A continuación, una oración para que se una a la celebración del Jueves Santo:
Oración
Señor Jesús
que anticipaste a tus discípulos
tu acto supremo de amor.
Los convocaste instituyendo así el sacerdocio.
Tomaste el pan, el vino,
los bendijiste y se los entregaste.
Te levantaste y te quitaste el manto,
tomaste un recipiente,
y les lavaste los pies.
Convocar.
Compartir.
Servir.
Tres movimientos, Señor,
para enseñarme la lógica de la Eucaristía,
para enseñarme la lógica de la vida.
Tres movimientos, Señor,
entrelazados entre sí;
el uno revela el otro:
hay eucaristía donde hay fraternidad;
hay fraternidad cuando se comparte;
se comparte donde hay servicio;
hay servicio allí donde juntos celebramos la Eucaristía.
Desde la cátedra de la Eucaristía,
Tú me enseñas, Señor,
el arte de las relaciones,
el estilo del compartir,
la libertad del servicio.
Hoy, me invitas a tu mesa:
mi corazón, Señor, me dice que no soy digno;
pero tú, Cordero de Dios, que quitaste el pecado del mundo,
di una sola palabra y bastará para sanarme.
(Oración de A.V. en Vatican News).
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