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Explicativo
Lima, un destino más que de paso
Además de ser la capital gastronómica de Suramérica, Lima es una ciudad que ofrece historia, arte, cultura y también aventura.
Panorámica del distrito Miraflores y el circuito Costa Verde, que fue una adecuación para ampliar las playas y hacer una autopista. Foto: iStock
Hay países que se distinguen por un lugar en específico que acoge sus geografías. En algunos casos es por su capital, como sucede con París y su distinguible torre Eiffel, y en otros por una maravilla natural, complejos arqueológicos o una construcción única en el mundo. Y acá el mejor ejemplo en Sudamérica es Perú con su Machu Picchu.
Quien quiere viajar a Perú es porque en sus planes está este santuario inca, ubicado en Cusco y considerado patrimonio de la humanidad. Y claro que hay que visitarlo y recorrerlo para entender mejor esta cultura indígena que habitó los Andes peruanos, pero, a veces, tener de vista un único objetivo de viaje hace olvidar las otras ofertas que tiene Perú.
Entre ellas, Lima, la capital, un destino que ha ganado notoriedad en los últimos años gracias a la movida gastronómica, logrando, a través de sus chefs, grandes reconocimientos a nivel internacional.
Eso, por supuesto, ha llamado la atención de viajeros extranjeros que planean viajes a Lima en torno a las reservas que hagan en restaurantes como Central, Kjolle, Maido, Mayta, Astrid y Gastón, entre otros.
Y, aunque entre almuerzos y cenas se puede planear una escapada para ir allí o allá en Lima, la verdad es que los visitantes terminan perdiéndose una ciudad que tiene todo por ofrecer: historia, cultura, ocio, movimiento y, por supuesto, gastronomía.
Precisamente la capital y entidades promotoras del turismo como PromPerú buscan romper el paradigma de que Lima es una ciudad de paso por el país y de ser un destino de corta estadía.
Por invitación de PromPerú, EL TIEMPO hizo un recorrido por la Ciudad de los Reyes, que tiene mucho por ofrecerle al viajero religioso, amante de la historia, deportivo, acuático, bohemio, glotón o cualquiera que se atreva a visitarla.
1. Centro histórico
Cualquier recorrido por una ciudad empieza por su centro histórico. El punto fundacional de Lima se traza en la Plaza de Armas, donde se encuentran el Palacio del Gobierno, la Catedral de Lima, la iglesia del Sagrario, el Palacio Arzobispal, el Palacio Municipal y el Club de la Unión.
Es todo un complejo arquitectónico de 140 metros cuadrados, con una fuente en todo su centro, que data de 1651, y un trabajo de jardinería muy cuidado, convirtiendo a la plaza en un lugar agradable y seguro para caminar de día y de noche.
Además de irar los diferentes estilos de arquitectura de las fachadas, que van de lo neorrenacentista, neoclásico, neocolonial a lo neobarroco, puede ingresar a la catedral y sorprenderse con la ornamentación y el arte que expone en su interior. En la catedral se encuentran los restos de Francisco Pizarro, el fundador de Perú, y un impresionante coro que rodea el altar, hecho de madera con unos detalles que hoy se conservan.
Estando ya en la Plaza de Armas, hay otros lugares cercanos que merecen ser visitados. Para continuar con la guía por iglesias, a unas cuadras de la Plaza de Armas se levanta la iglesia y convento de Santo Domingo, que está bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Allí mismo se fundó la Universidad de San Marcos, la primera de Perú y de las Américas, y se hallan homenajes a santa Rosa de Lima, que también se convirtió en la primera santa del continente; san Martín de Porres y san Juan Macías.
Y tampoco deje de visitar el santuario Las Nazarenas, donde está el mural original del Señor de los Milagros, más conocido como el Cristo Moreno o Cristo de Pachacamilla. Su celebración es la fiesta religiosa nacional y se conmemora todo octubre, tiñendo las calles del centro de Lima de morado, el color asociado al Señor de los Milagros.
Los balcones de madera del centro histórico crean la ilusión de unas calles suspendidas. Foto:Natalia Tamayo Gaviria
Por último, en el centro histórico se encuentra la Casa de Aliaga, una vivienda que ha habitado la familia De Aliaga por 19 generaciones y de la que se han abierto algunas salas al público para irar la arquitectura interna, el mobiliario y la ornamentación que ha acompañado a esta durante los tiempos desde su primer inquilino, don Jerónimo de Aliaga, amigo de armas de Francisco Pizarro.
No deje pasar por alto los balcones que salen de las fachadas de muchas edificaciones del centro histórico. Estos se empezaron a construir desde la época virreinal hasta la república, y su trabajo en madera está a la vista de los caminantes, simulando unas calles suspendidas en el aire.
No propiamente en el centro histórico, pero cerca está ubicado el Museo Larco, uno de los más famosos de Lima de arte precolombino.
Además de la postal del centro histórico, seguramente ha visto fotos panorámicas de Lima de un acantilado en cuya cima está la ciudad cosmopolita y abajo, la playa y el mar, que hacen parte del circuito Costa Verde. Esa imagen para ilustrar la capital peruana muestra los distritos en tendencia. Se trata de San Isidro, Magdalena del Mar, Miraflores y Barranco.
En San Isidro se encuentra el parque Olivar, uno de los más extensos de la ciudad y que se convierte en un pulmón verde para pasar una tarde o para visitar su Casa Cultural, que cuenta con teatro, galería de arte y una biblioteca municipal. Pasando a Magdalena del Mar, allí podrá conocer la iglesia Corazón de María, un templo neorrenacentista imponente en todo el centro del distrito, y la Casa Iturry, un taller de azulejos que trabaja la cerámica desde los años 30 y hoy es un lugar que expone lo mejor del trabajo con este material.
Por último quedan Miraflores y Barranco, los distritos más de moda y los que puede descubrir a través de un bicitour, por lo llano del terreno y para evitar el tráfico pesado que caracteriza a Lima.
Miraflores tiene los parques 7 de Junio y Kennedy, uno junto al otro, donde puede sentarse a comer un helado o un churro. Allí mismo se encuentra la iglesia de La Virgen Milagrosa, la Municipalidad del distrito, que en su parte trasera acoge el Palacio de las Artes de Miraflores (Plam). Esa zona neurálgica del distrito ofrece mucho comercio, gastronomía y bares para tomarse un buen pisco sour.
No puede dejar de visitar el Malecón de Miraflores, un circuito que bordea todo el acantilado, ideal para ver el atardecer, salir a trotar, hacer un pícnic o cualquier actividad de descanso.
Por su parte, Barranco es un barrio más bohemio en el que se aprecian las antiguas casas de verano de familias acaudaladas de los siglos XIX y XX. Una de ellas es la de los Osma Gildemeister, que hoy es un museo que exhibe todos los tesoros escultóricos y pictóricos de estilo virreinal, en los que priman las obras de carácter religioso, de esta familia. La casa es de estilo francés, muy característico de las construcciones del distrito Barranco, al igual que el estilo italiano.
El Museo de Osma, en Barranco, expone arte virreinal que perteneció a la familia de Osma. Foto:Natalia Tamayo Gaviria
Además del Museo de Osma, dese un paseo por el centro de Barranco, donde se encuentran la iglesia de la Santísima Cruz, la biblioteca y el parque municipal, rodeado de restaurantes y cafés. Y a unos pasos de allí está el puente de los Suspiros, que quedó inmortalizado por la canción homónima de la artista criolla Chabuca Granda, la cual tiene su escultura en uno de los costados de la construcción de madera.
3. Ruinas dentro de la ciudad
Sin salir de Lima, la ciudad ofrece lugares arqueológicos que se pueden visitar de día y de noche. Ese es el caso de Huaca Pucllana, unas ruinas que datan del 200 al 700 d. C., con forma de pirámide trapezoidal, que hoy es un monumento de conservación en pleno distrito de Miraflores y se puede visitar en cualquier franja horaria.
También cuenta con un restaurante con el mismo nombre que ofrece gastronomía peruana. De noche, la Huaca Pucllana tiene un encanto diferente por el recogimiento que aporta la iluminación. En esta construcción se puede dar fe del conocimiento arquitectónico y antisísmico de las comunidades indígenas prehispánicas, quienes pegaban un adobe junto a otro dejándole un espacio que permitía el movimiento de los materiales en caso de un sismo para así evitar su derrumbamiento. Huaca significa ‘sagrado’, y Pucllana, ‘lugar de juego’, en quechua. Este complejo ha sido el más estudiado de los que se encuentran en Lima.
Huaca Pucllana es el recinto arqueológico más estudiado dentro de Lima. Queda en el distrito de Miraflores. Foto:Natalia Tamayo Gaviria
En total, en la ciudad se encuentran 54 huacas que tienen más de 4.000 años de historia, de comunidades preincaicas e incaicas. La huaca más grande es la de Mateo Salado, en el distrito de Lima, y consta de cinco pirámides escalonadas. Al sur de Lima, a 30 kilómetros, también se puede visitar el Santuario Arqueológico de Pachacamac, que cuenta con un museo que condensa muy bien la historia de las poblaciones indígenas que habitaron esta zona del país.
Los leones marinos de la Isla Palomino, en Callao, salen tras el paso de la embarcación. Foto:Natalia Tamayo Gaviria
Si al visitar una ciudad le gusta experimentar algo único, Lima también tiene para usted una oferta que no se agota con la actividad de parapentes o surfeo en las frías aguas del Pacífico. En Callao, al noroeste de Lima, puede emprender una aventura para nadar con leones marinos y conocer de cerca las islas inhóspitas del Perú.
Ojo, esta actividad también implica sumergirse en las aguas gélidas del Pacífico con un traje de neopreno que facilitan las empresas turísticas con permisos para operar estas rutas. Para llegar hasta donde los lobos marinos hay que dirigirse hasta la isla de Palomino, hogar de estos mamíferos que pueden ascender hasta los 3.000 individuos.
Al llegar allí en bote, los leones marinos salen a su paso, siguiendo la embarcación y a la espera de los humanos que decidan darse un baño junto a ellos. Son curiosos y amigables, por lo que el turista debe esperar a que ellos se acerquen y no viceversa. Además de la baja temperatura del agua, tenga en cuenta, a la hora de decidir si hace este plan, el olor característico de la isla, pues sus únicos habitantes son estos mamíferos.