Ver mascotas abandonadas que prácticamente son esqueletos andantes en barrios de Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá, se volvió casi natural. Ya no es raro que haya tantos perros en la calle como casas.
Pese a las condiciones precarias y la indiferencia, hay personas que intentan ayudarlos con acciones significativas. Fernanda Montoya es una de ellas.
Varios tatuadores, como Fernanda, se unieron al proyecto al igual que otros artistas de body paint, bailarines, músicos, grafiteros y trabajadores sociales del barrio Quintas del Sur, en Ciudad Bolívar, que muestran anualmente su labor a cambio de alimento para mascotas.
Además de la comida, también recaudan dinero por medio de rifas y patrocinios. Este año, el evento se realizará en noviembre, desde el barrio San Joaquín.
“En la primera jornada de donación que hicimos recibimos un aforo de casi 250 personas y recolectamos muchísima comida. No lo podíamos creer, estábamos muy felices”, recuerda Fernanda.
Todos los fondos que recolectan a lo largo del año los distribuyen para ayudar a algunos animales en distintos sectores de la localidad. Por ejemplo, la comida es dejada en unas casas sede donde la gente se compromete a almacenarla y ofrecerles la ración diaria a los animales en condición de abandono.
El dinero, por otro lado, es utilizado para el cuidado de aquellos perros o gatos que han sido maltratados y que necesitan algún tratamiento en las veterinarias. También destinan una parte para realizar esterilizaciones masivas de perros callejeros o que pertenecen a familias que no pueden pagarlas.
“Cuando convocamos a las personas, realmente llevan a sus mascotas. En esos momentos aprovechamos y realizamos campañas de sensibilización entre la comunidad”, explica la joven. En el encuentro también embellecen a los perros de los hogares más humildes, los bañan y los peinan gratuitamente.
La concientización es muy importante para todos los integrantes de Animal Ink porque “la tenencia irresponsable de animales es uno de los mayores problemas. La gente quiere generar crías para venderlas y conseguir dinero sin contemplar las consecuencias”, explica Natalia Villamizar, trabajadora social e integrante del colectivo. A veces se trasladan hasta los barrios y, megáfono en mano, difunden información sobre el cuidado de mascotas a la comunidad.
Pero la cría exagerada no es el único inconveniente. A ello se suman los escasos recursos, pues muchas familias no dinero suficiente para alimentar a sus mascotas y, al final, terminan en la calle, pasando hambre y enfermos.
“Esto se volvió un problema de salud pública porque son demasiados, y se aumenta el problema de las basuras ya que buscan comida en ellas. Pero no es culpa de ellos, es del ciudadano que no se responsabiliza”, sentencia Natalia.
Compromiso
Ayudar a los animales le costó a Fernanda Montoya abandonar la sede de su estudio, donde tatuaba. Aunque ahora relata la anécdota con elocuencia, pues trabaja en otro lugar.
Al comienzo, varios perros la visitaban en su local. Ella los veía demasiado flacos y con problemas de salud. Desde ahí se fortaleció su amor por ellos.
“Al principio llegaban dos o tres, yo les daba agua y comida. Pero noté que se acababa muy rápido porque eran más de 15 los que se alimentaban”, cuenta.
Después de eso, se vio obligada a dejar la vivienda y entendió que no bastaba solo con darles comida, sino que debía buscar una solución de raíz. Recurrió a Tatiana Moreno, una amiga, que le sugirió comenzar un proyecto para mitigar el problema y juntas generaron redes con artistas. No han parado desde ese momento y desean ayudar a más compañeros de cuatro patas.
YULIANA NARVÁEZ ÁNGEL