A menos de cuatro meses de las elecciones para la alcaldía de Bogotá, varios hechos políticos de las últimas horas han movido las toldas de las campañas de los aspirantes y no pueden pasarse por alto.
Con una última encuesta que deja el voto en blanco en segundo lugar, con la decisión de un exalcalde que optó por abandonar su campaña para unirse a otra, con unas redes encendidas por un juego de palabras que no le salió bien a una de las candidatas, sin temas que hayan logrado posicionarse ante la opinión pública y con una polarización que desde hace tiempo cabalga al galope, todo parecería indicar que al día de hoy los ciudadanos están más aferrados al candidato de sus afectos y preferencias que seducidos por lo que en el fondo están proponiendo.
Este es un retrato de lo que se advierte hasta el momento entre las diferentes candidaturas que más suenan, a poco más de tres meses de los comicios.
Claudia López
La clave de su liderazgo en las encuestas ha sido la organización. Al contrario de lo que sucede en las toldas opuestas –derecha y centroderecha–, ha logrado cohesionar a grupos de izquierda y movimientos alternativos en torno a una campaña de unidad.
La estrategia de recorrer localidad por localidad para perfilar candidatos a ediles o al Concejo y las cuatro mesas de trabajo sobre temas puntuales junto a aspirantes de otros partidos de izquierda –Jorge Rojas, de la Colombia Humana y la UP; Celio Nieves, del Polo; Luis Ernesto Gómez, del movimiento Activistas– prácticamente la han catapultado como la aspirante oficial de esa tendencia política.
Y si bien su preocupación es por la alcaldía, sabe que de no obtener unas mayorías en el Concejo el esfuerzo será en vano. Y hacia allá ha enfocado también sus esfuerzos.
La otra ventaja que tiene es que ha impuesto la figura de los ‘verdes’ sobre las demás fuerzas políticas. A tal punto que el petrismo y el Polo Democrático prácticamente desaparecieron de la campaña. No se sienten, no se ven, no hay registro de ellos.
El candidato de Mais, Hollman Morris, por su parte, fue sacado de ese acuerdo de manera pública y por la propia Claudia, que en un mensaje expresó: “No está y no estará en esta coalición, nosotros tenemos que ser coherentes, si estamos exaltando el papel de las mujeres, el liderazgo de las mujeres, sería una falta de respeto con las mujeres de Bogotá y de Colombia tener a Hollman Morris en esta coalición”.
El reto que tiene Claudia en adelante es mantener esa amalgama y hacerla cada vez más sólida, y habrá que ver hasta dónde llega dadas las profundas diferencias que sostiene con Petro y su entorno.
Claudia cuenta con figuras como Antanas Mockus, Sergio Fajardo y ahora el exalcalde Lucho Garzón, que pueden generar en el electorado la confianza que otros no ven en ella, pues le siguen cuestionando su temperamento explosivo y pendenciero. Para la muestra está su desafortunada frase de esta semana, al intentar un juego de palabras para criticar a Peñalosa y Petro como los “Pepes que destruyeron a Bogotá”, cuando el país recuerda que ese fue, justamente, el calificativo que se dio a uno de los grupos más tenebrosos en la época más oscura del narcotráfico en Colombia y que dejó un reguero de víctimas.
Su discurso antipolítica tradicional y antiestablecimiento atrae a los sectores jóvenes, pero espanta a los adultos. Falta ver si sus ideas de ciudad convencen a los desconfiados.
Carlos Fernando Galán
Ha recogido los réditos de quienes están cansados de la polarización. Quiere hacer suyo el lema de que su candidatura es netamente ciudadana y, en ese sentido, ha dejado en segundo plano el tema de las alianzas. Y ese es quizás su talón de Aquiles.
Ya es mucha gracia que sin el apoyo de otros partidos y movimientos su nombre ocupe el segundo lugar (después de Claudia), pero eso no es suficiente, no en el escenario de Bogotá, donde los acuerdos con otras fuerzas resultan vitales si se quiere tener algún chance.
La llegada de Lucho a los ‘verdes’ no dejó de sorprender, pues para muchos, las continuas y amables referencias entre Garzón y Galán en distintos foros hacían presagiar que el primero terminaría del lado del segundo, pero al parecer pudo más el sentimiento de izquierda del exalcalde, que se la quiere jugar con el tema de paz y reconciliación y para ello necesitaba la identidad genuina que le da su antiguo movimiento.
Si Galán quiere repuntar, va a necesitar más que firmas y más que apellido, y un discurso sosegado y tranquilo pero contundente. Está muy bien que les pregunte a los ciudadanos qué película le recomiendan en Netflix, pero en la calle la gente espera propuestas eficaces, realistas y que comulguen con el interés de lo que parece ser su principal característica: un candidato que emana de la ciudadanía.
Miguel Uribe
Sigue sin despegar en las encuestas. Es extraño para alguien que, seguramente más que los otros candidatos, conoce al dedillo la etapa decisiva por la que atraviesa la ciudad. Viene del actual gobierno, lidió con temas complejos como la seguridad, el espacio público, la trata de personas, el reconocimiento de las negritudes y fue promotor de un esquema de contratación a nivel local más transparente.
Ha sido frentero al defender con ahínco el modelo de ciudad del alcalde Peñalosa. Pero quizás esto último, o su imagen de joven universitario o sus mensajes aún polarizantes hayan hecho mella entre algunos sectores.
Aún está a tiempo de que su discurso luzca como sus ejecutorias: innovadoras. Uribe puede casarse con muchas de las realizaciones del actual gobierno, pero claramente debe resaltar otras iniciativas que esta istración no consiguió: la de mostrarse como una figura con mayor sinergia con la gente, porque tiene el carisma para ello.
Ahora bien, Miguel Uribe, a diferencia del caso de Galán y el de otros aspirantes, comenzó a tejer una estrategia de apoyos de partidos tradicionales, de los cristianos y 400.000 firmas que los respaldaron. Tampoco es un secreto que el Centro Democrático ve con buenos ojos su nombre. Y allí se ha encontrado con otra figura nueva en la política local: Ángela Garzón.
Ángela Garzón
Contra todos los pronósticos, ella se alzó con la bandera de la derecha.
Con Miguel Uribe ya han hablado de una alianza que permita solidificar una sola aspiración que dé la pelea por la centroderecha y en contra de la izquierda. ¿Posibilidades de alianza con Galán? Difícil predecirlo. Este último ya lo descartó, entre otras, por sus serias discrepancias con el Centro Democrático y Cambio Radical en el pasado.
Lo que resulta claro es que si este sector no consigue demostrar que es capaz de unirse, dejaría servida la campaña para Claudia López.
A estas alturas de la contienda vale la pena señalar varias cosas. Primero: sigue siendo muy temprano para pronosticar ganadores; segundo, en política ni las encuestas ni las predicciones pueden asegurar el triunfo; tercero, las alianzas hasta ahora comienzan, y la conformación de listas al Concejo y a ediles pueden ser decisivas. Y cuarto: pese a sus profundas diferencias ideológicas o de carácter, los candidatos acá reseñados dejan ver que al Palacio Liévano no llegará un irresponsable. O ese es el deseo.
Con algunos o con todos se pueden tener diferencias, pero más fruto de la polarización que por el daño que le puedan hacer a Bogotá. Hay que reconocer que en varios frentes estos aspirantes encontrarán avances importantes que beneficiarán a sus propios gobiernos y que en otros será necesario ir más a fondo. El censo lo dice: Bogotá envejece, los jóvenes necesitan más y mejores oportunidades y la composición de los hogares está cambiando dramáticamente.
Finalmente, no sobra recordar que estamos frente a cuatro aspirantes que quieren llegar a la alcaldía llevando a cuestas las cicatrices que les ha dejado la historia reciente del país: una candidata amenazada por los ‘paras’ y que prácticamente tuvo que ‘autoexiliarse’; un candidato a quien la mafia le asesinó a su padre, otro a quien la misma mafia asesinó a su madre y otra aspirante que vivió en carne propia el crimen de su hermana a manos de su pareja sentimental.
BOGOTÁ